Capítulo 4

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Ya es jueves, y Daniela celebra una fiesta en su casa por su cumpleaños. Su padre se tuvo que ir al extranjero por un asunto de negocios, y como ha dejado a Daniela sola en casa, la liara parda.

Son las ocho y media y hemos quedado en su casa a las nueve para cenar todas juntas antes de empezar la fiesta.

Yo ya estoy preparada y me miro otra vez en el espejo de mi armario. Voy vestida con una falda de tiro alto blanca con estampado floral, un top rosa y con unas vailarinas. No me iba a volver a poner unos tacones en mi vida.

Me he maquillado un poco porque sé que si no lo hacía mis amigas me mataban y luego, me pintarian como una puerta.

Llevo la raya de abajo, rimel, una sombra de ojos clarita para que no se vea y pintalabios rosa claro. Me veo bien pero sin pasarme.

También llevo mi pelo suelto que me llega casi hasta la cintura. He decidido rizarmelo, porque me gusta como me queda y, más que nada, porque me dura más que si lo llevara liso.

En conjunto me gusta como voy, sencilla pero arreglada.

Me llega un mensaje al móvil. Espero que no sea de Hugo y que haya pillado la indirectal no contestarle.

Hola princesa, que tal estas?

Espero que no sigas molesta con migo por lo de la otra noche.

No me hizo ninguna gracia que me llamara princesa. Pero quien se ha creido que es para llamarme así. No no me apetece ni verlo ni hablar con el, pero aunque no quiero contestarle hay algo que me impulsa a hacerlo pero logro aplacar esos sentimientos.

Pero el mensaje que me llega esta vez es de Lara.

Stoy n tu purta

Quedamos en que me pasaria a buscar, ya que vive a cinco casas de la mia.

Salgo y voy al salón a por las llaves. Me encuentro a mi madre que está sentada en el sofá leyendo, imagino que matando el tiempo hasta que mi padre acabe la cena. Es el cheff de casa, le encanta cocinar y tengo que admitir que lo hace muy bien.

Mamá levanta la mirada de su novela y al verme se le forma una sonrisa en la cara. Somos iguales, no muy altas sin muchas curvas, el pelo ondulado y las ecpresiones faciales, sin embargo ella es rubia y sus ojos son de un marron simple. Se que a mi madre le gusta verme arreglada, yo creo que le recuerda a sus años mozos y eso le gusta, además ella confia en que no haga tonterias.

Mi padre, sin embargo, es otro cantar. Cada vez que salgo siempre pone la misma mala cara. Se que es porque se preocupa por mi, porque piensa que me puede pasar algo, pero me deja salir siempre y cuando le diga a donde y con quien.

- Judith, estás preciosa - me dice y noto la emoción en sus ojos.

- Tampoco es para tanto mamá.

Se levanta y se acerca hasta mi y me agarra por los hombros.

- Te estás haciendo mayor a una velocidad...

- Mama... - intento detenerla pero ella sigue hablando.

- Dentro de nada te irás a vivir tú sola, te echaras un novio marabilloso, te casarás y sin darme cuenta me harás abuela - dice emocionada.

En un instante ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora