Había pasado una semana desde el nacimiento de las gemelos y, aunque desde fuera la vida de SeulGi y JooHyun parecía haber caído en una rutina pacífica, tranquila, serena, lo cierto era que ninguna de las dos bajaba la guardia. La calma era una capa fina que cubría, apenas, la tensión que vibraba debajo. Esa clase de calma que solo las personas que han vivido bajo presión pueden entender. Dormían en paz, sí, pero con un ojo siempre abierto. Amaban con plenitud, pero con la conciencia de que el peligro aún podía tocar la puerta.
A diario, antes de salir hacia su oficina, SeulGi se aseguraba de dejar todo en orden: el sistema de seguridad activado, las cámaras revisadas, los itinerarios coordinados. No había margen para el descuido. No ahora. JooHyun, aún en recuperación, pasaba las mañanas en casa con sus pequeños, y, por insistencia directa de SeulGi, nunca estaba sola. TaeYeon solía llegar temprano, siempre con un termo de té de hierbas en una mano y esa expresión tranquila que tanto ayudaba a contener el caos emocional de la maternidad reciente.
Otras veces era SooYoung quien se aparecía con bolsas llenas de dulces coreanos y anécdotas escandalosas que hacían reír a JooHyun hasta las lágrimas, interrumpidas solo por los llantos intermitentes de los bebés o los suspiros extenuados del cansancio acumulado. Ambas sabían, sin necesidad de explicaciones, que su presencia era más que un gesto de amistad. Era un círculo de protección que SeulGi tejía alrededor de su familia cada vez que salía por esa puerta.
Ese día, sin embargo, algo se sentía distinto. SeulGi no había tenido un buen presentimiento desde que se subió al coche. Durante la mañana, su equipo de seguridad no había reportado movimientos extraños, y todo parecía en orden en los informes. Pero ella tenía ese sexto sentido, el mismo que la mantenía en pie cuando todos bajaban la guardia. Un presentimiento no tangible, pero imposible de ignorar. A media tarde, mientras revisaba una carpeta con proyecciones financieras en su escritorio, la puerta se entreabrió tras un par de suaves golpes. Era su secretaria.
— Disculpe, señora Kang . . . —dijo en un tono que ya la hizo enderezarse en la silla—. El señor Oh SeHun está aquí. Dice que necesita verla con urgencia.
El nombre cayó como un cristal quebrado en el ambiente cuidadosamente contenido de su oficina. El gesto sereno de SeulGi se endureció al instante. Su mirada, hasta entonces enfocada en las cifras del documento, se alzó con una frialdad cortante.
— Dile que no. —ordenó con voz baja pero firme—. Invéntate una excusa. Que estoy en llamada internacional, que salí. Lo que sea. Pero no quiero verlo.
La secretaria asintió con nerviosismo y cerró la puerta. Sin embargo, el alivio duró menos de diez segundos. SeulGi apenas había vuelto a enfocar la vista en la pantalla cuando la puerta se abrió de golpe, sin toque previo. Y allí estaba: SeHun, cruzando el umbral con su acostumbrada arrogancia, con ese aire de superioridad cuidadosamente medido, como si el mundo entero le debiera una explicación. Llevaba un traje oscuro de diseñador, ni una sola arruga en su camisa, la corbata perfectamente centrada, y ese maldito brillo autosuficiente en los ojos.
— ¿Qué pasa, Kang SeulGi? ¿Ya ni siquiera cierras con llave? —soltó con una sonrisa torcida, como si estuvieran jugando un viejo juego de complicidades que solo existía en su cabeza.
Ella se puso de pie de inmediato, sin responderle, y lanzó una mirada fulminante a su secretaria, que se había quedado congelada junto a la puerta.
— Déjanos solos. —ordenó sin apartar la vista de SeHun. La mujer, visiblemente incómoda, asintió con rapidez y se retiró, cerrando la puerta tras de sí.
Un silencio denso se instaló en la sala. El aire parecía haberse enfriado con su presencia.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó SeulGi finalmente, cruzando los brazos sobre el pecho mientras rodeaba lentamente su escritorio para colocarse justo frente a él. No había cortesía ni en su tono ni en su postura.
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LITTLE, LITTLE || SeulRene (IRENE + SEULGI)
Fanfiction「𝗗𝗮𝗺𝗲 𝘂𝗻 𝗽𝗼𝗰𝗼, 𝘂𝗻 𝗽𝗼𝗰𝗼 𝗺𝗮́𝘀 𝗱𝗲 𝗮𝗺𝗼𝗿. 𝗗𝗮𝗺𝗲 𝘂𝗻 𝗽𝗼𝗰𝗼, 𝘂𝗻 𝗽𝗼𝗰𝗼 𝗺𝗮́𝘀 𝗱𝗲 𝘁𝗶𝗲𝗺𝗽𝗼.」Kang SeulGi, solo era una pequeña niña que recogía cartones en las calles cuando vío por primera vez a la pequeña hija del...
