Jace conducía peligrosamente.
Si ellos creían que los infectados de la comisaría habían sido demasiados, no tenían palabras para esto.
Las calles eran un desastre.
Maryse miraba todo a su alrededor y no vio ningún humano.
Sólo estaban esas cosas...rondando, mordiendo e intentando atrapar una presa viva.
- ¡Dios mio! ¡Jace!- grito Alec intentando afirmarse de algo- ¿Quieres matarnos a todos?.
Jace se sentía indignado, bufó son mirar a Alec.
Pese a que Jace era un loco al volante, Clary se sentía agradecida, al final de la calle ya se podía ver la estación de bomberos, todos estaban aliviados.
Pero eso no duró demasiado.
Al estacionarse fuera de la estación, cientos de infectados comenzaron a acercarse, arrastrando sus pies putrefactos, gimiendo y gruñendo con sonidos guturales.
-¡Jace, que abran la maldita puerta!- grito Isabelle histérica.
Jace miro a través del espejo retrovisor y vio la orda de caminantes
Quizá hizo algo estúpido
Pero eso les salvó la vida.
Comenzó a tocar la bocina para llamar la atención de los bomberos dentro de la estación, pero al mismo tiempo hizo que los infectados se pusieran más frenéticos.
Los bomberos comenzaron a abrir el portón de metal, lo más rápido posible.
Todos en el auto estaban gritando, menos Jace y Sebastian.
Y lo hicieron.
Los bomberos abrieron la permitiendo la entrada del furgón, la cerraron justo a tiempo cuando los infectados estaban a segundos de alcanzarlos, segundos después se escuchó el choque de algo contra la estructura de metal.
Clary estaba sudada, temblando y algo traumatizada por lo ocurrido en las últimas horas.
Isabelle aún abrazaba fuertemente su pecho, con los ojos cerrados como si al cerrarlos estuviera protegida de lo de allá afuera.
Max aún se abrazaba a su madre, quien intentaba de proteger a su hijo de algo que no conocía.
Simón tenía los ojos como platos, respirando airadamente aliviado.
Alec estaba en shock, aún afirmado de el asiento, si poder creer que lo habían logrado.
Magnus se agarraba el pelo y murmuraba cosas como Dios mio, gracias.
Jace...jace era el único que no había entrado en pánico junto con Sebastian, estaban sudando pero sun mantenían la compostura.
Los bomberos que aún quedaban en la estación, Jordan, Raphael, Erik y Jonathan, miraron la furgoneta, no salía un ruido de ahí dentro, decidieron abrirla, corriendo la puerta metálica.
Todos estaban tensos, en un estado de shock o algo parecido, pero poco a poco comenzaron a salir.
Jonathan miró a los ocupantes de la furgoneta, y bueno se esperaba tipos rudos con tatuajes o piercings, pero en cambio habían personas tan distintas entre si pero con un objetivo en común, sobrevivir.
- ¿Algun herido o infectado?- preguntó Erik mirando a los recién llegados, ninguno tenía sangre...
- estamos sanos Erik, sólo que nunca en mi vida había estado apunto de morir tantas veces..- dijo Sebastian pasandose la mano por el cabello.