Capítulo 4.

428 18 0
                                    

Él toma asiento en la esquina de mi habitación, mirándome fijamente y todo el panorama se desvanece como cenizas siendo arrastradas por el viento. Estoy de regreso, apenas tiemblo un poco pero me controlo no quiero que él sepa lo mucho que me aterra estar en su mundo. Siempre es de noche, el ambiente se muestra ante mí en una gama de colores grises y negros fundiéndose entre sí. Siento como el equivalente físico a estar ahogándote pero nada me impide respirar, un nudo en la boca del estómago y una risa aguda me taladra los oídos. El grito de ella justo en el preciso momento en el que el cuchillo resbala por su piel. Caigo de rodillas al asfalto caliente y le ruego que pare, mala idea. La piedad nunca ha sido lo suyo. Sonríe ampliamente y la horrible hilera de espantosos dientes filosos como dagas me saluda. Trago saliva, antes de echarme a correr sin motivo, el puede leerme la mente y sé que si se lo propone puede alcanzarme con solo chasquear los dedos. 'Pero el caso es que le gustan los juegos y yo soy su muñeco preferido. Escucho como se ríe, esto no tiene fin. La desolada ciudad me atrapa, suelto un grito que me desgarra la garganta.
-No sé por qué me tienes miedo...aquí el asesino eres tu...- Pronuncia suavemente como si de verdad no quisiera hacerme daño.
La fatiga me obliga a parar, las piernas me tiemblan. Tengo las manos teñidas de matices purpuras y la sangre corre caliente por mi muñeca, me he encajado las uñas en la palma de las manos.
-¿Por qué otra vez?- Tiemblo sintiéndome indefenso el solo niega un par de veces con la cabeza como si la situación lo aburriera.
-Me tenías muy abandonado, vida mía.- Escuchar aquella última frase de su asquerosa voz me enfurece hasta el punto de que por un momento en serio creo que quiero matarlo.
-No me llames así, nunca jamás ¿oíste?- Perdí el control de mí mismo, aquello fue una orden muy clara, aprieto los puños y el nudo poco a poco se desvanece pero sigue ahí quebrándome como a un vidrio viejo. Y de repente algo dentro de mí se retuerce, es el nudo que se apretó más.
Ha usado una de las cosas más puras que tenía y la ha ensuciado sin miramientos burlándose de mí con aquellos ojos fijos. El recuerdo de ella...pensar es malo...me hace darme cuenta de que en verdad soy un...
-¿Monstruo?- Me arrancó la palabra de mis más oscuros pensamientos...no lo eres...no lo eres...bueno...tal vez si. Su voz es como una combinación de un sonido de fondo, una canción triste tal vez.- Siempre has sido un monstruo Harry...no puedes luchar contra tu naturaleza...porque ella ganará. Debo admitir que me decepcionas, te has doblegado, dejaste que ellos te lavaran el cerebro. ¿En serio creíste ese cuento de hadas? ¿Creíste que tenías cura? La maldad no tiene cura, vida mia. No podemos cambiar lo que somos...vida mia...
La canción triste y muy en el fondo del abismo, su voz...lo único que me quedaba que no se había contaminado.
-Bastaaaaa...-caigo de rodillas, las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas quemándome. - Basta por favor ya basta...- Sigo gritando pero mi tono de voz no aumenta solo disminuye hasta ser consumida por el silencio. Me pongo de pie y trato de embestirlo pero algo me sostiene, no puedo avanzar.
Alguien me inmoviliza los brazos y el no se inmuta me observa entre aburrido y feliz. Esto no ha acabado.
Sudor frio, la garganta me escoce. La luz amarillenta y cegadora de mi habitación. Dos enfermeros me sostienen, escucho sus voces pero no les presto atención. Cuatro pares de ojos me observan y solo tres son empleados del hospital. Sigue aquí, no se cansa de atormentarme en sueños le gusta ver hasta dónde puede llegar y lo que provoca en mí. Escucho como me hacen preguntas pero no quiero responderlas, me duele hablar. Sonríe, girando la cabeza como un pájaro, se despide con la mano y se esfuma de la misma manera en que llegó. Primero lentamente y luego de súbito.
-¿Harry estas bien?- Asiento con la cabeza, ya no me muevo pero los enfermeros me siguen sosteniendo. La cama esta deshecha, las sabanas están tiradas en el piso y mi almohada mojada de sudor. - Sédenlo.
No pongo objeción. -¿Qué hora es?- Solo quiero saber eso y nada mas.
-Las cuatro de la madrugada necesitas dormir.- La enfermera en turno habla con el tono monótono de alguien que ha perdido emoción con los pacientes. Ella asiente y uno de los enfermeros me inyecta un líquido en la vena.
Pierdo contacto con el mundo exterior y me quedo profundamente dormido.
10:00 de la mañana.
Hablo los ojos de golpe, por instinto miro mis manos solo para comprobar su apariencia. Tengo los nudillos hinchados y amoratados y desde luego las heridas de mis uñas están ahí. Suspiro con cansancio, siento que no he dormido nada. Odio que me seden, ni siquiera sé si dormí unas horas o varios días.
-Revisión.- Helen la enfermera rolliza entra de súbito a mi habitación. Me dejo caer pesadamente en la cama, no quiero levantarme.- Vamos ya es hora, en la enfermería te están esperando para darte tu medicamento.
Su tono de voz es amable y maternal, pero no estoy de humor para que me sigan drogando.
-¿Habla de esas drogas espantosas? De haber sabido que aquí son gratis no las hubiera robado hace años- Respondo con mi mejor tono de insolencia y ella solo niega con la cabeza, aunque por dentro sé que mi comentario le causa gracia. Las ventajas de estar mentalmente desequilibrado, vaya eufemismos de mierda se inventan aquí.
-Te están esperando, dentro de cinco minutos si no llegas vendrán por ti, será mejor que te apresures.- Sonríe, le sonrío de vuelta y me paro de golpe.
Siento todo el cuerpo adolorido, y la cabeza me duele un poco. La enfermera se retira y yo hago el amago de espabilarme. Me tomo mi tiempo para peinar mi cabello de un modo que se vea presentable. La ventana de mi habitación da justo al jardín trasero, el lugar en donde los tres pabellones forman un triángulo de pasto. El día está realmente soleado, ahogo las ganas que tengo de salir a dar una vuelta por ese reluciente jardín. Apuesto a que desde afuera esto casi parece un lugar feliz...casi. Pero tengo varias infracciones y recorrieron mi día de recreación hasta dentro de dos meses. Ruedo los ojos al escuchar mi nombre por el altoparlante. Váyanse a la mierda, suspiro antes de salir de mi habitación. No quiero que vengan por mí.
El largo pasillo espantosamente blanco me da la bienvenida a un nuevo día. Las puertas de las habitaciones están abiertas y por desgracia sus huéspedes también salieron a la hora feliz. Es una broma que instauramos para referirnos a la primer hora en la que nos suministran medicamento.
-Parece que el niño bonito tuvo pesadillas anoche...debiste haber escuchado tus gritos campeón asustaste hasta a los locos.- Jeff suelta una risotada y yo lo ignoro levantándole el dedo de en medio.
-No use ese lenguaje aquí señor Styles.- La vieja enfermera Cristinne me reprende. Ruedo los ojos.
-No use lenguaje indebido señora, solo hago uso de mi libertad de expresión. En lenguaje de sordos aquella seña significa te amo- Le digo sonriendo ampliamente y guiñándole un ojo.
-Vaya por sus píldoras. - Me espeta en tono autoritario. Rio por lo bajo.
Al llegar a la larga fila alzo la mano para que vean que ya llegué.
-¿Dormiste mal anoche eh?- Jack esta formado también yo solo sonrío.
-Mis sueños son algo rudos.- Le contesto y corro hacia el enfermero.
-Tarde como siempre señor Styles. -Frank gruñe mientras me pasa un vaso de papel con aproximadamente tres tipos diferentes de fármacos. Ruedo los ojos y hago como que me los tomare en otra parte.
-¿Hey a dónde vas? Conoces las reglas toma, aquí hay agua tómatelas y podrás regresar a tu habitación.- Mi táctica no funciono, toman medidas de seguridad desde que se enteraron que realmente no tomaba las dichosas pastillas.
Me trago los fármacos de un solo tiro y luego bebo un trago de agua, el espantoso sabor que tienen me contamina la boca. Me estremezco mientras las siento deslizarse por mi garganta.
-Gracias Frank.- Le digo con la voz cortada. Antes de que anuncie al próximo por el altavoz.

Sanity and Madness »h.s| CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora