Todo empezó en el verano de mis dieciocho. Yo trabajaba en una cafetería-pastelería-restaurante como camarera. Así, tal cual, estaba escrito en el cartel de la entrada: cafetería-pastelería-restaurante "la gran familia". Y ciertamente era una gran família, sobretodo en mi caso, ya que la dueña del local no era otra que mi abuela. Ella sola fundó "la gran família" cuando tubo que adoptarnos a mi hermana y a mí, la cual por entonces tenía unos 10 años. Mis padres simplemente nos dejaron con ella y desaparecieron en cuanto Sara dejó de necesitar que le dieran el pecho. No he vuelto a saber de ellos. Pero estaba bien, era feliz con lo que tenía.
Yo aún estudiaba por aquel entonces. Quería ser maestra. Después de casi diez años cuidando de Sara, parecía que estaba predestinada a hacer lo que más me gustaba hacer.
Mi abuela podía cocinar cualquier cosa, de ahí lo de cafetería-pastelería-restaurante. Solo el nombre ya atrajo a muchos clientes a los que les picaba la curiosidad. Hasta que un día, muy temprano, por la mañana, atrajo a un chico que me habló con un acento tan pronunciado, que parecía que acabase de bajarse del avión. Poco después descubriría que así era.
- Good Morning... I mean... Hola... Buenos días... Me pones un café y tortitas, please?
No pude evitar reírme ante tal esfuerzo para hablar. Parecía que mas bien lo que le costaba era mantener los ojos abiertos, aunque no podía decirlo con toda seguridad, porque llevaba unas gafas de sol muy oscuras, así que le serví el café y las tortitas con una gran sonrisa. Fue entonces cuando se quitó las gafas de sol y me miró con sus ojos de color castaño claro y una gran sonrisa. Recuerdo que pensé que tenía una bonita sonrisa, pero sobretodo, que era muy atractivo.
- Thank you. - mantubo su mirada en mi unos segundos. - Tus ojos... son del color de los caramelos. Muy... dulce.
Aquello hizo que me pusiera roja, y él debió notarlo, porqué esta vez era él quien se reía de mí.
- My... mi nombre. Mi nombre es Adam. Tú nombre... ¿Cual es tu nombre?
- ¡Marta! - mi abuela me llamaba- ¡Atiende la mesa 8!
Miré a aquel chico una última vez antes de obedecer a mi abuela y lo dejé allí tomandose su café mientras me miraba atender las mesas de reojo. A la semana siguiente volvió a aparecer y se sentó en el mismo lugar. Yo, que por entonces era muy tímida, al verle, le pedí a una compañera que lo atendiera por mí, pero ella volvió unos segundos después.
-Dice que quiere que le atienda la camarera por nombre Marta - me dijo con una sonrisa picarona. - dice que le esta torturando no haber podido oir su voz la última vez.
Así pues, comenzó a venir cada vez mas a menudo. Siempre pedía un café y unas tortitas, y hablabamos cada vez más, hasta que me pidió que le hiciese turismo por la ciudad. Era sábado, llevabamos unas horas llendo de aquí para allá, cuando me explicó que estaba allí por un viaje de intercambio que duraba todo el verano y que después volvería a Estados Unidos. Le quedaba una semana de estancia.
- Oh... Vaya... - le dije yo.
El me miró con esos ojos castaños y me dijo:
- ¿No piensas pedirme que me quede?
No pude articular palabra. Por supuesto que no quería que se fuera. Quería que se quedase conmigo. Quería que estubiesemos juntos. Pero tenía miedo. Mis padres eran unos desalmados que nos avandonaron a nuestra suerte en cuanto fuimos una molestia. No quería que me volviese a pasar. No quería abrirme tanto a alguien como para que me puediese hacer daño. Pero no hizo falta que se lo dijera. Nunca hizo falta que le dijera lo que sentía, él siempre lo sabía incluso antes que yo.
Me acarició la mejilla, me sonrió, me cogió por la cintura y me besó. Fue el beso mas dulce que me han dado en la vida. En ese momento supe que podía confiar en él. Que podía dejar de tener miedo.
Él busco trabajo y se mudó con nostras. Yo seguí estudiando. Dos años después nos casamos, y poco después me quede embarazada de nuestro primer hijo. Detrás vinieron Mike y Spencer. No dejé de estudiar, ni siquiera durante mis embarazos. Tubimos que hacer grandes esfuerzos, pero eramos felices. Fue Adam quien se empeñó en ponerles nombres Americanos a los niños, aunque a mi nunca me importó. Yo solo quería que pudiesesn disfrutar de lo que yo nunca tube.
Todo iba bien.
- ¿Que significa que te vas?
- Mi padre... esta muy enfermo. Tengo que ir a Estados Unidos, a cuidarlo. Volveré en cuanto esté mejor. - me besó - todo ira bien, tranquila.
Así que se marchó. Se marchó el día 10 de septiembre de 2001. Al día siguiente cayeron las torres gemelas. Y ya no volvió.
Lo culpé durante tantos años de averme abandonado... Tanto lo hice, que en mi familia se asumió que así era. Él seguía con vida. Simplemente ya no estaba entre nosotros. Abandoné los estudios. Abandoné a mi hijos. Dejé de ayudar en "la gran familia". Y lo habría abandonado todo si no fuese por Sara.
Una noche algo me despertó y vi que una luz venía del comedor. Cuando salí vi a Sara completamente dormida en el suelo. Al acercarme pude ver sus apuntes encima de la mesa y un registro de dinero en la pantalla del ordenador. Había estado estudiando y después se quedó dormida mientras hacía las cuentas de la casa y "la gran familia". Mi abuela era demasiado mayor para hacerse cargo ni de la casa, ni de los niños, ni de la cafetería. Apenas podía hacerse cargo de si misma, y yo habia sido una egoista cargandola con toda la responsabilidad.
La miré, tendida en el suelo completamente agotada. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Allí tendida, con su pelo rubio recogido esforzandose al máximo... se parecía tanto a mí cuando tenía su edad...
Sentí verguenza de mi misma. La desperté, la acompañé a su cama, y al día siguiente ya me estaba haciendo cargo de la cafetería y de mis hijos. Tome una decisión. Decidí que no importaba que ya no tuvieran padre, porque aún tenían madre, y ahora tenía que ser la mejor de todas. Decidí que mis hijos no volverían a verme sin energía. Cuando Sara me preguntó a que se debía el cambio, le dije:
- A veces tiene que pasar algo pequeño para que te des cuenta de lo verdaderamemte importante.
Hace mas de diez años de eso. Y ahora al ver a esta chica, que se siente tan abandonada como me sentía yo en ese entonces, me vuelvo a ver a mi misma y simplemente quiero darle lo que a mi me dieron cuando lo necesité. Quizas solo vuelvo a sacar mi faceta egoísta. Quizas solo quiero sentir que se cierra el ciclo, devolverle el favor a mi hermana, de alguna manera. Sea por lo que sea, estoy tan decidia como hace más de diez años.
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Paso a paso
Teen FictionMelanie es una chica de buena familia en su último año de instituto. Sus padres la han educado de la manera más humilde que han podido, llegando incluso a hacerle trabajar para ganarse la paga. Aunque su hermano trabaja en la empresa de su padre ell...