Parte 8

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- ¿Jem? - Dijo. - Jem ¡Estás a miles de kilómetros de distancia! -  Ella se había envuelto con una funda gris del sillón; se sentó junto a él; las lágrimas se habían ido y ella era cálida y sonriente.      -Honestamente, si lo que acabamos de hacer no consigue tu atención, no sé lo que haría.-

Él la miró fijamente. - Pero estabas llorando - , dijo, por fin.

Ella lo miró con curiosidad. - Porque yo soy feliz. Porque eso fue maravilloso -.

Expulsó el aliento en una oleada de alivio. - Así que fue... ¿Estuvo bien? Yo podría ser mejor, podríamos practicar...-.

Se dio cuenta de lo que acababa de decir, y cerró la boca.

Una sonrisa maliciosa se extendió por su cara. - Oh, vamos a practicar - , dijo. - Tan pronto como estés listo -.

- No tengo otros compromisos esta noche - dijo con gravedad.

Ella se sonrojó. - Tu cuerpo puede necesitar tiempo para... Para recuperarse -.

- No.-  dijo, y esta vez se permitió un pequeño matiz de complacencia. -No, yo no lo creo.-

Ella se sonrojó aún más. El amaba hacerla ruborizarse; siempre lo hizo. - Bueno, necesito cinco minutos, por lo menos! - Dijo ella. - Y te necesito para ver esto. ¿Por favor? -.

Le tendió una hoja de papel para él. Su expresión era sorprendentemente grave; se limpió la presunción, y su deseo de burlarse de ella también. Sin atreverse a hablar, tomó el papel de ella y lo desdobló.

Ella aclaró su garganta. - Pude haber estado bromeando antes - dijo ella - Cuando dije que era dueña de este piso bajo el nombre de Bedelia Bacalao -.

Él se quedó mirando la escritura del departamento en la Puerta de la Reina. Estaba hecha a nombre de Tessa, o algo parecido. No Tessa Gray, o incluso Tessa Herondale. Fue hecha en el nombre de Tessa Herondale Carstairs.

- Cuando hablé con Magnus en Idris, después de la Guerra Mortal - comentó ella. - Me dijo que había soñado que te curabas. Ya sabes cómo es Magnus. A veces sus sueños se cumplen. Así que me permití sentir esperanza por primera vez en mucho tiempo. Yo sabía que era poco probable, si no imposible. Sabía que sería dentro de muchos años. Pero tu me pediste casarme contigo, una vez, hace mucho tiempo. Y en cierto modo, esta es nuestra noche de bodas. Una consumación con mucho retraso.- Ella le sonrió, mordiéndose el labio, claramente nerviosa. Sus dedos se movían en la manta que sostenía a su alrededor. - No debería haber tomado prestado tu nombre, tal vez, pero siempre he sentido en mi sangre que éramos familia -.

- Tessa Herondale Carstairs -, susurró. - Nunca debería preocuparte pedir prestado mi nombre cuando sabes que puedes conservarlo -.

Él dejó que la hoja de papel se deslizará de su mano y se extendió hacia ella. Ella se inclinó sobre su regazo y él la abrazó con fuerza, contra la sensación de ahogo en su garganta.

Ella nunca había renunciado a él. Recordó decirle a Will una vez, que él le había dado fe, cuando Will no tenía fe en sí mismo. Él siempre había tenido esperanzas en Will, aunque Will no tenía esperanzas para sí mismo. Y Tessa lo había hecho por él. Hacía tiempo que había perdido la esperanza de una cura, pero ella... Ella siempre había tenido esperanzas.

- Mizpa, Tessa -, susurró. - En verdad, porque ciertamente Dios estaba cuidando de nosotros mientras nos despedimos unos de otros. Y ha cuidado de nosotros mientras Will era apartado de nuestro lado y nos trajo de vuelta el uno al otro -.

Durmieron, acurrucados, en los restos del vestido de Tessa, y más tarde se trasladaron al sofá. Estaba bastante oscuro, y bebieron té frío e hicieron el amor de nuevo, esta vez más suave y lentamente hasta que Tessa agarró a Jem por los hombros y le rogó que fuera más rápido. - Dolcissimo, no appasionato -, dijo él con una sonrisa tormentosa de pura diversión.

-¿Oh?- Ella se agachó e hizo algo con la mano que, estaba claro, no había sido preparado. Todo su cuerpo se tensó. Se rió mientras las manos de él arañaban de repente en su cintura, clavandole los dedos. El pelo oscuro de Jem colgaba delante de sus ojos; su piel brillaba por el sudor. Anteriormente, ella había cerrado los ojos: esta vez ella lo observaba, tanto el cambio en su expresión como su control se rompieron por la forma de su boca mientras jadeaba su nombre.

- Tessa...-

Y esta vez, ella se olvidó de morderse la mano para amortiguar los sonidos que hacía. Oh, bueno. Al diablo con los vecinos. Había estado en silencio durante casi un siglo.

- Quizás eso fue más rápido de lo que había previsto- dijo con una sonrisa, cuando yacían juntos después, encajados entre los cojines. -Pero tú hiciste trampa. Tienes más experiencia que yo-.

-Me encanta-. Tessa le besó los dedos. -Voy a tener una gran cantidad de diversión enseñándote todo. No puedo esperar a que escuches música de rock and roll, Jem Carstairs. Y quiero verte utilizando un iPhone. Y un ordenador. Y viajar en el metro. ¿Has estado en un avión? Yo quiero estar en un avión contigo-.

Jem seguía riendo. Su cabello era un desastre terrible, y sus ojos eran oscuros y brillantes a la luz de la lámpara. Se veía como el chico que había sido, hace tantos años, pero diferente a la vez: se trataba de un Jem que Tessa recién empezaba a conocer. Un joven, y saludable Jem , no un niño moribundo o un Hermano Silencioso. Un Jem que podía amarla con toda su fuerza a medida que ella lo amaba a él.

-Vamos a tomar un avión-, dijo. -Tal vez a Los Ángeles-.

Ella sonrió. Sabía por qué tenían que estar allí.

-Tenemos tiempo para hacer todo-, dijo él trazado uno de sus dedos por el lado de la cara de Tessa. -Tenemos la eternidad-.

No la eternidad, pensó Tessa. Tenían un largo, largo tiempo. Toda una vida. El tiempo que él viviera. Y ella lo iba a perder un día, como había perdido Will, y su corazón se rompería, como se había roto antes. Y se recuperaría de nuevo y seguiría adelante, porque el recuerdo de haber tenido a Jem sería mejor que nunca haberlo tenido en absoluto.

Ella era lo suficientemente sabia como para saber eso.

-Lo que dijiste antes- preguntó. -Que Jace Herondale ama a Clarissa Fairchild más que nadie que hayas conocido, excepto alguien.... Nunca terminaste la frase. ¿Quién era?-.

-Yo iba a decir tú, yo y Will-, dijo. -Pero... No es eso algo extraño que decir ¿no?-.

-No es extraño en absoluto-. Ella se acurrucó cerca contra su costado. -Tienes toda la razón. Siempre y para siempre, toda la razón-.

Después Del Puente: Jem y TessaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora