Valentine

202 7 1
                                    

Mientras Harris sacaba el Bentley del flujo de tráfico, observaba a Kyrie sentada con sus rodillas juntas y sus talones cruzados en los tobillos, una larga falda negra presionada firme a través de sus muslos. Sus manos cruzadas sobre su regazo, un dedo nervioso rasguñando su falda. Su pecho se hinchaba mientras respiraba profundamente, el estrecho material de su blusa abotonada estirándose hasta revelar las líneas de su sujetador y las duras aureolas de sus pezones.
Dejando que mis ojos vaguen sobre su cuerpo. Mi mirada viajó hasta sus piernas, deteniéndose en sus magníficas tetas. Sus mejillas estaban rojas, sus dientes mordiendo su labio inferior, respirando regularmente, constantes respiraciones. Nuestras miradas se encontraron, sus ojos como el azul cerúleo de Egeo. Estaba esperando por mí.
Extendí mi mano y ajusté el sistema de sonido, poniendo la música de fondo lo suficientemente alta para evitar que Harris oyera lo que iba a suceder.
-Quítate tus bragas -le instruí.
Las comisuras de sus labios se curvaron en una breve y deseosa sonrisa.
Mi bellísima, caliente chica no lo dudó. Tan pronto como la orden había salido de mi boca, estaba levantando sus caderas, llegando hasta bajo el dobladillo de su falda y quitándose un tanga negra. Movió la ropa interior más allá de sus tacones colgándola delante de mí en su dedo índice. Tomé la diminuta prenda y la metí en el bolsillo de mi pantalón. Volvió a su asiento y me miró para futuras instrucciones.
-Quiero verte. Quítate la falda. -Descrucé mis brazos, deseando llegar a ella, tocarla, tomarla.
Sus ojos oscureciéndose y estrechándose mientras obedecía, tirando hacia arriba el dobladillo de su falda por lo que estaba completamente desnuda de cintura para abajo. Se recostó en el asiento y lenta, coquetamente separó sus rodillas, mostrándome su coño. Lo había mantenido rebajado, pero no afeitado al desnudo. Como a mí me gustaba. Curvé mis manos en puños para no tocarla. Tres meses había estado sin ella, tres meses de puro infierno, tres meses de azules bolas adoloridas. Y ahora que la tenía, iba a prolongar y saborear cada momento.
-¿Es esto lo que querías ver? -Me pregunto Kyrie, trazando su dedo hasta la abertura de su hendidura.
-Si -dije-. Tócate a ti misma. Déjame mirarte.
Tragó fuerte, y después se llevó su dedo medio a su clítoris. Kyrie jadeaba en voz baja mientras se tocaba a sí misma, su boca abierta, ojos volviéndose de parpados-pesados, caderas deslizándose bajo el asiento.
-¿Te has tocado a ti misma desde que te fuiste, Kyrie?
Negó con la cabeza.
-No... Quería, pero yo... no pude. No pude.
-Bien -dije-. Tu coño es mío. No vuelvas a tocarte a ti misma a menos que yo te lo diga. Me perteneces. Tu cuerpo, tu placer, es todo mío. Tus orgasmos me pertenecen. ¿Lo entiendes?
Kyrie asintió, sus ojos cerrados mientras presionaba dos dedos a su clítoris, haciendo círculos, masajeándose, poniéndose mojada. Tuve que volver a cruzar los brazos para permanecer quieto, enloquecido por el húmedo resbaladizo sonido que sus dedos hicieron con cada golpe contra su coño. Observé con cuidado, dejándola llevarse al borde. Cuando pensé que estaba a escasos segundos de venirse, me lancé hacia delante y agarre sus muñecas.
-Mierda... Roth, estaba ahí...
-Nunca dije que podrías hacerte venir, Kyrie. Solo dije tocarte. -Me deslicé hacia adelante del asiento para yacer sobre mi espalda en el suelo entre los asientos.
-Monta mi cara, Kyrie. Déjame probarte.
Poco a poco, vacilante, Kyrie se movió de su asiento y se sentó a horcajadas de mi cintura. Agarré sus caderas desnudas y tiré de ella hacia delante. Movió sus rodillas delante de mi pecho, y enganché mis brazos sobre sus pantorrillas, sosteniendo su culo y acunando su cuerpo, atrayendo su suave, mojado coño sobre mi boca. Deslicé mis dedos sobre sus labios vaginales y los separé, metiendo mi boca en su apertura, mi lengua entrando en su humedad, saboreando su esencia. Lamí sus húmedos jugos, deslizando mi lengua tan lejos como fuera, y luego la movería hasta su hendidura para deslizarla contra su clítoris.
-Oh... oh, dios... -jadeó, balanceando de sus caderas hacia delante.
-Sí, Kyrie, móntame. Monta mi cara. Monta mi lengua.
Ella apoyó las manos sobre los asientos, rodillas apoyadas en el suelo a ambos lados de mi cabeza, su cadera moviéndose mientras lamía, lamía y lamía, saboreando su tarta de almizcle todavía humeante en mi lengua. Palpé mi camino hacia su torso, desabrochando su blusa, y cuando los bordes de su blusa se abrieron, tiré las copas de su sujetador hacia abajo, sus llenas, pesadas tetas colgando libres para descansar en mis palmas. Las acaricié, tocando sus pezones, pellizcando y retorciéndolos y rozándolos hasta que su columna vertebral se arqueó. Al mismo tiempo, puse sus caderas retorciéndose en un círculo con mi boca, llevándola hasta el borde en cuestión de minutos. Cuando sentí su cuerpo tenso y su respiración volverse entrecortada, su coño moliendo contra mi boca, puse su clítoris entre mis labios y lo chupé fuerte, pellizcando sus pezones hasta que gritó, inclinándose hacia atrás, cabeza colgando entre sus hombros, todo su perfecto cuerpo temblando mientras se venía. La sentí venirse cuando salió a chorro, lamiendo cada gota, lamiendo hasta que no pude soportar su peso por más tiempo.
-Déjame levantarme -le dije. Se deslizó al asiento, sacándose el pelo de la cara, jadeando. Me acerqué a ella-. Mi turno ahora.
Se movió hacia el suelo, arrodillándose entre mis piernas. Sus manos acariciaron mi pecho, deslizándose hacia mi cintura y retrocediendo, sus ojos en los míos, lujuria brillando en sus rasgos. Abrió el botón de mis pantalones con una mano, trazando el bulto de mi pene con la otra, haciéndome estar incluso más duro, si tal cosa fuera posible. Luego me bajó mi cremallera, palmeando mi longitud sobre el algodón de mis bóxers. Moví mis caderas, arqueándome en su toque, queriendo sus manos envueltas a mí alrededor. Finalmente, como si leyera mi necesidad, enganchó sus dedos en la cinturilla de mis calzoncillos, tirando el elástico lejos de mi cuerpo, y halando mis pantalones y ropa interior hasta los tobillos.
Mi pene sobresalía, palpitante y dolorido. Con una sonrisa hambrienta, Kyrie envolvió sus pequeñas, suaves manos a mi alrededor. Suspiré de alivio, sintiendo por fin la perfección celestial de su toque, gimiendo mientras ella deslizaba sus manos por mi longitud, torciendo una mano alrededor de la cabeza de mi pene, y sumergiendo la otra mano a mi base. Me sacudí por su toque, mis ojos cerrándose.
-Pídemelo -susurró ella, lamiendo la gota pre-seminal perlada en la punta.
-Pon tu boca sobre mí -le dije-. Chúpame, Kyrie. ¿Lo harás?
-Sí, Valentine. -Inclinó la cabeza hacia un lado y bajó su boca hacia mí, envolviendo sus labios a mi alrededor, sus ojos en los míos, deslizándose hasta que su mejilla descansaba contra mi muslo, luego echándose hacia atrás y enderezando la cabeza para tomar mi pene en su boca. Tarareando mientras mi pene llenaba su boca, su mandíbula estirándose para tomarme, su gemido enviando vibraciones estriadas a través de mí. Arqueé mi espalda, moviendo mis caderas, incapaz de detenerme. Ella tomó mi empujón de buena manera, meneando su cabeza hacia abajo contra mi movimiento hacia arriba, y sentí la opresión de su garganta alrededor de la cabeza de mi pene, la sentí tragar él fluido filtrado de mi punta, la sentí chuparme hasta que gemí.
-Jesús, Kyrie. Tu boca se siente tan bien. Tan bien. -La dejé trabajarme con su boca hasta que sentí el aumento del orgasmo dentro de mí, y entonces la levanté-. Tan bien, bebé, pero no voy a venirme en tu boca. No esta vez.
Se subió a mi cuerpo, sus manos descansando sobre mis hombros mientras se movía a horcajadas sobre mí.
-¿No?
Deslicé mis manos hasta sus costillas, ahuecando sus tetas mientras se balanceaban preciosamente con su movimiento.
-No. Ahora vas a montarme. Vas a tomar mi pene dentro de ese dulce, apretado coño tuyo, y vas a montarme hasta que ambos nos vengamos.
Se levantó, su rostro inclinado hacia el mío, sus caderas presionándose contra mi pecho, mi pene yaciendo plano contra mi cuerpo. Kyrie alzándose entre nosotros, tomando mi pene en su puño y guiándome hacia su entrada. Gemí mientras la cabeza se extendía separando sus labios inferiores, luego envuelvo mi boca alrededor de uno de sus pezones y muevo mi lengua contra la protuberancia erecta, sacando un jadeo de ella.
Los dedos de Kyrie se aferraron a los músculos de mi hombro mientras se sostenía, solo mi punta dentro de ella.
-Mierda, Roth. Casi olvido cómo de jodidamente enorme eres.
-Tómame, Kyrie. Déjame sentirte estirarte alrededor de mi pene.
-Oh, dios. Oh, dios. -Sus tetas se elevaron cuando respiró profundo, su espalda se arqueó, y luego, con un sollozante chillido, se empaló completamente sobre mí, tomando toda mi longitud en su interior en un movimiento rápido-. Oh, mierda, Valentine... no te muevas, no... No te muevas aun. Mierda... eres tan grande.
Me encantaba su sucia boca. Me encantaba la forma en que no podía evitarlo, no podía evitar maldecir mientras la llenaba. Estaba casi tan dolorosamente apretada, su húmedo calor extendiéndose a mi alrededor y abrazándome tan fuerte que no podía moverme. Ambos gemimos juntos cuando finalmente comenzó un ligero movimiento de sus caderas.
-Dios, Kyrie. Eres tan apretada... tan jodidamente apretada.
Sin previo aviso, se alzó por lo que yo estaba casi fuera de ella.
-No me he tocado en tres meses -admitió Kyrie, girando sus caderas para que la punta de mi pene revoloteara dentro y fuera entre los labios de su coño.
Siseé de lo bien que se sentía.
-Yo tampoco -le dije.
-¿Tú no? -Sus ojos reflejaron su sorpresa.
Negué con la cabeza.
-Lo intenté -le dije, acariciando sus pechos con ambas manos-. Pocos días después de que te fuiste. Pero no me atrevía a terminar. No quería. Las únicas manos que quiero en mi pene son las tuyas. Ni siquiera quiero venirme a menos que sea dentro de ti.
Los ojos de Kyrie se derritieron, hinchando su pecho mientras tomaba un aliento emocional, apoyando su frente en la mía.
-Mierda, Valentine. Eso es realmente muy romántico.
-Solo es la verdad -dije.
-Bueno, es una verdad que resulta ser lo más dulce y lo más sexy que jamás he escuchado. -Arqueó la espalda, y yo bajé mi cabeza a sus tetas-. Si, Valentine... por favor. Chupa mis tetas.
Rocé su pezón con mis dientes, gruñendo de risa.
-Oh, dios, cariño. No sabes lo mucho que he extrañado esto.
Sentí su cuerpo responder al mío, sus jugos fluyendo, goteando para cubrir mi adolorido, palpitante pene.
-Creo que si -dijo ella, y luego se dejó caer, empalándose unos centímetros más a mí-. Lo he extrañado mucho. He soñado con esto. Tus labios sobre mis tetas, tu gran hermoso pene dentro de mí.
-¿Has soñado con el? -Le pregunté, moviendo mi boca de un pecho al otro.
-Todo el tiempo -murmuró-. Noche tras noche me despertaba empapada, soñando sobre ti.
-Maldita sea, eres apretada, Kyrie. -Chupé su teta dentro de mi boca, moviendo su pezón con mi lengua-. He soñado contigo, también. Me despertaba tan duro que dolía. Despertaba necesitándote, pero no podía tenerte.
-Me tienes ahora -dijo, y se dejó caer todo el camino-. Soy tuya. Tú eres mi dueño.
Me eché hacia atrás para descansar mi cabeza en el asiento trasero, agarrándola por la cintura.
-Jesús, Kyrie. Casi no puedo contenerlo.
Clavó sus dedos aún más fuerte en mis hombros y empujó, alzándose.
-No lo hagas. -Traté de tirarla hacia abajo, pero se resistió-. No te contengas. Solo vente.
Negué con la cabeza.
-No. -Me estiré entre nuestros cuerpos, dos dedos tocando su clítoris-. Mantente así todo el tiempo que puedas.
Kyrie dejó caer su cabeza descansando contra la mía.
-Apresúrate. No puedo seguir así por mucho tiempo.
Con mi mano libre, pellizqué su otro pezón.
-Entonces será mejor que te apresures y te vengas -le dije-, porque no me sentirás dentro de ti hasta que no te hayas venido al menos una vez.
Gimió mientras mis dedos giraban, y luego jadeó cuando pellizqué su pezón, gimiendo cuando mi boca se pegó a su otro seno. Todo al mismo tiempo que, lo chupaba, retorcía, y giraba. Sentí sus muslos temblando y amenazando con caer. Ella se agachó un poco, y yo detuve todo.
-No puedo... no puedo mantenerme así. -Se alzó echándose para atrás, pero yo sabía que no sería capaz de sostenerse arriba durante mucho más tiempo-. Por favor -suplicó.
Mordí su pezón lo suficientemente fuerte que se quedara sin respiración.
-Ahora -gruño él.
Se dejó caer, suspirando de alivio y luego gimiendo mientras nuestras caderas chocaban entre sí.
-Dios, oh, dios... oh, dios, solo tenerte dentro de mi así... podría venirme solo de la sensación de ti dentro de mí.
Puse mis manos alrededor de sus caderas, sujetándolas fuerte mientras mi propio clímax surgía y amenazaba.
-Kyrie -gemí, levantándola y ahuecando su culo en mis manos para sostenerla en alto-. He estado tratando de saborear esto, hacerlo durar. Pero no puedo esperar más.
Gruñendo una maldición, Tiré sus caderas hacia abajo y alce las mías, metiendo mi pene profundo dentro de ella. Gritó de sorpresa y luego se aferró a mi cuello, su rostro enterrado en el lado de mi garganta, acercándose a mi pulso. Rodó sus caderas mientras nuestros cuerpos se encontraban de nuevo, y luego los dos estábamos moviéndonos, Kyrie alzándose, vacilando, y luego cayendo, gimiendo cuando cada centímetro de mi pene se deslizaba dentro de ella, su gemido apagándose en un suspiro cuando yo estaba todo el camino dentro, tomando una respiración mientras nos separábamos.
-Estoy cerca, Kyrie. No puedo aguantar más.
-Bien -susurró, tirando de su cabeza lejos para mirarme, ojos entrecerrados en enfocado placer, ceño fruncido. -Dámelo. Déjame sentirte venir. Lo quiero ahora mismo.
-¿Justo ahora? -pregunté. -¿Lo quieres?
-Sí, Valentine -gimió-, lo quiero. Lo necesito. Necesito sentirte venir.
Mi pene palpitaba, pulsaba, quemaba mientras continuaba forzando cada músculo en un esfuerzo por retenerlo durante un segundo más. Y luego, en el momento en que sabía que no podía mantenerlo por más tiempo, abalancé mi boca a la suya en nuestro primer beso en tres meses. Gimió en el encuentro de nuestras bocas, un lloroso quejido.
-Dime que me amas, Kyrie -gruñí entre dientes-. Necesito escuchar eso.
Se levantó, sacándome de ella, ondeando sus caderas para mover mi pene a través de sus labios gruesos y húmedos.
Sus ojos cerúleos encontrándose con los míos, empapados en lágrimas.
-Te amo, Valentine -susurró, y se dejó caer.
Me vine entonces, y las palabras fueron arrancadas de mí mientras explotaba.
-Kyrie... oh, dios, Kyrie. Te amo. Te amo tanto. -Sus palmas se aferraron a mi cara, manteniendo nuestras miradas entrelazadas mientras nos veníamos juntos, detonando en el mismo momento-. Te amo jodidamente mucho.
Sentí sus paredes apretarme, ordeñando hasta la última gota saliendo de mí.
Su boca se movió contra la mía, ambos jadeando mientras ola tras ola de clímax salía a través de nosotros, atenuándose para dejarnos débiles y agotados.
-Te amo, Valentine -susurró una vez más.
Unos momentos más tarde, después de haberla limpiado y habernos ajustado nuestras ropas, ella se instaló en el asiento junto a mí.
-¿Y ahora qué?
Me encogí de hombros, mirando por la ventana para ver el campo de aviación privado acercándose.
-¿Ahora? Ahora voy a llevarte a un algún lugar lejano, algún lugar donde pueda mantenerte atada a mi cama y hacerte gritar.

AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora