Atrapada para siempre

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Nerea se quedó boquiabierta.
-¿Qué? -consiguió decir al fin- ¿Cómo que una vez que entras aquí no puedes salir? ¿Entonces que narices hacías tú en la puerta de la casa ayer? Si tú puedes salir, todos podemos salir.
- Nerea -dijo Beatriz- los muertos sólo podemos salir de aquí un día al año. ¿Por qué? Pues la verdad, no lo sé. Pero cuando salimos de aquí, sólo podemos estar dos horas fuera. Después, automáticamente aparecemos aquí. Ahora, tú estás... cómo decirlo... muerta.
-¿Muerta? ¡Yo no estoy muerta! ¡Muerta lo estás tú! ¡Déjame en paz! ¡Déjame salir!
-¡Nerea! Ahora vas a tener 15 años por toda la eternidad. Espero que te acostumbres.
Nerea lloraba desconsoladamente. Beatriz se sentó junto a ella y le pasó el brazo por encima de los hombros para reconfortarla.
-Nerea. Si te sirve de consuelo, los espejos son los portales hacia el mundo de los muertos. Si echas de menos a tus padres, puedes asomarte a cualquier espejo de tu casa y los verás. Sólo que ellos no te verán a ti.
-Beatriz -contestó Nerea- No, no me sirve de consuelo.

La casa en el campoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora