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Mis manos temblaban, mientras la carta se agitaba como una hoja en el viento.
Directamente en frente de mi había una puerta. Verde descolorida, y maltratada. En ambos lados de la puerta había una ventana estrecha con vidrios de seguridad. Tan sucias que casi estaban opacas. Sin embargo, apenas podía ver a través de ellas, y no estaba segura de ser capaz de creer lo que había visto al otro lado. Un largo, y pequeño. Coche.
Me puse de pie lentamente, la carta estaba revoloteando en la alfombra roída de las escaleras. Un paso hacia abajo, un segundo, un tercero y un cuarto. El frio metal del pomo retorciéndose en mi puño. Dudando. Un derroche de emociones contradictorias me detenían.
Detrás de mí, una puerta se abrió.
-¿Key? ¿Te perdiste? Vi tu coche estacionado, pero nunca saliste -la voz de Layla no podía romper mi trance. Pero sin embargo la escuché. Escuché sus pasos en la escalera, escuché el crujir de un papel mientras ella tomaba la carta. Pasaron unos momentos. El tiempo suficiente como para que ella gritara-: Santa mierda. Envuelto en la belleza de tu alma. ¿Quién demonios dice algo así?
La escuché venir por las escaleras, la sentía a mi lado. Mi mano temblaba mientras tomaba el pomo, sin embargó, no la podía abrir.
-Roth -susurré-. Ese es el tipo de cosas que Valentine me decía.
-Demonios, esa es la cosa más romántica que he escuchado decir. -Asomándose a la ventana-. ¿Es ese? ¡Si es! ¡Ese hombre! ¡Harry! está afuera. -Layla me miró asustada-. Chica, te amo, eres como mi hermana, la única familia por la cual me preocupo. Pero si no sacas ese buen culo blanco por la puerta, juro por dios, María, y todos los santos que nunca te lo perdonaré.
-¿Crees que debería ir con él?
Layla llevó su mano hasta mi frente viendo si tenía fiebre.
-Kyrie, nena él está envuelto en la belleza de tu alma. Por supuesto que deberías ir con él. Serías una tonta si no fueras.
Empujó la puerta y me empujó a través de ella. Estaba siendo empujada por mi mejor amiga hacia la larga y blanca limosina Bentley. Ella saludó a Harris.
-Hola, ahí, Harry ella solo está nerviosa.
Harris frunció el ceño. -Señorita St Claire, Señorita Campari.
Layla me mantuvo marchando directamente a la puerta del pasajero. Harris apenas llegó a tiempo para abrir la puerta para nosotras.
-Señorita Campari, no creo que deba.
-Está bien, Harry solo quiero ver a mi chica irse.
-Mi nombre es Harris.
Layla lo miró de arriba abajo.
-Claro que lo es. -Ella tomó mi cara en sus manos, Aplastando mis mejillas-. Esto es lo que quieres. Date a ti misma el permiso de tenerlo.
Miré a los ojos de Layla por un largo tiempo. Luego, llorando me tiré en sus brazos. -¿Que haría sin ti Layla?
-Realmente no lo sé, pero es algo bueno que no tengas que averiguarlo, ¿no es cierto?
Layla me apretó una vez más, y luego se apartó.
-Ahora ve, antes que te golpeé en la cabeza y tome tu lugar, perra suertuda.
Mordí mis labios, dudando todavía, sabiendo que si entraba en el coche, todo cambiaria de nuevo. Sin embargo... ya lo hizo. Simplemente me había tomado mucho tiempo aceptarlo. Pero en realidad, no había otra opción.
Me aferré a la mano de Layla.
-Gracias.
Hasta ahora, ella no había hecho algún comentario sarcástico. Solo sonreía hacia mí y asentía.
Vi hacia los ojos de Harris brevemente viendo el alivio reflejado en ellos.
-Señorita St. Claire. Es un gusto verla. -Asintió hacia mí.
No sabía que decir a eso, así que solo sonreí hacia él tan constantemente como pude. No sabía lo que estaba pasando. ¿Estaba Roth realmente en este coche? ¿O estaba a punto de embarcarme en otro misterioso viaje quien sabía a dónde? Era cerca el termino de septiembre, y recordé a él diciendo que viajaba desde septiembre hasta noviembre.
Finalmente, lo único que podía hacer era agachar la cabeza y deslizarme dentro del suave cuero color crema. Honestamente no esperaba ver a Roth. Sin embargo, él estaba aquí. En un extremo del coche, impresionante en unos pantalones color caqui y una Henley verde bosque, las mangas levantadas alrededor de sus codos, la tela se estiraba firmemente sobre su pecho y moldeaba sus anchos brazos.
-Valentine... -Respiré. Mi pecho estaba apretado, mis pulmones se negaban a funcionar correctamente, y mi corazón latía como un tambor.
Vi a Layla por el rabillo de mi ojo, mirando a escondidas tratando de obtener un vistazo de Valentine.
-Mierda, tenías razón. Key. -Ella me dio un beso en la mejilla, y luego le dio un guiño a Valentine-. No te preocupes, hermosa. Puedo guardar el secreto. -Y luego se había marchado, no antes de dejar mi carta de Roth en mis rodillas.
Roth no se movió por algunos segundos. La puerta se cerró, y entonces escuché la puerta del lado del conductor cerrase. El ruido del motor era suave y lejano, la sensación de movimiento eran vagas. Sus ojos eran ventanas al cielo, azules y pálidos, pero estaban vigilando.
Ninguno de los dos habló durante casi cinco minutos.
Finalmente no pude soportarlo más. Y Levanté la carta.
-Lo que escribiste aquí... ¿realmente querías decir eso?
Frunció el ceño. -Por supuesto.
-Tú dijiste... tu dijiste que me amabas. -No me atrevía a apartar la mirada de él, no me atreví a moverme o respirar.
-Lo hago. Profundamente -dijo casualmente. Como si eso no fuera la cosa más imposible e inexplicable del mundo. Como si oírle decir eso no me pusiera tensa hasta la medula.
Sus ojos estaban caliente e intensamente en los míos, moviéndose de un lado al otro, buscando, esperanzados.
Sin embargo su lenguaje corporal era duro y cerrado, los brazos cruzados sobre su pecho, una pierda enganchada entre la otra.
-Yo no... no sé qué decir, que hacer. -Traté de respirar profundamente, dejándolo salir temblorosamente-. He estado tan confundida, Roth. Nada tiene sentido. No puedo dejar a un lado lo que... lo que pasó. Lo que me dijiste. Sin embargo no puedo dejarte ir, tampoco. -Me detuve, esperando que él dijera algo.
-Continua. -Fue todo lo que dijo.
Me aclaré la garganta, doblando la carta, con brazos cruzados y deslizando el dedo a lo largo de los pliegues.
-Hay algo que probablemente deba decirte. Algo que... que era verdadero antes que me contaras lo de mi padre. -Mantuve la mirada fija en él, negándome a parpadear siquiera-. Te amo.
Dejó escapar un largo suspiro. -Tú me amas.
Asentí. -Sí, pero no sé cómo conciliar todo lo demás. Perdí a mi padre por... por ti. Sé que fue un accidente, y creo todo lo que me dijiste. Pero todavía estoy... confundida. Un poco enojada, supongo, quiero decir. Luché, luché, Roth. Sola, asustada, apenas lográndolo.
Tratando de ser un adulto cuando debería de haber sido una estudiante despistada, emborrachándome con mi hermandad de chicas y saliendo con los chicos de fraternidad. Pero nada de eso cambia lo que siento por ti. -Puse la carta a un lado-. He estado corriendo en círculos por esto una y otra vez. Y la conclusión a la que puedo llegar es que... te pertenezco. Es solo que no sé a dónde vamos desde aquí. No... no sé cómo resolver esto. Te amo, Valentine. Lo hago. Quiero estar contigo. Pero no sé si... puedo.
Roth no respondió durante un buen rato. Por último, se deslizó por el asiento hasta que estuvo a mi lado.
-No te dejaré ir de nuevo, Kyrie. No lo haré. No puedo cambiar el pasado. Lo haría si pudiera. Regalaría cada centavo de mi fortuna si ahorrara y perdonara el dolor que has soportado. Pero no puedo hacer eso, todo lo que puedo hacer es hacerte una promesa. -Hizo una pausa, su mirada rebosaba emoción. Me tomó la cara entre las manos-. Te amo. Esa no es la promesa. Sin embargo, eso es solo una declaración. La promesa es esta. Haré todo lo que esté en mis manos para hacer lo correcto con nosotros. Para hacerlo funcionar. No puedo cambiar el pasado, pero puedo dar forma a nuestro futuro. Independientemente a lo que parezca, independientemente donde este, independientemente donde nos tome, te amaré y estaré ahí para ti. -Sus labios se encontraron con los míos, y me besó suave, y profundamente.
Cuando nos apartamos, miré a los ojos de Roth y no vi más que sinceridad. Verdad. Honestidad. Vulnerabilidad. Había estado vendada la primera vez que conocí a Valentine. No tenía idea de en donde me estaba metiendo. Esta vez era diferente. Esta vez, tenía mis ojos muy abiertos.

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