Buen viaje, Camz

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Durante toda la semana, además de montañas de trabajo, siguieron las llamadas, pero ahora ya no sólo a casa, al trabajo también. Cuando hablé con Harry y Ariana les comenté lo ocurrido y les pregunté si eran ellos pero les conocía lo suficiente como para saber que no me estaban mintiendo cuando me dijeron que ellos no tenían nada que ver. 

Cada vez que intentaba restarle importancia sonaba de nuevo el teléfono o incluso mi móvil y siempre todas las llamadas desde número privados, comencé a cansarme y más de una vez pensé en hablar con la policía, pero en unas horas viajaba a París y con un poco de suerte a la vuelta las llamadas habrían terminado. Hacía un par de días también había recibido la llamada de Dinah, cosa que me hizo mucha ilusión y al día siguiente también volvió a llamar.

—Es que la vida en pareja me debe hacer crecer el culo y por eso no puedo llevar esa falda, Mila —me hablaba sobre que ponerse para el día de la boda cuando yo aún ni había buscado vestido.

—Estoy segura de que te quedaría muy bien, Dinah —le contesté con dificultad.

Dinah tenía el don de llamarme cuando menos podía hablar, como por ejemplo en ese momento que trataba de llegar del coche a mi casa con una fila de folios en una mano, el bolso colgando de ese hombro junto al móvil mientras que en la otra mano sostenía el paraguas y a la vez trataba de abrir la puerta.

—¿Te he pillado ocupada, Camila? —me preguntó riendo.

—No, que va —le mentí aunque ella ya lo sabía—, sólo estoy tratando de no matarme, pero tú sigue contándome.

Con la ayuda del portero conseguí subir hasta mi casa sana y salva y sin mojarme ni una gota.

—Y mira que le he dicho que no puede ir de blanco porque, por Dios, si yo voy de rojo no quedará bien, pareceremos gitanos —me seguía relatando, ahora sobre lo que se iba a poner su novio.

Ahora con más facilidad pude abrir la puerta de mi casa y entrar, descalzarme y tirar la montaña de papeles sobre la mesa del recibidor.

—Espera Dinah —le dije—, me han metido una carta bajo la puerta.

Me agaché mientras mantenía el móvil en mi oreja.

—¿Tienes un admirador secreto y no me lo has dicho, Mila? —me preguntó fingiendo estar ofendida.

—Uy, sí —ironicé—, lleva pegándome la brasa ya varios...

Me esperaba que fuera algún folleto de publicidad o algún testigo de Jehová que pretendía reclutar gente para su secta, pero esto sin duda era peor.

"Buen viaje, Camz"

—¿Estás ahí, Camila? —oía a Dinah— Mila, contesta.

—Dinah...

Me había quedado completamente en shock y si esto era obra de la misma persona que me llamaba a todas horas y no contestaba, había llegado al límite.

Dinah seguía insistiéndome desde el móvil que le contestase y decidí contarle lo sucedido, todo, absolutamente todo, desde las llamadas hasta esta última carta.

—Pero lo de Camz... —comenzó diciendo.

—Sí, por eso ya no tiene ni puta gracia, Dinah y como me entere de quien es te juro que —entonces comenzó a sonar el teléfono de casa—. Dinah...

—Hey, cógelo y pon el móvil en altavoz que me voy a cagar en sus muertos —gritó Dinah.

Sabía que Dinah hablaba enserio, era muy protectora con la gente que quería, si se tenía que tirar de los pelos con alguien lo haría, de eso no me cabía ni la menor duda.

—Luego hablamos, ¿vale?

— Por favor, si te dice algo ese malnacido me llamas enseguida.

—Descuida, adiós —colgué.

El teléfono no había dejado de sonar y tampoco parecía pretender hacerlo. Decir que no tenía un poco de miedo era mentir, estaba furiosa, no entendía quién podía estar haciendo esto y mucho menos la finalidad de ello, así que decidida descolgué el teléfono y lo puse en mi oreja.

—¡Camila! —rápidamente suspiré aliviada al oír la voz de Harry— ¿Te he pillado ocupada? Has tardado mucho en coger el teléfono.

—Eh... no, no, es que acabo de llegar y estaba hablando por el móvil pero ya está, dime.

—Al final nos quedaremos aquí un mes, Rose está de buen humor y también va a venir y quiere que nos quedemos con ella, ¿estás bien con eso?

—Claro, Harry, además el viernes viajo a París dos semanas, una amiga se casa.

—Eso está genial, no te van a venir mal unas vacaciones, además París es la ciudad del amor.

—¡Yo conocí allí a Sean! —oí gritar de fondo a Ariana.

—Por favor, Ariana, estamos hablando de amor, ¿vale? —después de esto oí a Ariana mandarle a un sitio inapropiado.

—No quiero ningún tipo de amor, gracias chicos —reí.

—Bueno, bueno, lo importante es no presionarse, cuando vuelvas ya nos cuentas con cuantos —de fondo se pudo oír la risa de Ariana junto a la de Harry.

—Qué perspectiva más diferente a la mía tienes de amor, al final os vais a parecer mucho más de lo que piensas Ariana y tú.

—¡Oye, idiota! —dijeron a la vez.

—Veis, tal para cual —reí—. Os tengo que dejar, Thelma y Louise, cuando esté en París os llamo, os quiero.

—¡Y nosotros! —colgué.

Haber hablado con Harry y Ariana me había tranquilizado, pero en cuanto mi mirada volvió a chocar con aquella carta, el estómago se me revolvió. Mientras cenaba seguí pensando con aquella carta en la mano, la observaba como si de pronto me fuera a decir algo o yo lo descubriese, pero ahí no había nada para investigar. Aparté el plato con la comida intacta y seguí mirando atentamente aquellas letras tan bien definidas. Era absurdo intentar averiguar si habían sido escritas por un hombre o por una mujer, no conocía nadie capaz de hacer eso ni tan siquiera que supiera la historia porque evidentemente no serían ni Harry ni Ariana y ni mucho menos Ally, Normani o Dinah y esas, que yo supiera, eran las únicas personas que conocían lo pasado hacía ya ocho años.

Todo aquello me hizo tener toda la noche a Lauren en la cabeza y comenzaba a hartarme de ello. Pensaba que todo lo relacionado con ese viaje había desaparecido y pasado página, pero esa carta, esa carta me iba a traer muchos dolores de cabeza. 

Where is Lauren?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora