Capítulo 8

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Illiai abrió lentamente sus ojitos. La cabeza le dolía mucho y hace mucho tiempo que no veía con claridad.

Al callejón en el que se encontraba no llegaban los rayos de Sol y todo era oscuridad.

Su piel estaba cubierta de ronchas y puntos morados, su tez más pálida de lo usual. Así lucía la última vez que pudo ver, pero ahora apenas si distinguía el cielo del charco en el que estaba tirado.

Hace semanas que tenía el brazo roto y sus piernitas dolían demasiado como para moverlas.

Tosió fuertemente hasta que la garganta le punzó. Sintió como el líquido se escapaba de la comisura de sus labios, manchándole la cara.

Se tocó la mejilla y el mentón, el líquido era viscoso. Sangre otra vez.

Seguramente ahora también se había manchado las piernas de sangre.

La respiración se le dificultaba pero incluso así, seguía sonriendo.

Hacía mucho tiempo que él yacía en ese callejón, no recordaba cómo fue a dar ahí.

El único recuerdo que tenía era a su padre gritando y arrojándole cosas. Su querido padre estaba muy enojado e Illiai había intentado alegrarlo, pero no funcionó. Su padre siempre fue un poco gruñón, pero no era nada que una sonrisa pudiese arreglar...o eso cree él.

Cerró los ojos un momento. 

Hoy se cumplían tres años.

Tosió nuevamente, las pocas energías que tenía se le fueron. 

Sintió escalofríos recorrerle la columna y comenzó a temblar.

Abrió los ojitos que tenía llenos de lágrimas.

"Habría sido bonito...haber vivido todo eso..."

Una luz le cegó la vista.

Iría a acompañar a su madre.

"Muy bonito..." Murmuró con una sonrisa débil y finalmente cerró los ojos.

Donde va a parar el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora