Queda una semana para que comience el último año de secundaria, no puedo creer que ya esté a esta altura. De pequeño veía como los chicos antes de graduarse se despedían de nosotros para emprender una nueva etapa de su vida, no sé ciertamente qué les esperaba, quizá autos con chicas y una vida extraordinaria para algunos y para otros quizá estar todo el día en una gasolinera viendo a los demás llenar los tanques de sus autos mientras la vida les pasaba frente a sus narices sin poder hacer algo. Solo son pensamientos que viajaban por mí, admirándolos tontamente.
Recuerdo a las chicas del último año cuando estaba a penas en el primero, esos maravillosos cuerpos y sus caros perfumes que podía oler a metros de ellas, la manera tan extraña que tenían de caminar, parecía que todas fueron a un curso para caminar de la misma manera, era impresionante verlas así, verlas en los autos más caros asomándose en los convertibles. Todos esos detalles se colaban en mi dócil mente de niño, porque eso es lo que era, a penas un niño en otra etapa.
Solo un año más y saldré de este infierno, hacer lo mismo que hice durante 4 años. Más profesores, más asignaturas, más dificultad y una tesis. Qué divertido, ver la cara de la misma gente de nuevo, miles de hipócritas disfrazados de filántropos y no hace falta ser el rey del chisme para darse cuenta que las amistades de las mujeres son más falsas que yo anotando un gol con el arco vacío a 2 metros, y una pelota de supermercado barata hecha para niños. En mi vecindario vivían algunos despreciables que no quisiera ver, quizá se muden a la ciudad cuando todo esto acabe, para buscar cupo en la universidad de Cambridge o algún otro medio. Pero eso resulta imposible con solo verlos, eran tan idiotas que impresionaba ver que lograron llegar al último año, a pesar de que un simio con retraso mental es mucho más listo que ellos, allí estaban felices, fumando cada viernes cerca del vecindario.
A dos manzanas de mí, vivía Reyna, adoraba su cabello, a pesar de estudiar con ella 6 años, sigo sin saber de qué color es su cabello exactamente. Tenía una sonrisa extraña, sus dientes estaban ligeramente separados, había que ser un poco detallista para notarlo, pero cuando sonreía no podía evitar verlos. Ella era más baja que yo, parece una niña cuando lleva el hermoso cabello suelto, era tan largo que tocaba sus hermosos glúteos, era un espectáculo cuando tocaba hora de deporte, amaba observarla jugar volleyball, ella se entregaba, lo daba todo por su equipo y cuando derrotaban a las chicas de cristal* sólo me hacía quererla más.
Sé que solo he hablado con ella muy pocas veces, por mensajes un poco más, a veces por Iface* y cuando fuimos de excursión al parque temático del sur, ella se quedó sin dinero y mis padres me habían dado de más, así que decidí echarle una mano con eso, y mientras almorzábamos juntos esa vez, ella era tan amable conmigo, tan comprensiva, tenía la colección de los Beatles en su celular, Revolver, la escuchamos mientras almorzábamos... A pesar de que sabía que para que se repitiera ese momento pasarían al menos un par de años, lo disfruté como nadie.
Y allí estaba yo, el viernes en mi habitación pensando en Reyna, era hora de cenar y mi madre me llamo a comer al unísono que los indeseables gritaban por el vecindario. El reloj marcaba las 6:43 y por el olor supuse que era lasaña, estaba cansado de eso, a pesar de que cuando era un niño moría por un plato de lasaña, era una bendición cada vez que me servía y veíamos juntos la tele en la sala como una especie de cena familiar, pero con el paso del tiempo dejé de amarla como solía.
Cuando finalmente llego al comedor me impresionó ver a Jack, crecimos juntos, vivía a 5 casas de la mía, compartimos toda una vida juntos, él venía a cenar con frecuencia pero simplemente me tomó por sorpresa encontrarlo ahí. Lo saludé con nuestro antiguo saludo, el cual llevaba existiendo más de una década y mientras cenábamos simplemente empezamos a conversar de todo lo que habíamos hecho en verano, él se había ido de viaje a Barbados, suerte tuvo; yo me quedé aquí y me inscribí en un programa de labor para ayudar a los animales perdidos o abandonados, siempre me han preocupado, aquellos canes sufriendo. Mis padres hablaban con él también mientras yo aprovechaba de comer rápido para ir a jugar a mi habitación con él Las Crónicas del Cielo, tres semanas sin jugar con él eran demasiado placer videojugabilístico para explotar. Cuando llegué a la habitación, cerré la puerta, encendí la consola y mientras cargaba le pregunté:
- ¿Hermano que tal la chica que me habías mencionado mientras estabas en Barbados? - Me urgía saber, se notaba que él estaba muy emocionado con ella, creo que ella encajaba en las expectativas de nuestra chica única.
- El salvavidas era más apuesto, supongo.
- Vamos no puede ser, ¿qué ocurrió?
- Comenzaron a hablar una noche en la playa, ella se fue con él un rato y no pude encontrarla, cuando desperté un poco con resaca, fui a su habitación en el hotel, no estaba. Cuando llegué a la mía y revisé mi celular, en Iface estaba una foto de ellos con la fecha de su aniversario. Nunca me dijo que tenía novio.
- Viejo eso apesta, ella no valía la pena.
- Para mí sí, lo valía.
- Lo siento en verdad. ¿Quieres Loolapop*? ¡Compré 3 cajas mientras cuidaba de los perros!
- ¡Genial! Juguemos.
Jack sonaba bastante triste, a él realmente le gustaba esa chica, y fue muy deshonesto de su parte hacer creer que había magia cuando ya estaba con alguien. Hablando de alguien, aún no me había preguntado por ella.
Loolapop: Dulces extremadamente ácidos.
Chicas de cristal: Aquellas que tienen más maquillaje que cerebro.
Iface: Red Social.