Capítulo 1

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Illiai ya tenía siete años y medio, era todo un hombre y esperaba que pronto le creciera la barba para parecerse a su papá. Sí, aquella espesa barba de 3 semanas que traía, 3 semanas hacía que descuidaba su imagen y a su hijo, 3 semanas que pasaba las noches despierto llorando por su esposa, la que dos años  atrás los dejó para irse a una mejor vida, a una vida sin preocupaciones.

Para sus abuelitos, Illiai era un ángel, el vivo retrato de su ya muerta madre. De melena dorada, ojos marrones parecidos al chocolate que le preparaban, o al café que su padre degustaba; piel blanca parecida al marfil, suaves manos y una carita llena de pecas que corrían juguetonas desde sus mejillas hasta su nariz.

Illiai era muy querido por las personas del pueblo, personas amables que te dedicaban una sonrisa cuando te veían decaído, personas que aun teniendo sus problemas te tendían una mano.

Su pueblo no era muy grande, pero incluso así contaban con sus pequeñas tiendas surtidas de comidas deliciosas y dulces, que eran los que a Illiai le encantaba comprar cuando recibía dinero por pequeños trabajos que le encargaban.

Debido a que no era un gran grupo de gente el que vivía en aquella zona llena de bastos pastizales verdes y caminos lodosos, no habían muchos niños, pero igual Illiai era amigo de cada uno. Y de entre todos esos niños, una nenita de 6 años que afirmaba estar a punto de cumplir los 7 era su mejor amiga, con ella había jugado a ser piratas miles de veces y con ella se había columpiado en el parque hasta que sus manitas quedaban marcadas.

Illiai era muy alegre y muy optimista, siempre que aparecía un problema frente a él buscaba resolverlo de la forma más rápida y divertida posible, no quería preocupar a las personas a su alrededor y que en ellas se viera esa fea expresión de fuchi cuando se estresaban.

Ayudaba a los niños más pequeños, a los de su edad, a sus profesores, la señora de la tienda Paola, sus queridos abuelitos, los adultos mayores, los señores y señoras con trabajo y a su queridísimo padre, que era un hombre de piel más morena en comparación con la suya, de cabello castaño y ojos miel. Lo único que Illiai había sacado de él era ese lunar en su hombro.

Le entristecía saber que su queridísimo papá se encontraba mal, y sabía la razón, puesto que se acercaba el día en que su mami se fue al cielo a echarles una mano a los otros angelitos. Su mami siempre fue una mujer dulce y cuando se tuvo que marchar no se sintió triste porque sabía que ella iría a ayudar a los niños del mundo para que no hicieran esa cara de fuchi que nos plasma la tristeza.

Y le había estado preparando una sorpresa: cuando llegara ese día, le daría a su papá un regalo muy hermoso para que ya no estuviera triste.

Faltaban 6 días para que se cumplieran tres años de que su mami se fue e Illiai estaba emocionado.

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