Estoy harta

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— ¡Melanie! ¡¿Dónde has estado?! ¡¿Sabes lo preocupado que me tenías?!

Melanie intentaba asimilar como era posible que su hermano estubiera allí. No podía ser casualidad que la hubiese encontrado, ni siquiera estaban cerca del hospital. Entonces, ¿Cómo podía ser?

De pronto, de la puerta del acompañante salió una chica pelirroja.

— Judith... tú... pero, ¿Cómo...? Si yo no...

—  Yo... te vi caminando con Mike... no sabía si eras tú... pero...

A Melanie le invadió la rabia, la confusión, la duda, el miedo. De pronto todo aquello que tenía tan claro, todo el tiempo que había pasado mentalizandose, nada de eso servía de nada. Ya no quería ir a ningún lado. Ella no quería irse desde un principio y ahora, de pronto, volvía a sentirse sola.

—Vamos Melanie, entra en el coche.

—No... — apenas alcanzó a decir eso cuando Greg la cogió del brazo para meterla en el coche. — ¡¡NO!! ¡Estoy harta! ¡Dejar de imponerme! ¡Dejar de traicionarme! ¡¿Porqué nadie me pregunta?! ¡Tú fuiste el que decidio llevarme contigo sin yo quererlo! ¡Judith te ha traído hasta mi sin preguntar si quería ser encontrada!  ¡Papá y mamá...! ¡Papá y mamá...! ¡Ellos...!

Melanie rompió a llorar. Greg la sostenía aún por el brazo evitando que se dejara caer al suelo, pero se le hizo demasiado pesada y tubo que agarrarla por ambos hombros.

— ¡¡¡BASTA!!! — aquel grito retumbó por toda la solitaria y silenciosa noche.

Hacía años que Greg no gritaba con esa fuerza. Melanie dejó de llorar por la impresión, alzando la vista para ver  el rostro de su hermano que la miraba con furia. Pero Melanie no sintió miedo, sino pura empatía, puesto que aunque su expresión era de rabia, de los ojos de él brotaban lágrimas como las suyas.

— ¡¿Crees que yo no estoy triste?! ¡¿Crees que no me duele?! ¡¿Crees que a mi me ha preguntado alguien?! ¡Solo intento hacer lo mejor para ti, Melanie! ¡Intento ser fuerte! ¡Por ti!

Greg no paraba de sacudir a su hermana, y Mike, que hasta entonces observaba la escena sin entender lo que pasaba, decidió pasar a la acción dándole un empujón a Greg y abrazando a Melanie.

— ¡Apartate de ella!

— ¡¿Y tú quien coño eres?! — dijo Greg secandose las lágrimas.

— Es mi hijo. — Marta había salido a la puerta al oir el escandalo. — Y te agradecería que dejases de gritarle.

Marta parecía distinta. Todo aquel torbellino de dulzura compacto se había convertido en una mujer tan imponente que hubiese callado a un perro rabioso con una sola mirada, y en cierto modo, así lo hizo. Greg recuperó la compostura y le ofreció la mano derecha para presentarse.

— Yo... por supuesto, lo siento. Mi nombre es Greg Evans, y soy el hermano de Melanie. Ella es Judith, una amiga suya.

A Mike le dio un vuelco al corazón.

— ¿Hermano...? — Greg asintió. — Yo... lo siento, no lo sabía...

— No te preocupes, yo soy el adulto, no debería haberme comportado de esa manera.

— Bien, — dijo Marta recuperando la sonrisa. — ahora que nos hemos presentado todos, ¿Que tal algo de beber?

Así pues, entraron todos de nuevo a la casa, dónde Greg explicó a los Evans lo que había pasado con sus padres, el accidente, el hospital, Inglaterra,la escapada de su hermana, como había supuesto que iría a casa de Judith y entonces ella le dijo que le habia parecido verla con Mike aquella tarde bajo el enorme y oscuro paraguas y que podía llevarlo hasta su casa puesto que conocía a Mike desde la primaria y había ido a su casa un par de veces. Melanie se dio cuenta de lo mal que lo habia pasado su hermano por su culpa.

Por otro lado Marta ecuchaba atenta hasta el último detalle de aquella historia tan disparatada. Cualquier persona habría tomado a Melanie por una niña rebelde e inmadura. Se habría arrepentido de haberla dejado quedarse sin preguntarle y se habría disculpado con su hermano. Cualquier persona no la habría entendido. Cualquier persona la hubiese mandado a Inglaterra, era comprensible. Cuando Greg terminó de hablar,  ella se levantó, se puso las manos en las caderas y dijo:

— En ese caso, Melanie, haz las maletas. — Pero Marta no era cualquier persona. — Vivirás con nosotros.

Y dijo esto con una gran sonrisa, dejando sin palabras a todos los presentes.

"Hacía mas de diez años." Pensó. "Qué no me sentía así."

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