Capítulo 1: "Éste año será diferente, sin duda alguna"

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•Narra Leah
Un elfo doméstico se apresuró en dejar la última taza en su lugar en el momento en el que yo entré al comedor; la gran mesa se encontraba debidamente servida de punta a punta, la verdad es que no acostumbraba a bajar tan temprano, pero como volvía a Hogwarts lo ameritaba.
El olor a tostadas recién preparadas y el café humeante ya servido, indicaba que mis padres llegarían en cualquier momento.
Podía escuchar los rechinantes zapatos de mi padre bajando las gradas, mientras que deseaba ya oír los gritos con los que mi madre reprocharía a Draco por seguir durmiendo, era toda una rutina de volver a clases.
Tomé asiento en mi lugar al mismo tiempo que una lechuza dejaba "El Profeta" en la larga mesa y salía rápidamente de allí.
-Buenos días, Leah Lynx- me saludó Lucius, mi padre, con su tono habitual, mientras que tomaba asiento.
-Buenos días, padre -le respondí, mientras servía en mi plato, toda clase de comidas.
-Hija, deberías cuidar tu figura.- Narcissa, mi madre, acababa de entrar a la habitación, seguida de Draco, que por cierto, no tenía muy buena cara.
Me arrebató el plato de las manos, unos minutos después regresó, devolviéndome el plato, en el que había una saludable ensalada en su lugar.
Arrugué la nariz
- Pero mamá... -intenté replicar, pero me fue imposible.
- Leita, cariño, te amamos y por eso deseamos lo mejor para tí, eres la única heredera mujer que queda en Los Malfoy's y si quieres conseguir un buen marido, que tenga dinero y sea guapo, debes dejar de comer como un puerco y concentrarte en cuidar tu figura.
Gruñí en mis adentros, debí replicar, pero la aprobación de mis padres era mi prioridad, después de todo ellos querían lo mejor para mí.
Algún día sería grande, y serviría al Señor Tenebroso, mucho mejor de lo que lo hicieron ellos.
Asentí y callada comencé a comer mi ensalada.
Papá se dispuso a leer el periódico, pero unos segundos después, pude ver rabia reflejada en sus ojos.
- Malditos traidores a la sangre, canallas... -lo escuché susurrar y todas las miradas se dirigieron a él.
- ¿Sucede algo, Lucius, querido? - Mamá tomó su mano por encima de la mesa, en un intento de tranquilizarlo.
-Esos traidores Weasley's, viajaron a Egipto, por un estúpido premio ....
Su rostro se tornó rojo, y ya respiraba con dificultad.
Todos nos callamos por unos segundos, Draco apenas nos miraba.
- ¿y eso en qué nos afecta, padre?, después de todo somos de las familias más pretigiosas del Mundo Mágico, mientras que ellos son unos traidores, y más encima pobretones.
Wow, ¿yo dije eso?, la verdad lo había hecho sin pensar, pero quería de una vez que esta incómoda situación acabe.
De pronto, el rostro de papá volvió a la normalidad.
- Tienes razón, Leah Lynx, sabia que habías heredado mi inteligencia, querida, gracias por hacer que vuelva a la realidad. -Me sonrió.
Sonreí más que satisfecha.
-Se nos hace tarde -dijo mamá, viendo su reloj mágico - ¡Agnes, recoge la mesa!
Una asustada elfa se acercó lentamente a retirar los platos, al acercarse a mí, no sé por qué decidí hacerlo, pero puse mi pie para que tropezara, cosa que funcionó; grave error: todos los platos que llevaba en brazos cayeron encima mío, regándome de comida y pedazos de porcelana.
Me levanté asustada, y muy enojada.
- ¡Eres una maldita buena para nada! ¿Cómo te atreves a hacerme esto?, ¡pues, claro! como tu eres fea ¿querías arruinar mi belleza, no?, sabias que no podías igualarme...
La diminuta Elfa, decía que no con la cabeza frenéticamente; la pateé con todas mis fuerzas, haciendo que chocara contra la pared.
-Yo me encargaré de ella, cariño -dijo mi padre -Tu madre te curará, a estos seres inservibles no puedes pedirles nada.
Mamá me llevó a su oficina, sacó un botiquín muggle y comenzó a quitarme los vidrios incrustados en la cara, me sentía enojada, y frustrada, ¿cómo quedaría mi rostro?
Suspiré aliviada al escuchar los sollozos y gritos de la Elfa, me sentí feliz al saber que mi padre estaba castigándola y dandole su merecido.
-Llamaré al sanador -anunció mamá, y minutos después regresó con el Dr. Goyle, mi padrino y tío preferido.
Luego de unos cuantos encantamientos, algunas herramientas mágicas desconocidas para mi, el Dr. Goyle anunció:
- Leah, cariño, lo siento mucho, aunque logramos retirar los vidrios incrustados, pero estaban muy profundos, las cicatrices en todo tu rostro quedaran, por lo menos un año, de nuevo, lo siento ahijada.
Al mirarme al espejo grité, era una chica de trece años, con la cara de un monstruo.
Comencé a sollozar, y gritar como nunca en mi vida, para mi sorpresa, Draco entro a la habitación y me abrazó como nunca lo había hecho.
Sólo minutos después, papá entró a la habitación:
-Los Malfoy's no lloran, Leah Lynx-
Me jaló de los cabellos y me limpió a la fuerza las lagrimas, con un pañuelo que siempre llevaba a mano.
-Lo siento, padre-dije con la cara roja de las estrujadas-no volverá a suceder.
-Eso espero, van a llegar tarde, tengo una reunión importante en este momento-dijo sin retirar la mirada de su reloj de bolsillo-, y si te interesa saber, la Elfa ya recibió su merecido.

Salimos de la casa en un automóvil muggle; mamá estaba en el asiento delantero con el chofer, mientras que yo y Draco atrás, junto a nuestros baúles.
Ya estábamos en el anden, Draco ya se había ido.
- Hija, lamento lo sucedido esta mañana, ¿mala manera de empezar el año escolar, no es cierto?-no me dejó contestar, ya que continuó hablando-, pero tranquila, las cosas se solucionaran, en un año, ya tu cara estará sana, conseguirás a tu marido; además eres dulce, Leah, sin contar lo inteligente y fuerte, ya veras como todo se soluciona.
Me dio un beso en la frente, y se alejó.
Aún confundida, subí al tren.
Me senté en el mismo compartimento que mi hermano, en el cual estaban también: Pansy, Theodore, Crabbe, Goyle, y Zabini.
No preguntaron nada sobre mi rostro, supuse que Draco ya se los había contado, y que les había pedido su discreción; lamentablemente todo Hogwarts no pensaba igual. Al recorrer los pasillos para llegar allí, me había encontrado con la mayoría de la población estudiantil, me miraban como si fuera un bicho raro, un fenómeno.
Me senté mirando la ventana, no tenía ganas de hablar.
- Eres hermosa tal y como eres, Leah Lynx-
Al darme la vuelta, me encontré con con los electrizantes ojos de Theo; acariciaba mi corto cabello rubio suavemente-, ya veras como todo se arregla, este año será diferente, ya lo veras.
"Este año será diferente, sin duda alguna", pensé, antes de caer en un profundo sueño.
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¡Hola!
Soy Leah; aquí traigo el primer capítulo, espero que les haya gustado :)
El próximo será escrito por Sofía.
¡Gracias por leer!
¡Besos!
~Leah

Espiando gemelos pelirrojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora