Capítulo 6: Reunión parte 2

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Mi espalda se arquea con las caricias de Adrián. Sus largos dedos se introducen en mi espalda y empiezan a hacer pequeños círculos que producen una embriagante emoción. Prosigo haciendo movimientos con las caderas creando una lenta tortura. Unos pequeños gemidos se escapan de sus labios cuando los introduzco en mis dientes que hace que me den ganas de más. La música es muy alta y hace que solo escuche a Adrián. Es todo lo que necesito.

Mientras seguimos embriagándonos mas de cada uno, siento unas cálidas manos rodear mi cuerpo y me separándome de Adrián. Cuando volteo a ver, es Eduardo. Está furioso, no sé porque, no he causado ningún problema ni le he hecho nada. El hecho de que me haya separado de Adrián me exaspera mucho, pero el siempre arruina todo, siempre.

Me lleva cargando en sus brazos gran velocidad hacia la habitación más lejana, arrasando con todo que se le acercara a su camino. Cuando llegamos a la habitación, me suelta en la cama y se dispone a cerrar la puerta con llave.

— ¡Que chingados te pasa!— Le grito cuando se dispone a sentarse en la esquina de la cama.

— ¡Yo!...— Me devuelve ladrando, pero hace una pausa— Yo no sé, estoy drogado, ni siquiera sé por qué me enfurecí tanto.

Intento desarrugar mi vestido con las manos, pero fracaso. Después de un incómodo silencio, me dispongo a hablar.

—Creo que deberías irte a dormir. Las drogas no son buenas por cierto, no deberías ingerirlas. De hecho, nadie debería.

Eduardo frunce el cejo claramente ante el comentario.

—No creo que seas la más indicada para decir eso— Responde — Si acabas de comerte un brownie de mota, y no te conformaste con uno pequeño, sino que tomaste el más relleno.

Pongo los ojos como plato

— ¡Que!

—Como oíste— Afirma cruzando los brazos y asintiendo con los ojos cerrados

Mi mente comienza a darme una mala jugada haciendo que la habitación comience a dar vueltas e imágenes de mí besando a Adrián aparezcan. Empiezo a sentir el cuerpo más pesado. Así que decido dar una siesta en la alfombra.

Comienzo a sentir la textura y la suavidad de tal alfombra de rombos carmesí. Después de un tiempo, la voz de Eduardo vuelve a irrumpir mis acciones.

— ¿Te estas quitando la ropa?

—Cállate y ayúdame con el cierre, solo quiero sentir la alfombra

Claramente una sonrisa comienza a manifestarse en el rostro de Eduardo.

—Estás loca ¿sabías?

—Tú eres un pendejo y no digo nada— respondo y señalo el cierre de mi vestido para que lo desabroche.

Sin protestar se acerca y baja el cierre para que mi cuerpo salga. Una vez fuera de tales telas cálidas, una ráfaga de aire frío ataca mi cuerpo, logrando por resultado escalofríos escalando mi columna vertebral.

Tiro mi vestido purpura que me encanta, como un trapo viejo al bote de la basura y redirijo mi destino hacia la alfombra. Una vez abajo de ella comienzo a restregar mi cuerpo en ella.

Eduardo sigue observándome desde la esquina de la cama con una amplia sonrisa. Vuelco mi rostro a su dirección y me limito a observarlo mientras mi cuerpo hace un ángel en la alfombra. Observo sus rasgos masculinos y su sonrisa perfecta mientras sus nudillos se encuentran apretados.

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⏰ Última actualización: Dec 28, 2015 ⏰

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