III

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Termine explicándole como fue que había llegado hasta ahí. Para cuando finalice alguien llamo a su teléfono y algo preocupado saco unos billetes y los coloco sobre la mesa. No me queje.

-Debo irme. Nos vemos- Me dijo sonriendo, y tomando sus cosas me dio un beso en la mejilla y se alejo.

Lo seguí con la mirada y el volteo a verme para guiñarme uno de sus ojos y luego salir trotando. Ahí supe que se había ido.

¿Cómo demonios se suponía que nos veríamos si a penas sabia su nombre?

Gerard, Gerard, Gerard, Gerard... Me gustaba como sonaba, era un lindo nombre. Gerard.

Finalice mi café y con el dinero que había dejado sobre la mesa pague la cuenta.

El reloj en mi móvil marcaba el mediodía. Mi mente debatió entre pedir algo en el lugar para almorzar o retirarme. Preferí la segunda opción, luego de ir al banco podría comprar una pizza en algún lugar y así almorzar en el departamento.

Me moví unas tres cuadras por el centro de Summit, haciéndole caso a las indicaciones que la mesera me había dado, así llegando a un city bank ubicado exactamente en una esquina.

Entre y rápidamente encontré un cajero libre. Coloque mi tarjeta y mi clave y al cavo de unos minutos ya estaba afuera con el dinero suficiente para sobrevivir al menos dos semanas. Mañana depositaria el dinero del alquiler.

Como todo turista, necesitaba ayuda de las personas del lugar para tener una idea de donde se encontraba todo. Pensé en llamar a Gerard pero recordé que habíamos sido tan idiotas que ni siquiera habíamos intercambiado números. Dudaba volver a verlo.

Me hicieron regresar por mi camino hasta llegar a una pequeña pizzería ubicada entre una juguetería y una florista.

Con un apetito bastante grande y dos cajas de pizza entre mis manos me dirigí hasta el apartamento. Tenía planeado comer y luego dormir más, estaba terriblemente cansado.

Con pasos pesados y después de unos minutos de caminar esas interminables calles llegue al conjunto de departamentos. Era muy lujoso, claro que los había visto ayer, pero se podía apreciar todo mucho mejor de día.

Era una enorme estructura con ladrillos a la vista, tenia detalles en colores pasteles y cada balcón o reja estaban pintados de un mismo tono de blanco.

Suspirando pesadamente, subí las escasas escaleras para entrar en el edificio y camine hacia mi apartamento. Lo primero que hice al abrir la puerta, algo un poco complicado si llevas dos cajas de pizza en tus manos, fue dejar mis cosas tiradas en algún sitio y lanzarme a la cama con una porción de esa deliciosa comida.

Si algo no había aprendido de todos mis viajes, era a comer. Visite ciudades con una gastronomía popular y prestigiosa, como Roma o Paris, pero nunca logre aprender a comer, siempre volvía a lo básico, es decir, pizza.

Era fácil de conseguir, grasosa, por lo que con un par de porciones ya estaba satisfecho y funcionaba para comerla a cualquier hora.

Acabando con mi vagancia, guarde el resto de mi almuerzo en el refrigerador y acomode las cosas que había derramado cuando llegue.

Estaba acomodando mi mochila cuando recordé lo que estaba haciendo en el parque hasta que Gerard Way se adueño de toda mi atención. Tenía que continuar revisando mis fotografías.

Tome mi cámara y le retire con suavidad la tarjeta de memoria para luego colocarla en mi ordenador portátil. Lo encendí y procedí a editar y borrar fotos.

Intentaba concentrarme y revisar con detalle cada una de ellas, pero algo en mi me hacia volver siempre a las ultimas tomadas, las de ese chico un poco pensativo viendo su dibujo inconcluso. Él no salía de mi cabeza, no salía de mis pensamientos, quería olvidar lo de esta mañana, no me servía de nada ocupar mi tiempo en él si al final nunca volveríamos a vernos.

Pero aun había algo, algo que me decía que volveríamos a vernos, que volvería a hablar con él. A penas nos conocíamos, pero yo sentía una extraña conexión hacia él (además de que era malditamente atractivo), como si nos conociéramos de toda la vida.

Quería llamarlo, decirle de encontrarnos en cualquier lugar, hablar con él hasta madrugada y compartir tal vez unas bebidas.

Hace mucho tiempo no podía mantener una conversación de más de diez minutos con alguna persona, menos penar en ella o sentirme atraído a ella. En mi vida no era algo nuevo, pero si so contabas solo los últimos dos años de mi vida.

Alejarme de mi hogar me trajo muchas consecuencias, como la necesidad de protección de una madre o un padre, la falta de las amistades y de comunicación. Por supuesto hablaba con personas de vez en cuando, no vivía encerrado, hablaba con las señoras en los supermercados y de vez en cuando salía a un par de bares.

Siempre evite juntar problemas y meterme con personas que no volvería jamás a ver, por esa razón siempre evitaba los bares homosexuales. Me limitaba a ir al local más vacio y sentarme en la barra, mientras pedía un par de tragos y escuchaba buena música. Las mujeres solían acercarse, algunas eran presentables, pero todo el mundo sabía que querían más que una conversación, y otras tal vez más exageradas, yo solo las rechazaba con mi rostro más despectivo en caso de que se volviesen sumamente pesadas. No quería nada con ellas, no había huido de mi casa para seguir escondiéndome, para seguir fingiendo ser algo que no era. Había huido en busca de libertad, en busca de seguir mis pasiones y mantenerme fiel a quien realmente era.

En mi cabeza seguía retumbando el nombre de ese joven artista. Me llamaba, me cautivaba a él. Sea lo que sea que estuviese pensando podía unirlo con algo relacionado con su persona.

Hace años que no tenia esta clase de problemas y ya comenzaba a recordar cómo se sentía esa mierda de sentirse malditamente hechizado por alguien.

Moví mis piernas llevándome hacia el balcón, donde prendí un cigarro y con pesadez me obligue a finalizar con todo este problema.

De alguna forma debía volver a verlo mañana o lo antes posible.

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Demasiado corto, pero estoy inspirada asi que espero poder actualizar en este fin de semana :))

Runaway | FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora