Capítulo Seis.

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Se levantó aunque todavía no terminaba, yo me hinque en la cama y me quité el vestido que estorbaba, él se sentó recargado en la cabecera y yo me senté sobre él, frotando nuestras partes más íntimas mientras lamía y mordisqueaba su oreja y con mis manos jugueteaba con sus pezones, él me sujeto por las nalgas y me levantó un poco, entonces yo tomé su miembro y lo dirigí hacia donde... lo necesitaba, dentro de mi cuerpo, al sentirlo hice la cabeza para atrás y volví a gemir moviéndome acompasadamente, tomando el control de la situación, él subió sus manos a mi cabello y me quitó la liga que lo sujetaba, yo moví mi cabeza y coloqué mis manos entre mis cabellos para colocarlo a los lados de mis hombros, él tenía ahora sus manos en mi cintura y las movía hacia mis muslos, yo coloqué las mías sobre sus hombros para seguir moviéndome, nuestras miradas se cruzaron, ambos estábamos disfrutando las expresiones de placer que teníamos reflejadas en el rostro y los gemidos que se confundían. Sentí como explotaba en mi interior mientras apretaba mis nalgas y gemía, lo bese sintiendo como yo volvía a llegar al éxtasis total. Me quedé unos minutos recargada sobre su hombro, tratando de controlar mi respiración y después me senté a su lado, no pude evitar suspirar fuertemente y él me miró.

– ¿Ya te vas? – fue lo único que se me ocurrió decir.

– ¿Ya quieres que me vaya?

– No, es sólo que... bueno... la otra vez...

– Aún es temprano.

– ¿Sabes?, tengo una duda – dije mordiéndome el labio inferior.

– Dila, sólo recuerda que nada personal.

– No lo es... – estaba buscando las palabras correctas para hacer esa pregunta que me llenaba de vergüenza – bueno, como te diste cuenta, mi amiga no me explicó gran cosa y pues... yo me preguntaba si... – sentí que las mejillas me ardían por el rubor.

– ¿Si qué? – preguntó poniéndome más nerviosa porque me miraba fijamente.

– Pues... si hay... es decir... tengo que... pagarte – finalmente lo dije mirando hacia mis manos que jugaban con la colcha.

– ¿Te refieres a dinero? – dijo sonriendo divertido y yo quise que la tierra me tragara.

– Sí – respondí titubeante.

– ¿Y tú crees que la otra ocasión me hubiera ido sin mi pago?

– Supongo que no – reflexioné que me hubiera llamado para cobrarme.

– No soy un gigoló, si es lo que piensas, esto es sólo placer para ambos y créeme, no hay dinero suficiente para retribuirlo.

Me quedé muda, no me esperaba esa respuesta, en verdad tenía toda la razón, no contaba con el dinero suficiente para pagarle todas esas intensas sensaciones que me hacía sentir. Vi que se levantó y tomó su pantalón del suelo, buscó en una bolsa y sacó otro condón, eso provocó que sonriera y mordiera mi labio inferior. Sí, una vez más, con otra vez me conformaría por esta noche. Se subió a la cama y dejó el condón sobre la almohada, me jaló de las piernas para dejarme completamente acostada y con las yemas de sus dedos las fue recorriendo, desde el talón, se detuvo en las rodillas haciendo movimientos circulares y después subió a mis muslos que apretó ligeramente. Lamió mi ombligo y subió a mis pezones con los que estuvo jugueteando mientras con dos dedos frotaba mis labios vaginales, yo arqueé mi cuerpo y abrí mis piernas, él subió lamiendo hasta mi cuello y después me besó mientras colocaba su dedo en mi interior deslizándolo afuera y adentro. Como pude tomé el condón y lo saqué mientras él seguía dándome placer con su dedo, se lo di y vi como se lo colocaba, abrí más mis piernas y cerré los ojos al sentir como entraba de nuevo en mí.

Ardiente Tentación  ●adaptada•SUGA●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora