Un pedazo de historia

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Estoy muriendo.

Ahí esta, lo dije.

Creo que estas cosas horribles son mejores si son tratadas abiertamente. Al menos no son ocultadas o desconocidas. Su realidad no es cuestionada simplemente porque no se ven y tú no sientes que su presencia está siempre ahí tratando de alcanzarte. No son una sombra de duda tratando de generar un optimismo que en realidad no tienen.

Mi madre nunca tuvo que decir nada. Lo sabía desde hace mucho. Incluso si estaba enterrado muy profundo dentro de mí. Pero ahora, lo llevaba estampado en mi frente. Lo llevaba estampado en mis papeles. Estaba estampado en la cara de mi madre y nunca dije nada.

Estoy muriendo.

Recogí aquellas palabras y las tiré. Las tiré a través del mundo. Las rompí, dejándolas romper en millones de pedazos y con ellos enterrados en mis manos, se las pasé a todo el mundo a mi al rededor. No era más un secreto y esas la palabras ya no tenían nada contra mí.

Carolyn no hablaba ya. Ni siquiera respondía las llamadas de Dael. No se movía de su habitación en todo el día, ni para regar sus estúpidos tulipanes. A veces lo hacía yo misma. Miraba el pequeño parche de esperanza que alguna vez pensamos que haría una diferencia. Mi flor estaba creciendo bien. Seguía pequeña, pero estaba creciendo. Me pregunto de qué color será la pequeña semilla que mi madre me dio mientras rogaba que no fuera amarilla.

No debería haberlo hecho, darle vida a aquellas flores. Es el trabajo de Carolyn. Miré hacia los tulipanes con sus colores vivos. Sus pétalos. El pequeño tallo verde que los alimentaba. Tal vez los observé por mucho tiempo porque cuando salí del trance, estaba llena de furia. Furia por esas flores que se burlaban de mi existencia. Estaban saludables y yo no y ese hecho bastaba para hacerme querer matarlas.

Así que lo hice.

En un momento lleno de histeria, los arranqué. Los rompí. Quité los pétalos y saqué los tallos. Pero grité más que nada. Grité y grité. No paré hasta que mis pulmones necesitaban aire, y no paré hasta que empezaron a arder. Si mi madre escuchó, no pareció importarle porque para cuando había acabado seguía sola. Me sacaba de quicio. No tenía el derecho de estar deprimida, o brava. Yo sí. ¿Por qué tenía yo que cargar con ambas? ¿Por qué tenía yo que salir y encargarme de sus tulipanes?

Caí al piso y miré el desastre que había hecho. El jardín parecía el escenario de una masacre, y, en realidad, creo que era eso.

"Y ahora, les traemos una noticia de último momento. Múltiples cuerpos fueron encontrados en el patio de los residentes Carolyn y Anna Nolan, en Bayport City aproximadamente a las cinco de la tarde. Las desafortunadas víctimas fueron encontradas con varias heridas graves como lesiones en el cuello y hemorragias internas. Las víctimas tenían aproximadamente de dos semanas a un mes y se trataban de todo tipo de tulipanes. Detectives están en proceso de contactar a sus familias. Se ha reportado que la chica de dieciséis años, Anna, ha sido arrestada por sospecha y será interrogada pronto. Por ahora, no hay ideas de por qué cometería este horrendo crimen. Planeamos tenerlos al tanto de lo que pase con el intrigante caso de 'La Torturadora de Tulipanes'. De nuevo contigo, Tim"

De alguna manera, le encontré humor al estar sentada en el ahora destrozado jardín de mi madre. Empecé a reír hasta que lágrimas inundaron mis ojos. Y no sé en qué momento las lágrimas de risa pronto se convirtieron en sollozos desesperados.

—¿Anna?

Escuché la suave voz de un hombre y me volteé para ver a Dael parado en la puerta.

—¿Cómo has llegado hasta aquí?

—La puerta de atrás estaba abierta—dijo mientras posaba los ojos en el suelo—. Oh, Anna, ¿pero qué has hecho?

Me incorporé mientras me limpiaba las lágrimas. Restregué mis manos sobre mi jean llenándolos de tierra. Ignoré su pregunta.

Un Dolor ImperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora