¿Tu vida es así?

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Habían pasado veinticuatro horas desde el último encuentro entre Aoba y Noiz, pero, el primero, ya estaba deseoso por reencontrarse con el joven de hebras doradas. El plazo no se cumplía aún porque faltaban dos horas para que llegase el momento. Dos horas en las que podían suceder cualquier cantidad de cosas, desde anunciar la llegada anhelada hasta prohibir el viaje por alguna clase de motivo no esperado.
»¡Aoba!« gritó Haruka »Haz tus tareas de la escuela antes de marcharte.«
No era un tono alto como cuando reprimen a alguien, sino una tonada de aviso pasiva, y con mucha calma.
»Enseguida« dijo el primogénito aunque, en verdad, no había escuchado lo que le dijeron, pero no porque no tuviese ganas, sino porque en realidad no había escuchado lo que su madre le mandó a que hiciera.
El chico de cabellos celestes estaba entusiasmado porque ya habían transcurrido más de cincuenta y siete minutos, aunque aún faltaba una hora y tres minutos (Naine no permitía que saliera un sólo minuto antes). En el tiempo que restaba, Aoba decidió utilizar sus juegos de video. Comenzó a jugar al Street Fighter II, estuvo entretenido en eso, y sólo en eso. Los segundos eran lentos, las centésimas paseaban como tortugas, y las milésimas eran enteramente eternas. Todo transcurría tan pero tan despacito que el único hecho de esperar a que al final termine, se volvía agobiante. El chico de orbes color amarillos continuaba con la espera mientras seguía con sus videojuegos.
Luego de estar tanto rato resistiendo los minutos, llegó el momento esperado: faltaban sólo trescientos segundos para que Aoba pudiese dirigirse a la mansión de su Amado amigo. Él sólo esperaba a que sus padres le den el permiso para abordar al auto.
»Hijo« exclamó Naine Seragaki, y Haruka completó lo dicho por su marido »¿Puedes venir, por favor?«
El jovencito de hebras color cyan se encontraba impaciente. Se presentó ante su mamá y su papá con una sonrisa enorme.
»¿Haz hecho tus deberes?« indagaron.
Aoba borró totalmente su linda expresión y la cambió por una de tristeza.
»No te llevaremos hasta que termines con las cosas del instituto«
»¡No pueden hacerme eso!« dijo el niño, afligido por la situación.
»O terminas con ello o no saldrás de aquí. Si piensas ir solo entonces deberías saber que, desde Kyuujuuminku, en auto, hasta tu destino, la cantidad de kilómetros son unos ciento treinta y siete; caminando serían tres veces más esa cantidad.« (Unos 411km).
Aoba reflexionó y lo tomó como ejemplo a Noiz, entonces pensó en medir cada palabra que saliera de su boca. Tuvo una idea.
»Matemáticas es el trabajo que tengo que completar, si ustedes me lo permiten, ¿Podría terminar todo con la ayuda de mi compañero?«
Ellos se lo pensaron muy bien, entonces le dijeron a su hijo que busque sus cosas para ir a la mansión. El joven de ojos color complementarios al amatista obedeció y recogió sus pertenencias con toda rapidez. Se subieron al vehículo, luego comenzaron con el viaje de varias horas. Aoba se quedó dormido.

El viaje aún continuaba. El niño despertó cuando se hallaba exactamente en frente de la casa de su amigo, entonces se despidió de sus padres y se marchó. Cuando ingresó al hogar de Noiz, no había notado que debía recorrer un largo camino angosto para llegar a destino. Estuvo caminando por ocho minutos seguidos, pero al final llegó sin problemas, excepto que... En la entrada principal habían dos hombres corpulentos, con físicos parecidos al de campeones internacionales de peso completo en boxeo. Aoba se acercó a ellos, pero los guardaespaldas no se molestaron para nada, debido a que ya estaban informados sobre un chico con esas descripciones. El joven de ojos color complementario al violaceo saludó en modo gentil a los hombres, el dúo respondió de igual manera y abrió la puerta. Aoba se adentró en el lugar más grande que jamás hubiese visto: había una escalera que se transformaba en seis cuando llegaba a la mitad de la misma; en la parte inferior se hallaban unas cuatro puertas y por cada dirección de las escaleras habían tres puertas. El pequeño de cabellos celestes se estaba desesperando por no saber hacia donde iría, pero ,anticipado a eso, llegó Noiz para recibir a su invitado. Le dijo que subiera y él lo hizo. Aoba quedó impactado por la enormidad de la habitación.
»Ahora entiendo como puedes vivir con tanto sosiego aquí dentro. Yo también estaría tranquilo si tuviese a dos hombres gigantescos en la entrada de casa.«
Noiz sonrió, cosa que el chico de hebras turquesas pudo ver por primera vez; pero ,como él decía, siempre había una primera vez para todo, pero para todo.
»¿Conoces Rhyme?« indagó el niño de hebras blondas.
»Si.« respondió el otro joven »Mi personaje se llama Sly Blue.«
Noiz activó el juego, ingresó con su cuenta y luego le pidió a Aoba que hiciera lo mismo.
El chico de ojos azules se encontró con un mensaje de Rhyme, el cual le mostró a su amigo:
Comunicado de Rhyme
-Su contraseña es inválida, por favor, verifique que haya escrito correctamente los caracteres y reintente. (Puede que su usuario se esté ejecutando actualmente.)
El genio en tecnología tomó el computador y lo revisó. Le contó a Aoba que su cuenta había sido hackeada, pero que ya la había recuperado. El chico de ojos amarillos soltó una gran sonrisa y luego se lanzó hacia su amigo para darle un gran abrazo. Noiz no reaccionó de ningún modo.
La noche se aproximaba debido a que Aoba llegó muy tarde, entonces al pequeño de ojos dorados le llegó una llamada:
»Aoba, necesitamos saber si puedes quedarte ahí esta noche, nosotros debemos irnos.«
»Espera que consulto...« mientras Aoba hablaba, Noiz afirmaba con la cabeza »Dice que sí, que puedo.«
»Bien, pues mañana pasaremos por ti, besos.« colgaron el teléfono.
»Ya es tarde, preparate para dormir.« el joven de cabellos rubios le dio un pijama sacado desde su armario, el cual el chico de cabellos color aqua se colocó instantáneamente.
»Jamás ha venido alguien a visitarme. Tampoco que debieran dormir aquí. Lo que quiero decir« explicaba Noiz »es que sólo tengo esa cama que ves allí.«
»Eso significa que... ¿Dormiremos j-juntos?«
El joven de cabellos dorados dio una respuesta afirmativa. Aoba se ruborizó levemente mientras su amigo miraba hacia otro lado.
Pasaron veinte minutos hasta que ambos terminaron de cepillar sus dientes. Acción siguiente, los dos chicos se acomodaron en el colchón que, a pesar de que era pequeño, los jóvenes cabían perfectamente bien juntos.
En medio de la noche, el niño de ojos amarillos comenzó a sentir frío (pues estaban en medio de la época invernal), entonces estiró el brazo y lo entrelazó con el de Noiz. Él sintió su brazo, pero igualmente no reaccionó de ningún modo, y, al contrario, continuó durmiendo. Al final, antes de dormirse, Aoba se impresionó por la forma de vida que poseía su compañero de ojos verdes y ,mientras el mismo dormía, el joven de orbes de color antónimo al amatista le susurró al oído:
»¿Tu vida es así?«, y posó su cabeza encima de la de Noiz, soltó una sonrisa y se durmió con mucha felicidad.

-Fin del capítulo segundo.

"Una entente con Rhyme".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora