Capítulo 15.

68 10 0
                                    

-Nena, joder... Abbie.- Escuché entre bufidos mientras abría poco a poco mis ojos encontrándome esos par de azul turquesa con una chispa de emoción que casi nunca mostraban. Mi respiración era agitada mientras el acariciaba lentamente mi pelo, un gesto demasiado dulce para ser Louis Tomlinson. Su "T" de plata colgaba de su cuello hacia abajo mientras yo me fijaba en ella para enfocar. Me dolía cada músculo del cuerpo y no podía moverme apenas, él esperaba alguna palabra de mi parte, pero simplemente no podía hablar, y tampoco quería llorar, me hacía sentirme débil y delante de él no... Mierda, mi mejilla estaba mojada, perfecto, ya estaba llorando.

-L-Louis vete.- Susurré incoporándome lentamente haciendo algunas muecas de dolor con mis labios apretados, y me limpié las lágrimas con el dorso de la mano rápidamente para ver las dos marcas importantes en ellas, entonces el rió de la forma más falsa que había escuchado nunca.

-Si me voy vendrás conmigo.- Musitó entre dientes y no sé por qué razón dirigí mi mirada hacia sus finos y rosados labios. Fue entonces cuando sus brazos se abrieron y no pude evitar ahogar un sollozo al toparme con sus ojos, mi color favorito. Dejé que me protegiera con ellos como sólo él podía hacer, me acurrucó y acarició mi espalda acunándome de una forma tan dulce que no quería que ese momento acabara. Sus brazos eran mi nueva casa. En doble sentido, ya que desde ese momento pasaron a ser lo único que tenía. Recuerdo que aún tenía que hablar con Elle, ya que no sabía absolutamente nada de esto, y seguro se enfadaría porque odiaba que le ocultara cosas... Pero también estaba segura que después de todo esto probablemente no me volviera a dirigir la palabra.

Pero en ese entonces yo sólo tenía al chico de pelo alborotado y ojos penetrantes en mi cabeza. Sólo y exclusivamente él.

-Por favor... Y-yo estaré bien.- Mentí no muy segura y se escucharon pasos dirigiéndose hacia la habitación.- ¡Escóndete, por favor!- le grité susurrando y el permaneció inmóvil, comencé a exaltarme y a zarandearlo un poco hasta que reaccionó rápidamente y entró dentro del armario, yo sólo me limité a echarme el edredón por encima y a hundirme en lo más profundo de mi cama haciéndome la dormida para que no se le ocurriera mirar para comprobarlo. Escuchaba a la perfección el chirrido lúgubre de la puerta al abrirse y la alta figura de mi padre asomarse a ella filtrando así su respiración pesada que hizo que me estremeciera, cerré mis ojos apretando mis labios cuando esta se volvió a cerrar y un Louis demasiado cabreado salió del armario.

-¡No sé por qué cojones he tenido que obedecerte para no salir y pegarle un par de hostias a ese capullo!- Gritó aún susurrando con sus pupilas dilatadas y ambas de sus manos apretadas en puños. Pero sabía que iba a ocurrir si él hubiera salido, mi padre hubiera acabado por llamar a la policía y la verdad no me hacía ni pizca de gracia imaginar a Louis esposado por agredir a un adulto de mayor edad que él, y sinceramente, por las pintas que lleva Louis de chico malo probablemente nunca le hubieran creído que mi padre fue quién me golpeó a mí. Sin darme cuenta me percaté de que me quedé mirando a un punto fijo con los labios entreabiertos y Louis había tomado asiento en el filo de la cama.

-Nena, vayámonos. Coge tu ropa, tus cosas más preciadas y larguémonos de aquí.- Susurró.

¿Pero de verdad debería de confiar en él? Es decir, ¿Tan pronto? La respuesta aún no la sabía con exactitud, lo que sí sabía es que él no dejaría que me ocurriera nada malo, que me volvieran a tocar o cualquier cosa por el estilo. Me protegería. Y yo necesitaba justamente eso. Otra cosa muy diferente eran mis sentimientos contradictorios... Cuando nuestros cuerpos se rozaban se transmitían una chispa que nunca había experimentado con nadie. Su aliento a menta y esos labios tan suaves siempre me dejaban con ganas de más. Pero yo no sabía que sentía por él, siquiera él lo hacía... No podía ver más a través de sus ojos totalmente cubiertos por ese velo de oscuridad y desolación que él mismo había creado, sus propios muros. Sin embargo cuando me miraba era como si me analizara por dentro, como si pudiera ver todo lo que se me pasaba por la cabeza en esos mismos instantes, cuando mis ojos verdes y sus azules chocaban se producía algo mágico, y digo mágico porque ni yo podría describirlo como la situación lo merece.

broken. » l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora