Capítulo 12.

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Su moto iba dando tumbos por la fría carretera mientras yo me ceñía a su cintura rodeándola bien. No estaba bien. Ambos se habían golpeado fuerte. Y todo por culpa mía, por una estupidez.

Cuando quise darme cuenta su moto se detuvo frente una casa que desconocia, había cumplido su palabra, estaba frente a la blanca puerta de su casa y dejadme decir que era enorme y me quedé atónita ante ella. Primero bajó él y seguidamente lo hice yo.

Me abrió la puerta y yo entré abrazándome a mi misma. Era todo lo bonita por fuera como lo era por dentro. El suelo era de madera oscura y los muebles blancos. Se veía todo realmente ordenado, pero salí de mis pensamientos y mi asombro cuando lo vi apoyarse en la puerta y seguidamente echarse sobre sus brazos apoyados a su vez en sus rodillas levemente flexionadas. Su rostro se encontraba de un blanco preocupante y sólo pude acercarme a él.

-L-Louis... deja que te ayude, déjame curarte las heridas.- Hablé en voz baja y el sonrió y rió sarcásticamente negando.

-Eso no puede hacerlo nadie.

-Al menos déjame intentarlo.- Contesté sabiendo a qué se refería y el sólo se incorporó y sacó el botiquín dejándolo sobre la mesa mientras el tomaba asiento sobre el sofá. Lo abrí y cogí así un algodón con alcohol y comencé a pasarlo por su labio escuchando sus quejidos.

-Lo siento.- Me disculpé un par de veces mientras pasaba mi pulgar por su labio inferior examinando la herida hasta que noté su respiración más intensa chocar contra él y mi corazón comenzó a golpear fuertemente mi pecho. Noté como sus labios formaban una curva ya que yo sólo tenía ojos para ellos, pero cuando volví en si ya había apartado mi mano de su pómulo y pude divisar oficialmente su sonrisa de lado. Aparté la vista y guardé lo que acababa de utilizar para después guardar el botiquín en su sitio inicial.

-Sígueme, te enseñaré donde vas a dormir esta noche.- Comenzó a subir los escalones hasta abrir una puerta casi al final del pasillo donde me dejó paso a una habitación amplia y un poco desordenada con una cama de matrimonio dominando en ella.- Espero que el desorden no te importe.

Negué observándolo todo y vi como Louis calló a la cama sentándose en ella y respirando algo agitado.

-Hey, hey, ¿estás bien? -Me acerqué rápidamente a él y cuando alzó su vista hacia mi clavando sus ojos turquesas en los míos me di cuenta de lo estúpida que había sido esa pregunta. El sudor le recorría la frente y me mordí el labio inferior maldijendo. Posé una de mis manos en su frente que ardía apartando su alborotado pelo.

-E-estás ardiendo en fiebre.- Susurré leve y el negó intentando levantarse.

-No es importante.- Susurró igual con la voz algo más ronca de lo normal y le negué la acción.

-Quítate la camiseta y métete en la cama, voy a por un paño de agua fría y medicamentos. No te muevas.- Le advertí diciendo simplemente lo primero que se me vino a la cabeza. Tenía un aspecto horrible, y joder, tampoco tenía idea alguna de enfermería ni nada de ese estilo pero recuerdo que mi madre solía hacer eso conmigo, y lo puse en práctica con él.

-No te aproveches nena.- Sonrió alzando una ceja y rodé los ojos. Ese chico con el humor hasta con fiebre.

-Idiota.- Esbocé saliendo y preparé todo lo mencionado subiéndome también un par de pastillas para el dolor de cabeza y la fiebre. Cuando volví a abrir la puerta de la habitación no se encontraba justo donde lo dejé. Fruncí el ceño y lo dejé todo al pie de la cama hasta escuchar su tos proveniente del baño. Otra vez.

Esperé a que saliera sudando de nuevo y lo conduje hasta la cama donde lo dejé caer ya sin camiseta. Normalmente me hubiera fijado en su tonificado torso, pero su cara merecía toda mi atención. Sus gemidos de dolor dominaban la habitación cuando le coloqué sobre su frente el paño de agua fría apartándo su pelo alborotado. Mientras el cerraba sus ojos yo me mantenía sentada como los indios a su lado en el filo de la cama observándolo, y observando como en ocasiones su pecho subía y bajaba con demasiada velocidad.

-¿Te encuentras mejor?- Susurré pasado un rato y de él sólo obtuve una respiración profunda por sus labios secos.

-No dejaré que te m-marches.- Susurró con voz ronca abriendo un poco sus ojos e intentando incorporarse con el ceño fruncido. Lo detuve.

-No me marcharé.- Susurré igual y cuando quise darme cuenta su rostro y el mío estaban peligrosamente cerca. Su respiración pesada se escuchaba por toda la habitación al igual sentía que el corazón se me iba a salir del pecho en cualquier momento. La mía, en cambio, se volvió entrecortada cuando sus labios comenzaron a bailar con los míos dejando que mis ojos se cerrasen. Eran suaves, tal y cómo los imaginé cuando los observé el primer día con el cigarrillo entre ellos. Y nos fundimos. Nos fundimos en un cálido y ardiente beso debido a su fiebre y al calor que se había apoderado de mis mejillas en ese momento. Simplemente me dejé guiar por los movimientos ágiles de su lengua mientras la mía seguía su ritmo sin preocupaciones. Sabía a menta, dios, lo recuerdo como si fuera ayer, estaba ardiendo y transmitía ese frescor típico del condimento.

"Es la fiebre. Es la fiebre."

Pensé. Hasta que me vi obligada a separarme por la falta de aire y lo retomé a bocanadas ansiosas.

-L-Louis tienes que descansar, por favor.- Hablé por fin con voz entrecortada empujando lentamente su pecho, que irradiaba calor.

-Prométeme que no te marcharás.

Musitó echándose hacia atrás y apoyando seguidamente una de sus manos en mi muslo lentamente. No podía marcharme y tampoco quería apartarme a su lado, y menos en ese estado.

-No, no lo haré.- Quité su paño ya ardiendo y volví a mojarlo y posarlo sobre su frente volviendo a mi antigua posición.- Ahora duerme, no me iré de aquí.

Vi como sus labios componían una pequeña sonrisa de lado y su cabeza se echó hacia un lado acompañada de una respiración profunda proveniente de sus labios entre abiertos. Labios que yo había probado, y que sabía que difícilmente iba a volver a probar.

(...)

Fue a las 4 de la madrugada cuando se había quedado profundamente dormido y decidí desvestirme. Me quité esos incómodos jeans y mi blusa frente al gran espejo de pie dejándo ver de nuevo aquellos odiosos moratones, me giré comprobando cómo su pecho subía y bajaba tranquilamente y recogí su camiseta blanca del suelo para colocármela sin su permiso. Aunque tampoco creo que lo necesitara. Para mi suerte me quedaba por la mitad del muslo cubriendo bien mis bragas. Me recogí el pelo en un moño con muchos mechones sueltos debido a la poca luz y volví a mi posición anterior. No se cómo acabé por cerrar mis ojos, pero lo hice.

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Muchas gracias por haber leído de nuevo, confieso que quise borrar la fanfic por los pocos votos y demás pero igualmente gracias por todo. Si me ayudárais a difundirla os lo agradecería siempre también ;)

5 votos y subo el siguiente capítulo, es poco pero espero conseguir al menos esa meta. Gracias loves x.


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