6

221 7 0
                                    

Yo tenía absurdamente el sueño pesado. Siempre lo había tenido. Mi papá solía decir que podía dormir durante el fin del mundo. Había dormido con tormentas con truenos que sacudían toda la casa, con la alarma de mi despertador sonando a un lado de mi oído. Podía una mano sacudirme por varios minutos antes de que finalmente despertara e incluso así estaba adormilada y desorientada. Babeaba cuando dormía. Era vergonzoso. Esa era parte de la razón por la que nunca había vivido con un chico, para ser totalmente honesta. Decir babear, no me refiero a eso lindo, en el que cae un poco por la esquina de mi boca. Me refiero a que mi almohada puede estar húmeda cuando despierto. Era asqueroso, pero no podía evitarlo. ¿Y a qué chico le gusta dormir junto a una chica que babea toda una piscina de saliva sobre él y la almohada?
Nunca desperté en medio de la noche por nada, ni por nadie. Una vez que caía dormida, estaba fuera de combate hasta que mi cuerpo estuviera listo para despertar.
Aun, dos días después de ir a la ópera, me movía despierta en medio de la noche. No había visto a Roth desde la ópera, lo cual había hecho los días muy largos y aburridos. Desperté, mirando el reloj que estaba a mi lado: 2:39 a.m. ¿Por qué estaba despierta? Mi corazón martillaba, haciendo un ruido sordo en mis oídos. Miré alrededor del cuarto, pero lo único que podía ver eran sombras y formas vagas, reflejos tenues de sombras en los espejos del baño.
Mi cuarto era casi negro como el carbón, la única luz venia del reloj a un costado de mi cama.
No estaba sola. Repentinamente y totalmente, me di cuenta de eso.
-¿Hola?, ¿Roth?
-Sí, soy yo. Cierra tus ojos. -Su voz venia de la puerta que conducía a la sala de estar.
-¿Qué estás haciendo aquí?, es plena madrugada.
-Cierra tus ojos Kyrie.
Hice lo que me dijo. -Están cerrados. No es que haga mucha diferencia, este cuarto es muy oscuro.
-Mantenlos cerrados. -Escucho su voz acercándose, escucho sus pies sobre la alfombra.
Sentí que la cama se hundía ante su peso. Mi corazón comenzó a martillar incluso más fuerte, golpeando sobre mi garganta. Su mano tocó mi pierna, cerca de la rodilla, moviéndose hacia arriba, hacia mi muslo y luego mi cadera. Hasta mi cintura. Yo estaba cubierta solo con la sabana, usando una camiseta y ropa interior. Su mano se deslizó sobre mi pecho, sosteniéndolo y luego se siguió moviendo. Encontró mi cara. Su pulgar acarició mi barbilla, mi mejilla. Y luego sentí seda presionándose sobre mis ojos y dejé caer mi cabeza para que pudiera atar la venda.
-Me disculpo por mi ausencia de estos días, Kyrie. Los negocios me obligaron a ausentarme. Pero ahora, estoy de regreso y voy a recuperar el tiempo que me fui. -Jaló la sabana y la tiró a un lado-. Pon tus manos bajo la almohada, bajo tu cabeza.
Deslicé mis manos bajo la almohada como me dijo y me guardé mis preguntas. Tenía un presentimiento de lo que iba hacer y no iba a discutir sobre ello.
Sus dedos trazaron mis mejillas una vez más, acomodando un mechón de cabello fuera de mi cara y luego bajo hacia la curva de mi garganta.
-¿Esta camiseta es importante para ti?
Negué con mi cabeza cuando me di cuenta de que quizás no sería capaz de ver mi seña.
-No. La anterior que rompiste, si lo era.
-En ese caso, mis disculpas. -Tomó el cuello de mi camiseta entre sus manos y sentí sus nudillos sobre los huesos de mi pecho, sentí sus manos tensas y luego la tela de algodón se rompió de arriba a abajo. Sentí que dejaba la cama y lo escuché poner el seguro-. Eso está mejor. Ahora puedo ver tu adorable cuerpo. Tienes unos pechos tan perfectos, Kyrie.
El aire frio pegaba sobre mi torso expuesto, haciendo que se enchinara mi piel y se endurecieran mis pezones. Mis manos se cerraron en puños bajo la almohada. Me preparé para su toque, pero cuando lo hizo, no fue lo que esperaba. Su dedo tocó la unión de mi boca, deslizándolo de un lado a otro. Separé mis labios, sintiendo su dedo entrar dentro de mi boca y probé su piel salada. Lo mordí suavemente y escuché un silbido cuando respiró. Su dedo dejo mi boca, trazando una línea hasta mi barbilla, entre mis pechos, sobre mi diafragma y estómago. Cuando alcanzó mi ropa interior, su dedo pasó debajo del elástico y continúo su viaje hacia el sur, llevándose mis bragas con él. Me levanté y su dedo recorrió mi cadera, bajando la tela y luego cruzó mis partes privadas hacia la otra cadera y luego la prenda se había ido, la había tirado.
Ahora estaba desnuda para él, excepto por un trozo roto de la camiseta alrededor de mis brazos. Mis pezones estaban duros como diamantes, mi respiración en largos tirones, profundos, levantando y dejando caer mis pechos. Mis muslos estaban presionados juntos y sentía su mirada sobre mí, sabiendo que me miraba, memorizando mi cuerpo. Deje que mis piernas se abrieran, dejándolo mirarme.
-Kyrie... eres tan jodidamente bella. -Su voz era baja, reverente-. Y eres mía.
Me estremecí con sorpresa cuando sentí su palma rozando mi pezón izquierdo y luego me relajé con su toque mientras sostenía mi pecho. Su mano se movió a mi otro pecho y luego se deslizó hacia abajo, a la curva de mi cintura y hasta mi cadera. Sobre mi muslo, subiendo por dentro y luego su dedo estaba trazando la línea de mi hendidura, haciendo salir una respiración sibilante de entre mis labios.
-No necesitas estar callada esta vez, Kyrie. Puedes hacer todo el ruido que quieras. Grita por mí, si quieres. Di mi nombre. Ahora mismo, di mi nombre.
-Roth...
Al tiempo que la palabra dejaba mi boca, su dedo se deslizó dentro de mi coño y dije su nombre, mezclándose con un gemido. Llenó su dedo con los jugos de mis pliegues y luego lo pasó por encima de mi clítoris. Él no tenía necesidad de hacer eso, sin embargo, porque ya estaba mojada, palpitando por su toque. Sabia como de fuerte podría hacerme venir, y desde el momento en que lo sentí rasgar mi camiseta, lo quería, lo necesitaba.
Ceder a él, se estaba haciendo más fácil.
-Separa tus piernas, Kyrie. Ábrelas.
Obedecí, levantando mis rodillas y separándolas. ¿Vez? Ni siquiera lo cuestioné, solo hice lo que me dijo, como una buena chica.
-Tan perfecta, Kyrie. Tu coño es como una flor, rosa, hermosa y está rogando por mí, para que abra sus pétalos.
¿Quién diablos habla de esa forma? me preguntaba, pero el pensamiento era tan débil, porque sus palabras tenían un efecto poderoso en mí. ¿Pensaba que mi coño parecía una flor? Jesús, eso era caliente. Raro e inesperado, pero caliente.
Sus dedos rozaban mi entrada, deslizándose bajo un labio y subiendo por el otro, profundizando para acariciar mi clítoris y regresando. Después cambió su peso y sentí sus anchos hombros rozando el interior de mis rodillas y sentí su barba en la cara interna de mi muslo. Oh dios, oh, dios. Estaba a punto de ir abajo. Quería tensarme, quería poner mis rodillas sobre sus hombros y rogarle que me lamiera sin sentido, quería rogarle que me quitara la venda de los ojos para poder verlo, para poder ver su cabeza entre mis piernas. No hice nada de eso. Me quede absolutamente quieta, en silencio y esperando.
Sus manos se curvaron por fuera de mis muslos y sentí su respiración sobre mi suave y sensible piel. Su barba era áspera sobre mi carne, pero su lengua deslizándose en mis pliegues lo aliviaba. De hecho, el contraste de su barba que raspaba en mis muslos y su lengua húmeda y caliente a lo largo de mi entrada, era delicioso y erótico y yo no podía y ni siquiera intente detener un gemido que escaba de mis labios. Sus dedos se deslizaban a lo largo de mi cadera, encontrando los labios de mi coño, separándolos y su lengua golpeaba alrededor de mi clítoris hinchado y haciendo un largo circulo húmedo.
-Kyrie... sabes tan bien, Kyrie. Voy a lamer tu dulce y perfecto coño hasta que me ruegues que me detenga, pero no lo haré. Seguiré lamiéndote hasta que no puedas más y luego, cuando te vengas tan duro y tantas veces que pienses que estas a punto de morir, haré que te vengas de nuevo. ¿Alguna vez te has corrido tantas veces que piensas que podrías morir, Kyrie?, eso es lo que voy hacerte. Ahora mismo. Esta noche. Voy a comer tu pequeño, dulce y húmedo coño hasta que mueras. -Sus palabras retumbaban y su voz ronroneaba como el rugido de un león, su aliento estaba caliente sobre mí, sus dedos eran gentiles pero insistentes y casi me corro solo con su voz, solo por sus palabras, solo por sus promesas.
Mordí mi labio y gemí mientras su lengua se deslizaba en mi entrada, su lengua plana y grande. Me lamió de esa forma un par de veces, su lengua estaba rígida cuando pasaba sobre mi clítoris. Cuando la punta de su lengua dejó mi coño, sentí mis caderas levantarse, como si se elevaran por propia voluntad, buscando el contacto. Gemidos salían de mis labios, ahora sin límite, mientras su lengua reduciendo y extendiéndose dentro de mí, buceando en círculos dentro de mi clítoris. El ritmo, oh, Jesús, el ritmo que estableció era lento, deliberado y enloquecedor. Diseñado para volverme loca. Diseñado para hacerme rogar. No usaba nada más, salvo su lengua. Durante un tiempo no tenía manera de medir que es lo que estaba haciendo, solo lamiéndome y rodeándome sin ningún patrón perceptible. El calor crecía y la presión se abalanzó dentro de mí, como si me estuviera ahogando en el fondo de una piscina. Mi respiración venia en gemidos, mi cadera se levantaba y cayó a la secuencia salvaje de su lengua incansable.
Y luego, justo cuando iba a gritar de frustración y necesidad, los dedos de su mano derecha se movieron alrededor de mi pierna y hasta el interior de mi muslo y luego sentí un solo dedo penetrar mis pliegues y curvarse contra mis paredes internas, acariciándome alto y profundo, provocando que un grito se convirtiera en gemido. No pude evitarlo pero enganché mis tobillos sobre sus hombros y él agarró mis caderas con ambas manos, me tiró hacia debajo de la cama, cogió una almohada y la puso bajo mi espalda baja para levantar mi trasero. Mis manos estaban cerradas en puños bajo la almohada, temblando, desesperadas por enredarse entre su cabello.
Sus manos se deslizaban sobre mi cuerpo, calmando y suavizando, explorando y poseyendo. Su palma rozó mi pecho, ahuecando su peso y luego sus dedos pellizcaron mi pezón, afinándolo y torciéndolo, sumando la sensación de un alambre con púas caliente, a la presión y el fuego dentro de mí. Sentí su otra mano trazando círculos sobre mi vientre, mi cadera, mi muslo, deslizándose sobre la línea húmeda y temblorosa de mi coño y luego su dedo trazaba un camino hacia abajo, a mi entrada y se empujaba dentro. Gemí y luego di un pequeño grito ahogado mientras su lengua golpeaba mi clítoris. Otro dedo se unió dentro de mi coño y su lengua se movió en círculos lentos. Dos dedos me acariciaban dentro, subiendo, entrando y acelerando el ritmo de su lengua.
El calor se elevaba en mi interior, la presión hacia que mis muslos temblaran y mis tobillos se cruzaran sobre su espalda, manteniéndolo cerca de mí. Mis manos necesitaban tocarlo. Lo necesitaba. Pero no lo hice. No podía. Las mantuve en su lugar, justo como me había dicho que lo hiciera.
Ahora estaba gimiendo fuerte, mis caderas retorciéndose contra su boca.
Mi orgasmo fue rápido y fuerte, deslizándose por mi cuerpo como si un rayo me hubiera golpeado.
-Mierda... Roth... oh, dios.... -me escuché a mí misma jadear.
-Ese fue un buen comienzo. -Su voz salió de entre mis piernas-. Pero fue sólo el comienzo.
¿Sólo el comienzo? Ese orgasmo me había dejado sin fuerzas y sudorosa, temblando, apenas capaz de recuperar el aliento. Me di cuenta de que no podría haber estado bromeando cuando había prometido hacerme perder el conocimiento. Sólo había tenido orgasmos múltiples una vez en mi vida, y esa había sido una... noche memorable. El individuo en cuestión había sido un infante de la Marina estadunidense en licencia, y sólo habíamos pasado esa noche juntos, pero mierda había sido bueno.
Él era un aficionado, me di cuenta, en comparación con Roth. Me había venido con fuerza, y que sólo le había tomado unos minutos.
Mis pensamientos se disolvieron debido a que sus dedos deslizaron de mi interior y pasaron a acariciar mi palpitante, dolorido clítoris. Gemí y Roth gimió conmigo.
-Esta vez, quiero que te vengas tan rápido como sea posible. -Me lamió una vez más, con fuerza. -¿Estás lista, Kyrie?
-Yo... yo no sé si pueda de nuevo.
-Oh, sí puedes. -Me lamió, y sentí una descarga de algo caliente dispararse a través de mí, haciéndome jadear-. ¿Ves? Córrete por mí, Kyrie. Vamos.
Él puso sus labios en mi clítoris y lo chupó, tres dedos deslizándose dentro y fuera de mi apretada, apertura contrayéndose. Chupó con fuerza, y mis caderas dejaron la cama, como si un rayo me golpeara con cada tirón de su boca sobre mi palpitante núcleo.
Y, efectivamente, en cuestión de segundos estaba tambaleándome en el borde, y su mano se elevó hasta mi cuerpo para pellizcar mi pezón, pellizcos tan fuertes como había chupando. Gemí, y tan pronto como caí sobre el borde, su toque encendió la luz, su lengua chasqueando mi clítoris y sus dedos acariciando suavemente mi pezón. Grité, viniéndome con fuerza, arqueando la espalda.
-Bien, Kyrie. Muy bien. Eso fue hermoso. -Lo sentí deslizarse entre mis muslos y mi cuerpo-. Ahora, mientras todavía estás viniéndote, tócate. Pon tus dedos sobre tu coño así puedo verte como te haces venir.
Me arqueé de la cama mientras hablaba. No había manera de que pudiera correrme de nuevo. De ninguna manera. Me dolía. Me lastimaba. Estaba completamente flácida.
Cuando no obedecí, lo sentí agarrar mi mano y ponerla entre mis muslos. Su palma tocó la palma de mi mano, y sus dedos se movieron contra los míos, empujando mi dedo medio contra mi clítoris.
-No puedo... No puedo.
-Sí, si puedes. -Sentí que se inclinaba sobre mí, sentí su lengua, que sin duda debía estar cansada por ahora, trazar un círculo perezoso alrededor de mi pezón-. Tócate, Kyrie. Quiero ver cómo te haces venir.
Moví mi dedo anular en mi centro moviéndolo en tentativos círculos. Tragué fuerte y me mordí el labio cuando casi el doloroso ardor palpitaba dentro de mí. Roth estaba presionando besos en mis tetas, ahuecando mi teta derecha y tirando de ella hacia él, lamiendo mi pezón engrosado, rodeando la areola con su lengua, y entonces se detuvo y prestó la misma atención a mi lado derecho. Sus manos no estaban desocupadas, sin embargo. Él me acariciaba, tocándome por todas partes. Sujetando mi cadera y amasando mis tetas y sosteniendo mi cintura. Sentí mi mano moverse, sentí la presión acumularse dentro de mí una vez más mientras mis dedos se movían de acuerdo con el mandato de Roth. ¿Cómo iba a venirme otra vez? Él me había llevado al clímax en dos ocasiones, lo cual fue hace quince minutos, ¿no es así? Jesús. No creía que fuera posible, pero lo había hecho.
Y ahora, con su boca en mis tetas y mis dedos haciendo círculos en mi clítoris con movimientos rápidos y seguros, estaba allí de nuevo. ¿Qué había en Roth que me afectaba tan fuertemente? ¿Su voz? ¿Su lenguaje vulgar? ¿Su confianza? No estaba segura, pero había algo en él que me empujaba al punto de ebullición.
Estaba tambaleándome a punto de alcanzar el orgasmo, perdí la sensación, mis dedos tocándome de la forma que puedes tocarte a ti mismo, a sabiendas de tus propios puntos calientes, conociendo la velocidad perfecta y el ritmo perfecto. Sus labios estaban envueltos alrededor de mi pezón derecho, y sentí un hilo de ardor conectarse de mis tetas a mi centro, y mientras mis dedos se movían y su boca chupándome, ese hilo estaba jalándose, sacudiéndome con otro orgasmo.
Exploté con un grito, mis caderas meciéndose, espalda arqueada cuanto mi columna vertebral permitiera.
No hubo ninguna advertencia. Aplastó su boca contra la mía, con su lengua deslizándose entre mis labios aún abiertos en estado de shock, su enorme palma contra mi mejilla. Enterré mis dedos en su cabello y le devolví el beso, exhausta y hecha polvo a la vez sacudiéndome, mareada, delirante, y atontada.
-Roth... Mierda, Roth.
-Necesitas un descanso, ¿no es cierto, preciosa? -Su voz sonó contra mi boca.
-Sí -susurré-. Nunca me he venido tan fácil, tan rápido, o tantas veces en toda mi vida.
Se rió, un ruido sordo por la divertida y erótica promesa. -Oh, Kyrie. Apenas acabamos de comenzar. No te voy a dar un descanso. Oh, no. Ahora es el momento para hacer cosas más intensas, creo.
-¿Q-qué quieres decir?
Lo sentí moverse de alguna manera, pero no podía determinar lo que estaba haciendo. Y después... escuché un zumbido delator. ¿Un vibrador? ¿Iba a usar un vibrador en mí?
-Estás tensa, Kyrie. Relájate. Confía en mí.
-Roth, realmente no creo que pueda... -Empecé a protestar, pero sentí algo suave y elástico vibrar contra mi muslo, y olvidé lo que estaba diciendo.
Podía. Me di cuenta de eso en una fracción de segundo. Podía venirme de nuevo, y si usaba eso en mí, lo haría. Me tensé, con los muslos cerrados, la boca abierta, la espalda arqueada, los hombros hacia atrás, los puños aferrados a su camisa.
-Tú puedes, Kyrie. Podrás. Sólo relájate. -Dejé escapar un largo suspiro y se relajó la tensión en mis músculos. Movió el vibrador contra mi apertura, un lento y molesto roce entre mis labios vaginales-. Bien. Sólo respira. Sólo siente. Iré lento.
Sentí que presionaba la punta entre mis labios, meneándolo ligeramente, y luego sacándolo. Lo deslizó hasta mi hendidura, abajo y hacia arriba, empujando más profundo con cada golpe. Lo tenía en un ajuste mínimo, y estaba apena vibrando. Abrí más mis piernas, dándole acceso, dejándolo yo misma que se saliera con la suya conmigo. Este era un juego ahora; ¿cuántas veces podría hacerme venir?
Di un grito ahogado cuando empujó la punta del vibrador dentro de mí y luego lo deslizó hacia fuera, rebozando mi esencia, por lo que estaba resbaladizo la próxima vez que lo movió entre mis pliegues, lo movió con facilidad y sin problemas, llenándome. Sentí un "mmmmmmmmm" de necesidad escapar de mis labios, y entonces el ritmo de la vibración aumentó, una vez, dos veces, tres veces, y luego estaba zumbando con locura, enardeciendo todo mi cuerpo, y él estaba deslizándolo dentro y fuera de mí, a la vez que me daba cuenta de que el vibrador tenía una punta secundaria de menor ángulo para chocar contra mi clítoris mientras deslizaba la cosa entera dentro mí.
Lo movía despacio, sacándolo, haciendo una pausa, y deslizándolo dentro suavemente. No lo suficientemente rápido. No lo suficiente duro. Necesitaba más. Tomé el vibrador de él y lo moví de la manera que yo necesitaba, más duro, más rápido, más profundo.
-Eso es, Kyrie. Así de fácil. Tómalo. Hazte venir de nuevo. Eres tan hermosa, Kyrie, y nunca tanto como cuando te desmoronas por mí - susurró en mi oído, acariciando mi piel, pellizcando mis pezones-. Y ahora te vas a venir otra vez, ¿cierto?
-Sí, mierda... estoy... -Apenas era capaz de pronunciar las palabras, en darle sentido, volviéndome loca de necesidad cuando sentí otro clímax emergiendo dentro de mí-. Me voy a venir otra vez...
-No hasta que yo te lo diga, Kyrie. No te vengas todavía.
-Pensé...
-Más despacio, Kyrie. Todavía no. -Traté de obedecer, pero no pude. Tenía que venirme. La necesidad era enorme y ardiente y fuerte dentro de mí, una presión frenética-. Dobla tus rodillas. Levanta tus talones contra tu culo y separa tus rodillas.
Hice lo que me dijo, junté mis talones así se presionaban contra mis nalgas, y luego separé mis rodillas. Me extendí abierta para él, y así aún estaba usando el vibrador, aunque lo más despacio que podía, frustrada e insegura como él quería, como había planeado.
Tan pronto como sus dedos rozaron mi muslo y se deslizaron hacia abajo para ahuecar mi culo, sabía lo que iba a hacer.
-No. -Me quedé sin aliento-. No lo hagas, Roth.
Sus manos, agarrando mi culo, se congelaron.
-¿No? ¿De verdad no quieres que te toque ahí? No lo haré, si dices que no otra vez.
¿Lo haría? ¿Me atrevía a desafiarlo? Deliberé, tratando de encontrar razones de por qué no. Todavía tenía miedo de su poder sobre mí; tenía miedo de lo mucho que lo había dejado hacerme, no lo conocía, nunca siquiera lo había visto, ni siquiera sabía su maldito nombre. No sabía su maldito nombre, pero dejé que me hiciera sexo oral y lo dejé tocarme, en público, en un palco en el maldito Met. Él me había dado órdenes, y yo había obedecido.
Mientras pensaba, deslizó su dedo hacia arriba del pliegue de mi culo, un toque provocativo. Flotaba al borde del clímax, moviendo el vibrador en marcha tortuosamente lento, deslizándolo dentro y fuera en aumento, sacándolo, sintiendo la fuerza, la necesidad enloquecedora de terminar, de correrme, y todo al mismo tiempo estaba molestándome, deslizando un grueso, largo dedo por mi culo.
-Si no dices que no, entonces esto va a suceder, Kyrie. -Presionó sus labios a mi oído, y sentí el calor y la presencia de su cuerpo sobre el mío, sentí su camisa contra mi piel, sus pantalones rozando mis piernas-. Tienes diez segundos para decidir, Kyrie. En diez segundos, voy a deslizar mi dedo entre las mejillas de tu redondo apretado culo y voy a poner mi dedo en tu culo, y vas a venirte tan fuerte que gritarás. ¿Lo quieres, cierto? Puedo sentirlo. Lo haces. Eres una chica mala, una chica mala, y lo deseas. Niégalo, Kyrie. Dime que no. Dime que no lo quieres, y no voy a hacerlo.
Se quedó en silencio, y sabía que esta era mi oportunidad, mi única oportunidad de objetar. No. Dos letras, una sílaba, un solo aliento. Fácil de decir, tan fácil. Aun así no salió.
Porque... maldición. Lo quería. Quería algo que él podía hacer por mí. Todo lo que había hecho hasta el momento había sido... increíble. Así que ¿por qué no esto?
-Dime qué quieres, Kyrie. Dime lo que quieres que haga. -La voz de Roth era un susurro insistente en mi oído.
Su dedo se deslizó dentro, moviéndose más profundo, rozó el apretado brote de los músculos anudados, y me sentí tensa, sentí mis latidos latir más rápido. La decisión ya estaba tomada. A cada paso, cada vez que me pedía algo nuevo, lo enfrentaba. Decía que no al principio, actuaba como si no quisiera lo que proponía. Sin embargo, siempre me daba por vencida, siempre me daba cuenta de que lo quería. Lo quería a él.
-Hazlo, Roth. -Mi voz era más fuerte de lo que me percaté-. Tócame.
-¿Dónde, Kyrie? ¿Tocarte dónde? Quiero oír las palabras. -Su dedo presionaba dentro, una ligera presión, justo lo suficiente para tentarme.
El vibrador fue enterrado muy dentro de mí, zumbando alocadamente, y no podía moverme, no podía respirar, no podía hacer nada excepto querer empujar ese dedo y poder terminar con esto.
-En... en mi culo. Pon tu dedo en mi culo, Roth. Hazlo. Por favor. - ¿Esa era mi voz? ¿Esa ronca, exigente y áspera?
Roth gruñó. -¿De esta... manera? -Al decir las palabras, apretó con suavidad y aumentando la presión.
Me obligué a relajarme, para soportarlo. -Sí. Así. Así mismo. Oh... mierda.
-Tan apretada -murmuró Roth-. Tan jodidamente apretada.
Apenas contuve un grito mientras deslizaba su dedo en mí hasta el primer nudillo. Y entonces envolvió su otra mano alrededor de la mía y me obligó a mover el vibrador, al mismo tiempo su lengua se arrastró sobre mi pezón y lo mordió, y yo no podía hacer nada, gritando, viniéndome así como así, y él estaba moviendo más profundo su dedo y el vibrador estaba empujando dentro de mí con fuerza y rapidez, guiada por nuestras manos, mientras me aferraba a él con mi mano libre, buscándolo, necesitándolo. Encontré su cabello, deslice mis dedos en un puño apretado, manejé la oleada del clímax con grito tras grito, mi voz volviéndose ronca al final, mis caderas meneándose.
Me quedé sin aire, el mareo se apoderó de mí, y entonces mi cuerpo quedó completamente flácido. No podía hablar, ni siquiera podía mover mi lengua dentro de mi boca. No podía mover mis manos
o mis piernas. Ni siquiera podía temblar.
Sentí que sacaba el vibrador fuera de mí, y su dedo, y luego se fue de la cama. Débilmente, oí agua correr. Yo era un charco de jalea, sin hueso, indefensa. La inconsciencia me inundó, pero justo antes de que lo hiciera, sentí la cama hundirse. Sentí su presencia a mi lado. Sentí dedos tirar de la venda de mis ojos, quitándomela. Sentí su piel contra la mía.
-Duerme, Kyrie. Duerme ahora. -Su voz era baja, casi inaudible, y gentil. Dulce.
Seguía siendo una orden, y yo obedecí.
Pero no antes de darme cuenta de que me había acurrucado en su pecho, con sus brazos alrededor de mi cintura, y con una mano envolviendo sus dedos por mi cabello enredado.

AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora