El cielo ya estaba muy oscuro cuando lleguemos a la playa donde habíamos quedado para hacer el botellón, si, mi barrio estaba justo al lado del mar. Nico me dijo que podíamos quedarnos en su casa porque sus padres estaban de viaje todo el fin de semana, y que incluso podríamos traernos a algún chaval buenorro para tirarnos. Yo acepté sin más.
Al llegar allí vimos una cachimba en una toalla redonda muy grande donde cabrían unas ocho o diez personas. Yo prefería no enchufar el morro todavía, eran las diez y aun no había casi nadie, solo dos o tres yonkis tirados en la arena y una señora de mediana edad bañándose medio vestida. Mejor que fuese así, no tenía ganas de potar todavía.
Me acerqué un poco más a Nico para pedirle un cigarro, nos sentemos en el borde que separa la costa de la acera. Me gustaba fumar en compañía aunque el tabaco no me llamaba del todo la atención, lo mas flojo no me atraía, quería substancias diferentes, más fuertes de las que ya había probado hasta ahora.
Nico se apoyó en mi hombro suspirando.- Aún no hay nadie, ¿vamos a esperar aquí hasta las doce o la una viendo a una vieja frotarse los pechos?
Evidentemente no lo haríamos, creo que había otras opciones y si no, las buscariamos.
- No nos quedaremos aquí, tranquilo. ¿Porque no nos vamos a algún pub de ambiente? Creo que La Hierba no pilla muy lejos de aquí, hay cada figurín... -Suspiré mordiéndome el labio inferior.
- Si claro, te conozco Chris, te enredarás y te olvidarás de los actores porno que te dije, y yo quiero tirarme a uno.
- Joder macho, pues ya me dirás tú que hacemos. - Le dije mirándolo decepcionado por su respuesta.
- ¿Vamos a mi casa? Está a 10 minutos de aquí, podemos poner reggaeton y así me enseñas un poco a como restregarme con los tíos que me entren.
No pude evitar reirme.
- Está bien, pero nada de bachata que te me pones tierno.
- Nada de bachata. -Dijo afirmando.
Caminemos hasta su casa, el camino se me hizo eterno, nose si porque no me conocía muy bien su zona o porque simplemente quería llegar ya. Nico sacó las llaves de su mochila, donde también llevaba vodka y burn, nuestra adicción, y abrió la puerta apresurado, por su forma de moverse parecía que llevaba ya tiempo meandose.
Al entrar a la casa ví que estaba todo patas arriba pero no me importaba, lo único que quería era beber y bailar hasta caerme muerto. Nico salió del baño ya mas calmadito. Me llevó hasta un salón donde había una especie de lámpara con efectos de discoteca, luces, humo, laser, etc. Me quedé flipado, nunca había visto ese ambientazo en una casa y la idea de bailar reggaeton ahí dentro me encantaba.
Levante el brazo para coger a Nico sobre los hombros, y le susurre unas palabras.
- Quiero bailar, quiero vodka, quiero follar. ¿Que hago?
Él se empezó a reír mientras me daba un cubata cargadito y con mucho hielo, como a mí me gustaba. Le sonreí cogiéndoselo, pegé un trago y lo dejé encima de una barra de mini bar que había ahí mismo, un poco apartada.
Sonaba la canción 'Mueves tu mi amor' de M La Cruz, una canción movidita y a la vez bonita. Le propuse cumplir lo que dijimos anteriormente, enseñarle a bailar. Lo cogí de la cintura, nuestros cuerpos se compenetraron, solo nos dejabamos fluir por la música. Entre unas risas y otras acabé en el suelo, encima suya.
Nico no paraba de reírse y yo le puse la mano en la entrepierna, no dijo nada, se quedó paralizado, nunca habíamos tenido nada. ¿Porque íbamos a tenerlo ahora? Pues porque los dos estábamos locos por echar un buen polvo.
Los cables se me cruzaron, lo cogí de los brazos y lo empotré contra la pared, él seguía sin responder a mis movimientos pero tampoco se negaba así que lo besé. La verdad es que sus labios eran como la cocaína, adictivos. Seguí besándolo mientras le agarraba el paquete, sabia perfectamente que no se apartaría, estaba empalmado, y cada vez iba a mayor grado. Por fin reaccionó a mis llamadas sexuales en busca de caricias desesperadas y mordiscos en el cuello, me agarró salvajemente por la cintura y me susurró al oído 'Dejo que me folles'. Yo iba ya muy burro, me daba igual donde empotrarlo, el caso era hacerlo ya. Le quité la ropa mirándole a los ojos, el enseguida hizo lo mismo conmigo, tenía la polla ardiendo y sabía que no le importaría si se la clavaba hasta su más profundo gemido, o aullido, si, mi amigo era una fiera y aunque aun no lo conociera en sentido sexual, lo sabía demasiado bien.
Esa misma noche, no necesitábamos nada más, ni siquiera actores porno, sus gemidos eran tan fuertes como los pollazos que le metía, no eramos dos tíos follando, no.
Eramos dos animales salvajes, y yo, era el león.
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•Cambios• (Gay)
RomanceChristian es un rebelde sin causa. Raúl un chico admirable debido a sus grandes metas, que un chico le llene enteramente pudiendo compaginar su trabajo y sus asuntos, compartiendo así su cariño con esa persona. ¿Podrá alguien como él cambiarle la ma...