POV Mikaela:
Coloqué mi mano en su frente, estaba congelada, una ligera capa de escarcha se había formado en su frente. Entré en pánico, eso únicamente sucedía cuando el alma de los ángeles descendía, o en términos más entendibles, moría. David sabia lo que aquello significaba, vi sus ojos cristalizarse.
-David, rápido dame tu mano, el calor hará latir su corazón. -le hale y coloqué mis manos en los hombros de Leah.-
Recité un poema en latín. Un poema de perdón. El latín era el idioma angelical.
Dorime, enterimo adapare Dorime, dorime reo.
Ameno dorime.Leah se sentó de golpe, abrió los ojos y sus ojos se habían oscurecido tal como si fueran ojos de una muñeca. Fríos e inertes. Se incorporó y comenzó a caminar.
-¿A dónde vas? -dije preocupada-
-Tengo una coronación ¿No? -dijo mientras sus ojos volvían a la normalidad y reía-
Parecía haber vuelto a ser Leah.
-¿Segura te sientes bien?...-dijo David con el ceño fruncido-
-Claro. -sonrió de nuevo-
Caminaba con cierta seguridad, tal como si un reto hubiera sido superado. David y yo caminábamos detrás de ella, nos mirábamos con mucha duda, quería saber qué era lo que acababa de suceder. David quería fingir que no importaba, pero yo sabía perfectamente que él tenía tanta curiosidad como yo. Entramos en el salón y todos aplaudieron a la entrada triunfal de Leah. Yo solo les veía, pero no oía nada, estaba encerrada en mi preocupación. Vi a Leah subir al domo.
-Hermanos y hermanas, Leah ha cumplido con todos los retos que se le han encomendado. -dijo Nathan, hace poco se hizo miembro del comité, el más joven de ellos.- Y no han sido sólo superados, sino que fueron realizados con ingenio, inteligencia, sabiduría y un espíritu de lucha a base de justicia, tienes un espíritu demasiado poderoso, capaz de destruir cualquier cosa sobre la que tu vista se pose, y eso jamás lo perderás. Serás una reina maravillosa, y aunque no te conozco personalmente sé que le darás al Cielo un brillante futuro. Por lo cual, me siento honrado de entregar a Leah Morrison una gema de hielo, como acuerdo de paz del Rey Demonio.
Tomó la corona y colocó la piedra en el centro de la misma. De inmediato sospeché, el Rey Demonio traía algo entre manos, de eso no hay duda. Elevo la corona para mostrarla y se esparció por toda la sala un polvo metálico parecido a la nieve, sin duda era hermosa la gema. Nathan procedió a ponerle la corona a Leah, al ponérsela a Leah la gema se torno color rojo intenso, el padre del Leah le arrebato de la cabeza la corona, él Rey Demonio rugió le salieron cuernos y saco su espada. No había marcha atrás era un error irremediable, todos sabían que cuando la bestia se liberaba alguien tenia que morir, tenia que correr sangre.
POV Terry:
Escuche el canto de los ángeles que estaban en la ceremonia de Leah pero no quiero verla, las estrellas parpadeaban sin cesar y sin darme cuenta los ángeles dejaron de cantar, los gritos se hicieron dueños del sonido me encontraba en lo más alto del palacio. Fui hacia donde provenían los gritos y la gente iba saliendo del salón me sorprendí, se escuchaban jarrones romperse, baje y me aproxime hacia donde estaba todo ese alboroto. En el camino me encontré en el piso la corona y una joya rojo intenso, ahí fue donde me di cuenta que mi Padre quería la muerte de mi bello Angel. Momento porque siento esto en mi pecho... Yo quiero matar a Leah... ¿Que no era así? ¿Por qué no estoy orgulloso de que mi padre quiere matar... A Leah? Mierda no puede ser no, no... Escucho el grito de Leah, abrí los ojos de golpe, corrí hacia donde estaba Leah estaba tirada con una cortada en su cara con sangre que recorría su pómulo y mejilla. Mi padre le puso la punta de la espada en la mandíbula haciendo que Leah se levantará muy despacio, mi corazón se aceleró... Esperen ¿Acaso lo tenia? Tome la espada de uno de los esbirros de mi padre y rápidamente empuje a Leah. Estaba enfrentando a mi padre, eso si que es duro pero Leah es alguien que me hace recordar tanto a... Mi madre tan fuerte, tan dulce y sobre todo tan invencible.