Miré la hora y recordé que hoy comería en casa de mi hermana. Me vi en un apuro.
-Pues Michelle trabaja en Inglaterra...
-Oye, Devon. Me había olvidado de que hoy como en casa de mi hermana, Reah. Lo siento, hablaremos en otro momento.
Le dí un beso en la mejilla y corrí hacia el instituto, había dejado la moto en el aparcamiento. Mi hermana tenía treinta y seis años, estaba casada con un hombre que nunca me había gustado. De vez en cuando soltaba algún que otro comentario machista, y yo no tolero eso. Le he dicho muchas veces a Reah que lo deje, pero por alguna extraña razón cambiaba radicalmente de tema. Subí en mi moto y conducí hasta el piso de mi hermana. Ella se parecía mucho a mi, su pelo era rojo como el mío en cambio sus ojos eran cafés. Era delgadita y de piel blanca. Unicamente ella era una auténtica señorita, siempre saludando cordialmente. Únicamente se soltaba un poquito cuando charlaba conmigo. El viento me rozaba la cara, por eso la moto era mi vehículo favorito. Era una sensación con la que me sentía libre, y la libertad es algo que siempre me ha gustado mucho y que pienso que todo el mundo debería tener.
Aparqué enfrente del edificio lleno de ventanas en el que se alojaban Reah y su marido. Bajé de la moto y me quité el casco, luego me acomodé el pelo y entré en el edificio. El portero me recorría con la mirada.
-Buenas tardes.
-Buenas tardes señorita, ha llegado una hora más tarde de lo habitual.
-No joda.
Rodé los ojos y entré en el ascensor, dentro había una mujer con una cadena de oro y una cruz en el cuello. Una cristiana. Yo no creo en ninguna religión, prefiero creer en la ciencia aunque no sea estudiosa. La mujer me miraba con recelo, como si ante sus ojos tuviese al ser más despreciable del mundo. Al abrirse el ascensor salió corriendo como alma que lleva el diablo mirando hacia atrás.
-Que niña más fresca, el señor te castigará por las indecencias que habrás cometido.
-¡Señora cállese de una vez!.
Salí y me dirigí hacia el piso de mi hermana. Ella me había dado llaves así que podría entrar sin llamar, y aunque no me las hubiese dado podría haber entrado. Entré y dejé el casco sobre la cómoda del hall.
Oí unos sollozos y me congelé. Reah.
-Suéltame Kennedy, no merezco esto. Solo quería buscar un trabajo, sentirme útil.
-¡No puedes buscar trabajo!¿No ves que eres una mujer?Las mujeres sois el más inservible e inútil que existe. Estáis en este mundo únicamente para servirnos a los machos, somos el sexo dominante.
Se oyó un golpe y me acerqué al salón para encontrarme a Reah en el suelo cubriendose con los brazos y llorando, su pelo parecía un nido de pájaros y Kennedy estaba pegándole. Rápidamente cogí una sartén de la cocina, corrí al salón y me acerqué lentamente a las espaldas de Kennedy. Una vez detrás estampé la sartén en su cabeza. Su cuerpo se desplomó en el suelo y sonreí, mi hermana me miró y vi en sus ojos la emoción.
-¡Raven!Oh, estás aquí-Me abrazó y yo acaricié su espalda intentando tranquilizarla.
-Sí... Desde...¿Cuándo?.
Suspiró y me soltó, mantenía sus manos en mis hombros mientras me observaba con los ojos llenos de lágrimas. Me acarició la mejilla y me besó la frente.
-Después hablamos, antes hay que llamar a la policía para que se lleven a... Kennedy.
Y comenzó un llanto desgarrador. Es prácticamente imposible que el corazón se haga más pequeño, pero esa era la sensación que tenia. Me hacia daño. La abracé fuertemente tratando de reconfortarla y la senté en el sofá. Fui a por el fijo de la cocina corriendo, no quería dejar a mi hermana sola en la misma habitación que ese tipo. Marqué el número de la policía.
-¿Sí?
-Por favor, mi hermana está dañada. Su marido la maltrata. Vengan rápido.
-¿Dirección?.
-Calle Alcantarilla, edificio siete, el segundo ce.
-Estarán allí enseguida.
Colgué y corrí al salón, todo estaba bien. Kennedy seguía inconsciente y mi hermana estaba con un pañuelo en el labio, que estaba partido. Tenía marcas de haberla agarrado fuertemente de sus delgados y pálidos brazos, me descompuso verla así.
-Vendrán enseguida, tranquila.
Se oyeron unas sirenas y minutos después tocaron al timbre del piso, corrí apresuradamente a abrir. Dos policías estaban en la puerta.
-Pasen.
Les cedí el paso y me acompañaron hasta el salón, observaron a Kennedy y pusieron un dedo debajo de su nariz para cerciorarse de que respiraba.
-Está vivo-Dijo el policía más alto. El otro estaba intentando calmar a mi hermana, que de nuevo había comenzado a llorar-Señorita, ¿podría decirnos qué ha pasado exactamente?.
-Vine a comer a casa de mi hermana, esta vez llegué tarde porque estaba con unos amigos. Cuando llegué escuché unos sollozos provenientes del salón, me acerqué y vi como ese hombre gritaba y pegaba a mi hermana que trataba de cubrirse.
- Él... No tiene la culpa, fui yo. Le dije que quería tener un trabajo, él me dijo que las mujeres no tienen trabajo. Le contradecí, debí obedecerle.
Mis ojos se achicaron y apreté mis puños hasta que mi cara se volvió roja.
-¡No vuelvas a decir eso jamás!Hermana,tu no has de obedecer a nadie. Sea hombre o sea lo que sea. Tampoco las mujeres somos inservibles. Tenlo siempre presente.
Las dos nos fundimos en un nuevo abrazo y los policías sonrieron.
-Señora Reah, cuéntenos acerca de su matrimonio con Kennedy. Cómo ha sido durante todos estos años.
Nos sentemos y escuchemos pacientemente como mi hermana narraba que Kennedy solía maltratarla. Dijo que le impedía usar maquillaje, faldas o escote y tenía terminantemente prohibido salir con ninguna amiga o hacer alguna cosa que no tenga que ver con los quehaceres del piso y servirle. En cambio él si que pasaba horas y horas en el bar, incluso traía otras mujeres a su casa. Pero ella no podía rechistar, no tenía ni voz ni voto en su propia casa. Yo me dedicaba a insultar en voz baja a Kennedy.
-Bueno, señoritas. Gracias por la información. Ándense con cuidado.
Se llevaron a Kennedy y nosotras asentimos. Mi hermana sollozaba mientras caminábamos a la cocina, donde habían tres platos de macarrones con tomate.
-¿Por qué lloras ahora?Todo ha pasado, todo acabó...
-Yo lo amo, hermana.
Me apoyé sobre la mesa de la cocina y me froté la sien. Encima, con todo lo que le ha hecho lo ama.
-Es imposible que lo ames, no puedes estar enamorada de una persona así. Te olvidarás de él verás, si se fue de tu vida es por algo. Encontraras a alguien que de verdad te quiera, pero él no te quería.
Sollozó una vez más y se secó las lágrimas, sonrió.
-Sí, quizás tengas razón. Después de todo hay más hombres en este planeta. Me olvidaré de él, pasaré página.
Nos sentemos en la mesa una enfrente de la otra y comencé a comer macarrones. Los macarrones de mi hermana eran los mejores del mundo, como los de ella ningunos.
-Hermana, cada vez te superas más. Me encantan tus macarrones con tomate y atún.
-Ya sabes, siempre que quieras estoy para ti.
Sonreímos.
-Esta tarde, vamos a ir de compras y a tomar algo.
No soy una gran fan de ir de compras, pero tenia que hacerlo por Reah. No iba a permitir que se quedase encerrada y deprimida, eso lo único que hace es hundirte más. Bajó la mirada.
-¿Qué pasa?No hay nadie ni nada que te impida que vayas.
-No es eso, es solo que... Se siente extraño comenzar a salir... Después de todos estos años...
-Pues cuando terminemos de comer, te ayudaré a recoger las cosas e iremos a la plaza a comprarnos algo.
-No tengo tanto dinero.
-Mientras hablabas con los guardias le he quitado la cartera a Kennedy-Saqué la cartera y la sacudí, rió y le guiñé un ojo.
Después de comer fuimos en el coche de mi hermana, pues ella tenía pánico a las motos. Puse mis pies en el salpicadero y ella rodó los ojos, pero no se opuso. Al llegar a la plaza, prácticamente me arrastró hacia una tienda de ropa al estilo ejecutivo. Me crucé de brazos mientras Reah daba vueltas y miraba todo lo que había. Al final se llevó una falda ajustada hasta las rodillas, una blusa blanca, una americana azul marino y un top negro. Pagamos y fuimos a una tienda de lencería fina. Me hacían falta sujetadores y tangas así que busqué algo que me gustase.
-Hermana, ven. Este conjunto te quedaría como anillo al dedo.
Me mostró dos piezas color rojo coral, con un pequeño lacito negro en la parte trasera de la tanga. Me gustó.
-Entraré a probármelo.
Entré en los probadores y me lo puse, me quedaba realmente bien. Miré las golondrinas que había en mi vientre y suspiré. Papá y mamá.
![](https://img.wattpad.com/cover/45595791-288-k798488.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Bajo el mismo sueño.
RomanceRaven es una chica de dieciséis que ha sufrido baches en su vida difíciles de superar. Quizás esa fuese la razón de su personalidad rebelde y sarcástica. La llaman K de Key, porque ninguna cerradura se le resiste. Devon es un chico de diecisiete co...