Capítulo 1.

261 15 8
                                    

El humo de mi cigarro se desprende hacia arriba dejando calada tras calada. Necesito desahogarme.

La noche está ya adentrada. La brisa entra por mi entreabierta ventana haciendo zarandear las persianas y agitar las cortinas. La poca luz que alumbra la habitación es tan sólo una lámpara de mesita que tengo junto a mi.

Sombras en las paredes y la forma del humo al desprenderse de mis entreabiertos labios. Mi vicio había sido culpa de él, como casi todo.

Todo lo pasado es algo confuso y no estoy segura de por dónde empezar. Me tiembla el pulso al sostener el cigarrillo entre mis dedos, por lo que me veo obligada a apagarlo en el cenicero.

Me autoconvenzo para coger el bolígrafo y comenzar a escribir. Agito mi cabeza recogiendo de nuevo los mechones que se han escapado de mi alta coleta.

No puedo comenzar aún. No tengo el valor suficiente siquiera para saber qué puedo explicar, porque todo era inexplicable. Me miro mis muñecas completas por pulseras y las paso por mis ojos.

Estaban tardando mucho en empañarse. Aspiro fuerte por mi nariz y me limpio el rostro de las lágrimas que lo han bañado.

<Está bien, tu puedes.> Me digo armándome de valor. Encajo bien los folios y coloco la tulipa hacia ellos. Dos bolígrafos completamente llenos para no perder tiempo y poder expresarme. Destapo el primero de los dos colocando la tapadera en la parte trasera del mismo y lo acerco al papel.

Aquí empezaba todo. Aquí comenzaba a recordar.

* * *

Era una noche cálida de algún mes de verano. No recuerdo bien. El motor del coche sonaba insistente.

Era bastante viejo, y en poco tiempo iría al desguace. El hombre de barba robusta miraba por el retrovisor de vez en cuando, pero ninguna de las dos le dimos importancia.

-¿Estás bien?- La voz de mi amiga entraba y salía por mis dos oídos.

-No, no lo estoy.- Contesté.

-No pasará nada.- Me tranquilizó.

Su suave mano rozó mi pierna.

-Te dije que no hacía falta que me acompañases.- Musitó.

-Elle, estoy aquí.

El pálido rostro de mi amiga sonrió, dejando ver sus las arruguitas en las comisuras de sus ojos.

-Gracias.- Esbozó en tono tranquilizante.

Mi respiración aún no cesaba. En ningún momento pensé que esto me fuese a poner tan nerviosa.

Y todo por culpa de Adam, el hermano mellizo de Michelle. Su mundo era paralelo al nuestro. Completamente opuesto. Se movía por la zona más conflictiva de la ciudad y su vida se basaba en alcohol,drogas, peleas, carreras y todo lo que se le cruzara.

-Será la última vez.- Añadió Elle, culpable.- No pienso salvarle el culo ni una sola vez más.

La miré. La rabia se apoderaba de sus ojos perfectamente claros. Mis labios entreabiertos intentaban articular palabra que pudiese consolarla.

-Tu madre no querrá llevarse más sofocos, Elle. Además, yo siempre te acompañaré cuando necesites.-

-No podrá estar ocultándose siempre a mi madre. Ni yo le voy a cubrir más porque como siga así también se va a morir él. O mejor dicho, se va a matar.

Entendí entonces que las palabras que acababa de decir a mi amiga, sólo habían servido para empeorar las cosas.

Michelle apoyó su codo en el reposabrazos y dirigió su mirada hacia la ventanilla. El hombre miró por el retrovisor de nuevo, conectamos miradas y el rápidamente la apartó, le devolví la mía a Michelle.

broken. » l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora