"Al final del camino siempre encontraremos una luz, yo ya la hallé. Tu eres mi luz. Y ya me encuentro al final del camino"
-¡Sueltame!- Exigió Harry, cuando Louis había cerrado de un fuerte portazo la puerta de la pequeña sala. El rizado se zafó del arrague del castaño y lo miro con una marcada mueca de molestia formandose en sus facciones.
-¿Que quieres, Louis?- preguntó el rizado, haciendo el más sumo esfuerzo para parecer rudo, frio y molesto, por ende se cruzó de brazos y observó los orbes del ojiazul con seriedad y disgusto.
-Creo que te debo una disculpa- mencionó Louis, sonaba realmente timido y nervioso, lo cual era realmente extraño en él. Su mirada bajo a sus pies cuando su orgullo decaía junto a su mirada.
Harry alzó una ceja, por más que quisiera correr a los brazos del castaño y abrazarlo hasta ya no poder más, se resistió, no le dejaría el trabajo tan fácil. Lo había hecho llorar suficiente la noche anterior como para aceptar unas disculpas tan fugaces.
Harry lentamente fue abriendo sus labios, pensaba y buscaba que decir, pero no hallaba palabras algunas para mencionar. Por ende el castaño tomó la palabra antes de que Harry pudiese decir algo.
-Realmente me siento avergonzado por actuar así, no sé que ocurría conmigo Harry... yo... Yo realmente creo que eres un chico encantador y...- Mientras Louis dejaba escapar todas aquellas tiernas y sinceras palabras de su corazón, avanzó cuantos pasos pudiese hasta llegar al frente del rizado, tan solo los separaban cortos centimetros. La respiración de Harry comenzaba a salirse de control, los latidos en su pecho subian y bajaban con premura y sus manos comenzaban a sudar. Mientras que por otro lado Louis disfrutaba de la grata compañia del ojiverde -y tu también eres muy lindo- mencionó el castaño mientras esbozaba una sonrisa, llena de sentimientos y sinceridad. Fue acercando su rostro al del rizado lentamente. Mientras que del lado opuesto se hallaba Harry, mirando directo las estrellas brillar como nunca antes habían brillado en su mundo. Los ojos de Louis reflejaban sicenridad y cariño. Pero eso no impidió que el rizado comenzase a enloquecer. Por más que el rostro se Louis se acercaba al suyo pedía a todas las constelaciones que se pudiese meter en una cajita, sellarla y nunca más salir.
Quería que Louis lo besara, quería sentir sus labios sobre su piel, quería sentirse vivo. Pero sabía que nada bueno podria salir de eso.
Entonces recurrió al más común metodo de autodefensa. Dobló su pierna para adelante, y golpeo con todas sus diminutas fuerzas a Louis en sus testículos.
Louis de inmediato se separó del rizado y se tiró lentamente al sucio piso para retorcese en éste como un gusano.
Harry cubrió su boca con ambas manitos y jadeo. Pensó que realmente habia lastimado al castaño, sentía la obligación de ayudarlo y pedirle infinitas disculpas, pero lo más probable que con el rudo caracter del ojiazul, lo golpearia y insultaría hasta el cansansio.
Por lo cual echó a correr afuera de la sala del conserje. Mientras sentia su corazón estrujarse y partirse en dos. Habia lastimado a Louis, lo habia golpeado. Y él solo habia intentado ser cortez y amable. Harry sintió como una gran mochila, llena de culpa, se colgaba en su espalda, y eso no se iría hasta disculparse con Louis.
Ya habian pasado dos largos días desde aquel obscuro acotentecimiento.
Harry no había asistido a la escuela por más que se abuerriera en casa. No se sentía saludable, sus piernas pareciam pesar toneladas y su garganta picar con furor, le había dado fastidiosa gripe para ese entonces.
Aquellas largas cuarenta y ocho horas las había dormido la gran parte de estas. Niall lo habia ido a ver el día anterior y había llevado una película para que ambos observasen. El rizado se paseaba por la casa en sus más lindos pijamas, el cual el estampado era de bananas, bostezaba con freciencia, y restregaba sus ojos. Se echaba a ver television en el sofá de la sala o comezaba a dibujar en la laptop de Royer; dibujaba a él y su difunta madre.