Capitulo 3

4.1K 284 17
                                    

Con muchas ansias comenzó a vestirse lo más rápido posible; quería de alguna manera verlo nuevamente.

No podía sacárselo de la mente, su silueta, sus ojos, esa manera de mirarla, y sus labios, estaban presentes más que nunca, lo necesitaba. La noche anterior había fantaseado nuevamente con él, con su cuerpo desnudo mientras la poseía con fuerza.

Deseaba sentir sus caricias, pegarse a su boca, sentir sus labios en los suyos y su lengua buscando la suya. De solo imaginarlo su cuerpo empezaba acalorarse.

Esa mañana Santi entro a su oficina, había acabado el trabajo que le encargó; nuevamente quedo sorprendida, el chico tenía talento. Hicieron contacto visual mientras ella le decía que había superado sus expectativas, el solo se limitó a responder con un sincero "gracias"

Perdida en su mirada lo retuvo por más tiempo con el pretexto de volver a examinar su trabajo. Santi observo su mirada un pequeño instante; aquellas gafas de montura negra la hacían lucir demasiado sexy. Se éxito al notar como se pasaba el lápiz por sus labios rojo carmesí, apoyo el tobillo derecho en la rodilla izquierda para ocultar su erección.

─¿Sucede algo? ─le pregunto sintiendo su mirada.

─No.

─Dime ─insistió.

─No sucede nada.

─¿Entonces por qué me miras así? ─ella frunció leve mente el ceño─. Pensé que no tenías miedo a decir las cosas.

─Y no lo tengo ─respondió, mostrando una sonrisa llena de confianza que ella no pudo ignorar.

─¿Entonces?.

─Usted es muy insistente.

«¿Usted?»─. ¡Me llamo Alice! ─molesta dejo los papeles en el escritorio─. ¡Alice!

─Usted es mi jefa. No pienso tutearla.

─Pero la otra vez...

─La otra vez ¿Qué?

─Me llamaste Alice, aquella noche, en el restaurant.

La miro desconcertado─. Lo siento pero... no sé de qué me está hablando.

Bufo mientras se cruzaba de brazos─. Vaya perdiste la memoria ─dijo con sarcasmo─. Pues yo también se me esos jueguitos.

─¿Qué jueguitos?

─Me molesta eso ─desvió la mirada.

Santi la observo, le provoco una tremenda gracia el verla actuar así, parecía una niña haciendo berrinches.

─¿Qué le molesta?

─¡Por dios! ─clavo la mirada en él, pero cuando se encontró con aquellos brillantes azules sintió como su semblante cambiaba─. Deja de hacerte el tonto.

No contuvo más su risa. Un momento estaba enojada y ahora, era una niña indefensa.

─Está bien. Alice. Pero solo te llamare por tu nombre cuando estemos solos.

«¿Solos?» ella suspiro mientras su mente comenzó a volar y aterrizo en su cama.

─Me parece bien ─dijo tratando de restarle importancia.

─Por cierto: tienes una hermosa sonrisa.

Y allí estaba nuevamente sonriéndole como una tonta. Sonrojándose como una colegiala adolecente. Tomo los documentos y los alzo a la vista para bloquear su campo de visión.

Rincón Exquisito © (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora