ELENA
Empecé a abrir mis ojos, pero aún me pesaban demasiado; me había quedado profundamente dormida y ni siquiera podía hacerme una maldita idea de que hora podría ser gracias al bendito Jet lag.
Logre abrir bien mis ojos y pude ver que Damon no estaba aquí, estaba sola en la cama. Miré el reloj de mesa, eran las 7:55 pm; me levanté y abrí la ventana, intente ver por las pequeñas aberturas que había entre las tablas, pero la calle se veía sola, sólo había un par de personas caminando. Escuché campanas sonar y las personas que se encontraban en la calle corrieron a refugiarse al primer lugar que encontraron o al menos así parecía.
Un escalofrió me recorrió el cuerpo, tomé la chaqueta de Damon que seguía donde la había dejado y salí de la habitación mientras la colocaba. Caminé a la recepción, pero no había nadie; escuché pasos venir hacía acá y salí rápidamente del edificio antes de que pudieran verme, algo en mi interior me decía que no hubiera sido conveniente.
No había nadie en la calle y eso hacía que una sensación extraña palpitara en mi pecho, esto estaba muy raro y además ya empezaba a oscurecerse. Me di la vuelta para entrar de nuevo al edificio, pero la puerta ya estaba cerrada con llave, me giré para ver sí había alguien que pudiera decirme que era lo que estaba pasando. Todo estaba desierto y solo escuchaba el viento resoplando con fuerza como si un huracán estuviera de camino.
Unos leves gruñidos comenzaron a retumbar en el aire, haciendo eco por toda la calle, voltee a los lados con temor y me paralicé al ver que al extremo de la calle un lobo gigantesco comenzaba a correr hacía acá.
¡Pero que demonios!
Cubrí mi cara con las manos justo cuando dio un salto hacía mí.
(...)
Cuándo empecé a recuperar la conciencia abrí los ojos de golpe, ¿Cómo demonios seguía viva?
Miré a todos lados y mis ojos se detuvieron en un joven que se encontraba parado a unos metros de mi; era pálido y tenía unos lindos y grandes ojos color miel que no dejaban de observarme. Estábamos en lo que parecía ser un callejón.
Abrace mis piernas intentando protegerme, no lograba entender que es lo que estaba pasando, ni siquiera sabía en donde demonios se había metido Damon.
—¿Qué tan loca debes estar para haber salido justo en el toque de queda?¿O tal vez simplemente eres suicida?—Se acercó más y se agachó a mi altura, me hice hacía atrás y busque algo con que defenderme, pero no había nada — Ya veo, eres una de esas lindas, pero desafortunadas turistas extranjeras — Acarició mi mejilla y cerré los ojos con fuerza, ¡mierda! ¿Qué iba a hacerme?—No se porque me temes cuando yo fui quién arriesgo el pellejo por salvarte de ese asqueroso perro.
Mis ojos se abrieron de golpe y lo observé con duda, todavía sin acercarme mucho.
—¿Tú?¿Cómo? esa cosa era enorme...—me sonrió de medio lado y se puso de pie, miró hacía la calle como si para él fuera normal. Mientras tanto yo estaba tratando de no tener un colapso nervioso, seguro aún estaba dormida...—¿Qué esta pasando aquí?—mi voz estaba temblorosa y mis manos no podían dejar de sudar, me miró y sonrió de medio lado de nuevo, ese gesto me recordó demasiado a Damon y aunque fuera extraño, esté desconocido se le parecía mucho.
—En realidad es una historia muy larga, creo que tendré que comenzar desde el principio, de todos modos tenemos tiempo...—metió las manos en las bolsas delanteras de su pantalón y dejó salir un suspiro antes de hablar — Esté pueblo desde hace miles de años tiene una maldición terrible. Fue más o menos por el año 1300 a.C que esto solo era una aldea llena de gente que luchaba por sobrevivir; como sabrás está maldita sociedad retrograda no aceptaba muy bien nada que tuviese que ver con "brujería", a la fecha es así, pero en esa entonces los métodos preventivos y correctivos eran mucho mas arcaicos— Hizo una mueca de disgusto y su mirada comenzó a perderse en un punto fijo en el suelo— Había dos hermanas muy hermosas y jóvenes; una de ellas tenía gemelos, un niño y una niña...—Me miró por unos segundos y tragó saliva con fuerza— No se que tanto sepas de historia, pero en ese tiempo se creía que los gemelos eran obra de brujería, lo se, la gente era muy estúpida...—rodó los ojos y negó con la cabeza— Las hermanas no eran brujas, pero la madre de ellas sí y aunque no era de esta aldea, ella venía una vez al mes a visitarlas porque vivía en una aldea muy lejana, por lo menos a tres días de viaje...—el joven estaba perdido en su relato, lo contaba como si lo hubiese vivido y se supiese de memoria cada cosa que sucedería—. Un día, cuando las hermanas se encargaban de lavar la ropa, dejaron ir a jugar a los gemelos a un prado que no se encontraba muy lejos. La gente del pueblo, harta y asustada por que creían que los gemelos estaban atrayendo demonios de la noche que se estaban devorando el ganado, se reunieron con antorchas y trinches y los cazaron mientras ellos jugaban, les aventaron piedras hasta dejarlos indefensos y los llevaron hasta el centro de la aldea para amarrarlos a un poste. Las hermanas y la madre de ellas que había venido para visitarlas, llegaron justo a tiempo para ver como les prendían fuego mientras no dejaban de arrojarles piedras —La mirada del chico era triste, su voz sonaba apagada — Gritaron desconsoladas intentando acercarse para salvarlos, pero la gente las detenía. Uno de los gemelos, el niño, se logro zafar de las cuerdas; estaba muy mal herido y quemado, pero corrió por el bosque con las pocas fuerzas que tenía, nadie se dio cuenta por el alboroto de las hermanas y la madre. Las obligaron a regresar a su choza y las amenazaron con el mismo destino que a los gemelos para que se fueran esa misma noche; él niño regresó a su casa en donde su madre, tía y abuela se preparaban, pero no precisamente para irse. Al verlo en ese estado se decidieron más que nunca y curaron en lo que pudieron al niño; la abuela le dijo que tenía que irse a un pueblo, le dijo a cual y a quién tenía que buscar, y para cuando cayó la noche las tres se prepararon. Las hermanas no eran brujas, pero tenían la sangre de una descendencia de un aquelarre poderoso y servirían para ser canalizadas así que empezaron con el ritual; cortaron la palma de su mano en forma de una x y se tomaron haciendo un circulo mientras la madre decía el hechizo, maldiciendo al pueblo y atrayendo criaturas de la noche dispuestas a devorar cada alma. Para sellar el hechizo las tres debían morir y para cuando la gente del pueblo llego para correrlas, él niño se había ido y ellas habían terminado el hechizo...—miró hacía la avenida que se alcanzaba a ver desde este lado del callejón—. Por las noches salen del bosque todas las criaturas sobrenaturales que ellas invocaron; lobos enormes, demonios traviesos y dispuestos a jugar, vampiros, todos aquellos que puedan robar la vida de los inocentes que pasan por las calles de éste pueblo.
—¿Y porque la gente no se va?¿porque vivir aquí?—soltó una risita irónica y se agachó de nuevo a mi altura.
—Porque las mujeres que soltaron la maldición no eran tontas. Digamos que la maldición trae otro detalle divertido que solo alguien con sentido común para la época tenía; no solo maldijeron a la aldea o a la gente de esa entonces, pusieron una clase de sello en circulo, maldiciendo así a todas las generaciones de esa aldea para que nunca pudieran abandonarla y se hiciera un infierno perpetuo. Los demonios de la noche nunca matarían a toda la población, siempre habría sobrevivientes para poder continuar...—susurró lo último en mi oído; me extendió su mano y la tomé, me jaló y me puso de pie— Elena, jamás debiste venir aquí — me quede helada, ¿Cómo es que sabía mi nombre? yo no se lo había dicho. Bien, esté chico si era algo aterrador...
—¿Porque?¿Cómo sabes mi nombre? ¿Cómo sabes tanto de este lugar? —dije confundida, preocupada y abrumada; este chico era cada vez más raro y excéntrico — Sonrió son satisfacción al ver que tenía miedo.
—Mi nombre es Alex, Damon me pidió que te cuidara, yo le debía un favor así que ahora soy tu niñero. Pensé que sería muy fácil, hasta que se te ocurrió salir de la posada y todo comenzó a ir en declive....—Su tono era más divertido que molesto, al parecer cualquier situación riesgosa le parecía un chiste.
—Eres el gemelo, ¿verdad? por eso lo contabas con tanto sentimiento, como sí lo hubieras vivido...—sonrió con melancolía.
—Los humanos ignorantes son más peligrosos que un vampiro, querida, eso lo tengo más que claro. Me convertí en vampiro unos años después de eso; mi abuela me había mandado con Niklaus Mickaelson, en esa entonces él ya llevaba un par de años siendo vampiro y le debía un par de favores a mi abuela. Me convertí en su aprendiz hasta que me convirtió y decidí regresar aquí por venganza, desde entonces regreso cada cierto tiempo, nunca deja de ser divertido...
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Luna llena (TVD) (delena)
FanfictionTodos los problemas comenzaron cuando Stefan desapareció al escuchar que Damon y yo estábamos saliendo. Desde entonces lo hemos estado buscando por todos lados, pero no aparece. Hemos visitado cada pueblo que nos es posible y estamos desesperados. M...