¿Qué me sucede?

159 16 1
                                    

Aún hacía frío, el aire se sentía liviano y el horario ya había cumplido el ciclo de las doce horas, y los jóvenes se habían acostado a las nueve en punto (como era invierno, la noche se aproximaba con mayor velocidad) , así que el horario se mantenía, sólo que ya cruzaron de un día a otro y el PM se transformó en AM muy repentinamente. A pesar de que estaban en invierno, las hojarascas todavía se podían admirar en el suelo pintado de un hermoso color albino porque ,recientemente, habían salido del otoño. Todo el clima era tan ilógicamente precioso, desde las plantas y los insectos, hasta los animales, y las personas vestidas para resguardarse del aire recubierto de una polaridad bastante alta. La onda de calor era tan sosa que apenas y podía darse energía solar a sí misma; pues la temperatura circulaba cerca de los -7°C.
    En el hogar del joven Noiz podía apreciarse una hermosa melodía proveniente de una pequeña cajita musical. Las grandiosas notas melódicas llevaban el nombre de "Sakura - Japan folk song", y se oían tan lindas que hasta podrían hacer dormir a un ángel que sufriera de insomnio. El jovencito de hebras doradas practicaba el piano digital, pero, con los sonidos de una caja de música.
   Aoba seguía entre sueños, pero las vibraciones sonoras producidas por el piano dactilar consiguieron hacer que sus ojos empezaran a abrirse. El chico vestido con pijama verde se despertó de su profundo sueño. Ya eran las nueve horas y ocho minutos. El genio de la electrónica se acercó al niño dormilón y le dio un anuncio:
   »Deberías levantarte, tus padres llegaran en cualquier momento.«
Aoba chasqueó la lengua; se veía muy quejumbroso.
   »No tengo deseos de retirarme.«
    En la calle se escuchó el ruido de un auto. Una bocina, para que sea mucho más explícita la referencia a la que se desea llegar.  Noiz marcó una contraseña ininteligible para desbloquear el portón principal. La misma era algo así:
   ~2 9 5 4 B N X 0 7 8 5 6 @_G B X 3 7 6 1 9 8 //D6Fx [(6580.95824)]2.~ Un experto totalmente creado para entender lo referido a la tecnología.
El joven de cabellos azules ya había cambiado su vestimenta por completo, lavado su cara y acomodado sus hebras (adoraba cuidarlo con tanto entusiasmo) , y por último, antes de bajar, tomó a su Allmate y después fue a recibir a Naine y Haruka.
   »¡Hola!« gritó Aoba, fingiendo que estaba con muchísimo entusiasmo de ver que sus padres se hallaban en el patio de la mansión de su amigo. El pequeño de ojos color antónimo al morado fue a despedir a su tan preciado compañero.
   »Nos vemos en un par de horas«, su asistencia convenía al turno tarde.
   »Está bien, hasta entonces.« respondió el pequeño Noiz, y luego vio a su invitado saliendo por la puerta principal.
   Pasadas las horas correspondientes, los dos jóvenes volvieron a reencontrarse en la institución.
   »Tanto tiempo.« dijo Aoba con una sonrisa en su rostro.
   »Lo dices en broma, ¿verdad?« preguntó Noiz.
El chico de cabellos color cyan respondió volviendo a repetir la acción de antes, sonreír.
    En el instituto todo era siempre genial, aunque la mayoría de las veces Aoba evitaba el hecho de salir al patio para omitir el motivo de conversar con alguna persona que no fuese Noiz.
    Todos los días en el colegio eran comunes y repetitivos, excepto por aquel raro mes de agosto en que, repentinamente, Aoba comenzó a hacer ciertas cosas que antes no hacía. Por ejemplo, se preocupaba al extremo por su amigo de ojos verdes, tanto que cuando un joven intentaba entablar un diálogo con él, el niño de vestimenta color cyan se transformaba en un pequeño extra furioso.
   »Entonces... ¿Pasarías por mi casa?« preguntaba un niñito de cabellos claros como la miel.
   »Pues...« Noiz estuvo apunto de dar una respuesta pero, justo en ese instante, el amigo de ojos amarillos se aproximó para poner fin a esa charla.
   »Encontré algo genial para que vayamos a ver, ven conmigo y lo veremos.« exclamó, deseando apartar a su Amado compañero de la voz del otro joven.
   »Está bien.« le respondió a Aoba. Seguido, dio respuesta al niño de hebras castañas. »Lo siento, será en otro momento.« concluyó.
    El chico de auriculares rosados tomó de la mano a su amigo y se lo llevó lejos de aquel jovencito.
   »Ese niño no es de mi agrado, te pido, hazme el favor de no acercarte más a él. Gracias.« utilizó un tono altivo y le agregó mucha preocupación.
Noiz no interfirió con la petición del muchacho de cabellos claros como el océano y, al contrario, la obedeció como sí fuese una gran obligación hecha por un rey o un dios (era una exageración, pero así lo veía).
   »¿Dónde nos encontraremos?« Indagó Aoba luego de haber regañado a su amigo.
   »Aún no lo sé, pero en cuanto tenga  alguna idea te avisaré lo más pronto que me sea posible. Es más, si quieres puedo enviarte un manuscrito.«
   »Me parece bien, sólo no lo olvides, por favor, sino me quedaré muy solo.«
El niño circunspecto le respondió con un gesto muy común, moviendo su cabeza de arriba hacia abajo. El chico de cabellos azules claros soltó una risita involuntaria.
    Aoba estaba en su hogar disfrutando de un sosiego indestructible, pero algo lo perturbó: sonó el timbre de la casa y él debió aproximarse para abrirla.
   >Nos encontraremos en la estación de trenes de mayor cercanía a tu hogar, ¿Estarías en desacuerdo con ello?< la carta llevaba la firma de Noiz.
El joven de hebras celestinas tomó rumbo hacia la terminal del tren, y pronto se halló muy cerca de su amigo  de gorro color negro y verde. Llegó al lugar indicado y allí estaba Noiz, tranquilo y pensativo como de costumbre. El clima se encontraba helado y los copos de nieve caían como sí fuesen una catarata de hielo, a pesar de que era muy frío y bajaba la temperatura corporal, todos admiraban con grandeza su hermosura pintada de un albino intenso.
   »Nos reencontramos.« asintió el joven de mangas prietas largas.
Aoba se sonrojó mucho, y Noiz lo notó al instante, pero negligente de lo que verdaderamente sucedía, le formuló una pregunta:
   »¿Te sientes bien? He notado que tu frente está ardiendo.« posó su frente encima de la de Aoba, quien se puso aún más colorado de lo que estaba, y, además, su corazón empezó a palpitar con una fuerza impresionable. Sus ojos se encontraban muy cercanos unos de otros, lo mismo sucedía con sus labios, pero, aunque al joven de pelos celestes se le cursó el pensamiento de darle un beso a Noiz, su vergüenza no le permitió hacerlo. En lugar de ello, le dio un abrazo poderoso y acompañado de mucho cariño. Todo era raro, todo era muy difuso para el niño de diez años de edad, tanto que hasta sintió el deseo incontenible de largar sollozos, lágrimas y todo el amor que contenía su ser. Aoba pensó en cambiar sus actitudes porque podrían verse muy tergiversables. Durante el día se sintió muy contento de haber podido tocar sus manos, acariciar su cabello blondo, y pasar las manos por aquel rostro tan suave al tacto, hasta podía colocar sus dedos en los labios de su amigo.
    No estaban muy conformes, pero mientras el tiempo pasaba tan rápidamente, Haruka y Naine aparecieron para regresar al chico de orbes amarillos a su casa. Noiz y Aoba se despidieron muy cariñosamente, y el segundo joven se guardó dentro suyo la gran intriga de saber por primera vez en su vida el hecho de entender "¿Qué me sucede?"

               -Fin del capítulo tercero

&quot;Una entente con Rhyme&quot;.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora