Una taza de café caliente, el libro que nunca termino de leer, la vieja libreta y esa pluma de tinta escasa.
Mi cuerpo sumergido entre las sábanas, mi mente divagando como siempre.
No sé desde cuándo ni por qué, pero ya se ha vuelto un hábito, tal vez hasta costumbre y creo que con el tiempo será parte de mi rutina.
Es como un instinto, casi una necesidad, es como si mis ojos se confabularan contra mí y apuntaran directamente al reloj justo cuando marca las 11:11, quizás sea coincidencia, pero nunca he creído en ellas, creo que consciente o inconscientemente hacemos que las cosas sucedan.
El reloj me avisa que es hora de pedir un nuevo deseo, y es inevitable que seas tú mi primer pensamiento, pido por ti, por mí, por nosotros, aunque ese "nosotros" no exista.
Quizás todo esto sea una simple excusa para poder pensar en ti un minuto más...
Y recuerda... cada vez que veas 11:11 marcado en el reloj, estaré pesando en ti, en mí, en "nosotros"...