Capitulo 3: Extraño encuentro

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Me quedo petrificada al presenciar ese escenario, dos chicos en su estado más débil. Con la respiración agitada y sus cuerpos semi desnudos en la esquina del cuarto de limpieza. Cubro mis mejillas coloradas con las manos e intento borrar esas imágenes de mi cabeza, pero me resulta imposible.

El chico que está abajo voltea a mi dirección asustado y con su antebrazo limpia sus labios y los relame. Por un momento siento que ni siquiera les importa mi presencia, hasta que se levanta y sale de la habitación. Puedo percatarme de una especie de casa de campaña en sus pantalones, lo cual me asusta.

La voz grave de la persona que sigue en la habitación me saca de mis pensamientos.

—Vaya manera de conocernos— dice riendo por lo bajo, pero con un tono preocupante

<<oh>>

Siempre había querido tener un amigo homosexual, ¡Pero jamás quería tener que verlo practicando sexo oral! Voy a tener cicatrices mentales para toda la vida.

—Te ruego que no le digas a nadie, por favor— Me suplica mientras sube el cierre de su pantalón y se acerca a mí.

<<Huele a cloro>>

Asiento lentamente, sigo en shock. La cabeza me da vueltas y mis pensamientos están desparramados por los cielos.

—Ven, vamos a caminar, así podrás pensar con claridad.

No puedo articular ninguna palabra, ni siquiera asiento, no puedo sacarme de la cabeza todo lo que sucedió, se repite una y otra dentro de mi mente. La mirada lujuriosa del chico sentado. El sudor cayendo de su pelo. La lengua de ese chico bailando con su... con su... ¡ahhhhhhh!, ¡de solo pensarlo me pongo roja!

<<Tienes que dejar de pensar en eso Florencia>>

—O si quieres no.— Dice el chico al ver que me mantengo tiesa con las piernas clavadas en el suelo.

Asiento lentamente quitándome las manos de la cara y respirando profundamente. Vuelvo a ver mis manos y me doy pequeñas bofetadas en las mejillas antes de empezar a caminar junto con él.

—Mi nombre es Adrian— Dice después de dar unos pasos—Mucho gusto. 

—Mi nombre es Florencia— Respondo estirando mi mano hacia él y hago un acento elegante —El placer es mío.

—¿Enserio eso es una voz elegante para ti?— se echa a reír y unos hoyuelos se forman en sus mejillas—Te mostraré un verdadero acento elegante.

El acento británico le sienta de maravilla con su apariencia. Su pelo negro perfectamente peinado hacia atrás y su mandíbula hacen que parezca una persona elegante y millonaria.

—Te pareces Christian Grey— Exclamo riendo más aun.

—¿Como sabes cómo es si ni siquiera existe?

—Yo lo sé todo, de hecho vivo con él y me azota todas las noches—Bromeo

El ríe a carcajadas, voltea la cabeza hacia atrás y ríe con más fuerza aún. Frunzo el cejo y dirijo mi cabeza hacia atrás, donde está la maestra de formación en la fe con su café en la mano, frunciendo el entrecejo tanto que se le hacen unas arrugas en la frente. Abro los ojos como plato y tapo mi boca con las manos.

<<No puede ser posible>>

—Disculpe— digo y noto que Adrián está tirado en el suelo muerto de risa.

Le pateo la espinilla y sigo mi camino hacia las escaleras. Unos segundos después noto como la silueta de Adrian se va acercando a mí hasta tenerlo a lado.

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