"Te escondes en ese disfraz de chico malo. Pero detrás de él hay una hermosa persona de la cual me enamoré"
Doncaster recibió la mañana con suaves lloviznas y un poco acogedor frio. Louis se levantó con una poco agradable resaca. La noche anterior habia bebido suficiente alcohol como para no acordarse lo que había hecho. Solo se venian a su mente borrosas imágenes del cuerpo de Eleanor sobre el de él. El ojiazul no estaba interesado en Eleanor en lo absoluto, le parecía una chica desaliñada, aburrida y principalmente poco atractiva. Pero ese no era el problema, el problema era que Louis comenzaba a mirar a todas las chicas de la misma forma, y al parecer encontrando lo que no hallaba en ellas en chicos.
Se levantó de mala gana, enojado con sigo mismo por considerarse un marica más. Se metió a la ducha, repitiéndose una y otra vez en su mente "no soy un marica" intentando convencerse a si mismo que su orientacion sexual andaba bien.
Se vistió nuevamente de negro, afeitó su cara y ese dia decidió peinar su cabello para arriba porque "no era un marica".
Bajó las escaleras para encontrarse con su madre, preparandole un delicioso y liviano desayuno.
-Buenos días, cariño, preparé una ensalada de frutas, y un jugo de fresas para ti- mencionó Jay, mientras ponía todos los alimentos en la barra, donde Louis habitualmente comia su
desayuuno.La sangre del castaño empezó a hervir. No quería que lo tratase como otra mas de sus hijas. Él queria desayunar como un hombre, queria comer tocino, y demasiado pan. No una delicada ensalada de frutas ni un liviano jugo de fresas. Eso era para niñas. Y Louis quería convenserse a si mismo de que no era uno mas de ellas.
-¡Mierda, No!- exclamó el castaño, golpendo brutalmente la barra de desayunos, haciendo sonar un estruendoso sonido de los utencilos sobre ésta.
Jay se sobresaltó, miró a su hijo algo asustada, nunca lo habia visto reaccionar de aquella manera. No era normal en Louis.
-¡no me trates como si fuera otra más de tus hijas! ¡Joder soy un hombre! - Volvio a exclamar el castaño. Ahora sintiedo como un gran nudo se formaba en su garganta. No queria llorar. No los iba a hacer. Salio de su casa con rapidez, cerrando con un estruendoso golpe la puerta de entrada.
Sus azules ojos se llenaron de pesadas lagrimas que amenazaban con salir en cualquier momento. No quería llorar, no queria sentirse nuevente un maldito Gay, un homosexual, una niñita. Los hombres no lloraban. Secó sus lágrimas con premura y comenzó a maldecirse a si mismo por lo que su corazón sentia.
Cuando llegó a la secundaria, rapidamente se dirigió a uno de los baños en la planta baja, mojó su cara y se miró al espejo, queria abofetearse, pero si alguien entraba, quedaría como un ridiculo, un loco.
Comenzo a buscar entre las multiples basuras que tenia en su mochila, desde un clavo a una cuchara, nunca se había dado el trabajo de sacar todas esas basuras de ahí. Buscó y buscó pero el pequeño piercing paracia nunca aprecer. Él sabia que estaba ahí, sabía que lo habia guardado en uno de sus bolsillos, estaba completamente seg...
-Creo que se te cayó esto-
Louis se giro algo asustado, para encontrarse con la dulce mirada del rizado observandole, era el rizado que había golpeado con su pelota de Tennis el día anterior. Era el rizado que había visto pero no oido cantar desde un auto. ¿cuando haba llegado él ahí? El ojiverde sostenia entre sus manos unos de los boxers de Louis. ¿Pero qué...? ¿como sabía llegado eso ahí? ¿Por qué traia un boxer entre sus pertenencias?
Sus mejillas rapidamente se tornaron un intenso rojo carmín, su mente pedia a gritos al universo que lo tragase la tierra.