Albert Einstein dijo una vez que sólo había dos formas de vivir tu vida: una de ellas decía que nada de lo que pudiese pasar era un milagro. Y la otra que todo era un milagro. Aún sigo tratando de descifrar cuál de las dos es mi forma de vida; si es alguna de esas.
Mi pasión cae en manos de mi consciencia, regando el veneno de una pequeña chica que quiere vivir. Es casi como si todo lo que hiciera estuviera blindado por la noción de que nada realmente importa. No para mí. No para todas las personas a mi al rededor. Y con estos pensamientos atacando constantemente todo lo que quiero hacer, y el hecho de que yo siempre me echo atrás, me he llevado a esta conclusión.
Soy egoísta.
No quiero ser de esta manera. Me conforto a mi misma diciéndome que toda esta situación era inevitable. Que el destino que me hizo así posiblemente no me dejaría cambiar. Pero no puedo seguir mintiendo. Hay una parte de mí que nunca podrá ser sanada. Soy minúscula y habrá noches en la cuales ese descubrimiento me consumirá, llevándose todo lo que queda de mi cuerpo.
Esto nunca estará bien. Lo sé y nunca voy a pretender que lo está. El deseo de existir no me hace egoísta. Me hace humana. Lo que me hace egoísta es ver que todo a mi al rededor se quiebra en pedazos porque he decidido que mi esfuerzo es fútil. Quiero ser valiente. Y al mismo tiempo, quiero que sepan que estoy asustada y furiosa, pero elijo seguir de todas maneras. Puedo quejarme de la injusticia de mi existencia y condición y después morir, o puedo tomarme esta vida en serio y hacer algo.
Honestamente, prefiero el último. Así que, sigamos haciendo lo que podemos y sigamos tratando de hacer lo que no.
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Ya ha pasado una semana desde mi última visita al hospital y aunque no podría estar menos entusiasmada por ver de nuevo al Doctor Langford y ser obligada a hacer cosas que preferiría olvidar, en lo único que puedo pensar es en Nephertarie. No me malentiendan. El doctor Langford no es una mala persona. Aprecio todo lo que ha hecho por mi y hasta lo podría perdonar por sus sonrisas plásticas y su actitud pasiva. Solo creo que está cansado, ¿por qué no lo estaría?
Mi mamá está de buen humor hoy. Casi siempre lo ha estado estos últimos días y sé por qué.
Escucho el motor del carro en el camino. Creo que son los viajes más duros para mi madre. En casa, ella puede distraerse en el jardín o con Dael. Pero aquí, puedo decir que el silencio la alcanza. Puedo ver cómo la rompe. Al pensar en nuestro destino y nuestro propósito de ir allí hace que su sonrisa se desvanezca lentamente. Por su bien, finjo como si no lo notara, pero lo hago. Lo noto todos los días.
Carolyne pudo ver la anticipación plasmada en mi cara.
—Cariño...—Dijo.
—¿Sí, mamá?
—Quiero que te mantengas fuera de todo ese asunto de Pretarie, ¿entendido?Sé de que estaba hablando y tuve que reprimir la inmensa rabia que me invadía.
—Su nombre es Nephertarie—respondí fríamente.
—Bien. Anna, solo no quiero que estés...
—¡¿Esté como, mamá?! ¿Por qué siquiera estamos discutiendo sobre esto?
—¡¿Anna, escúchame, está bien?! Sé que quieres ayudarla, pero su caso no te concierne. No quiero que estés metida en ese asunto. Hay cosas que están más allá de nuestro control y no podemos hacer nada sobre ello. No puedo tenerte por ahí dándole a esa pequeña niña una falsa esperanza y haciendo el ridículo. Vas a estar afuera de todo ese desorden, y si la ves, por supuesto que la puedes saludar pero eso es todo. ¿Entendido?
—¡Ella necesita a alguien! ¡Incluso Sandy lo dijo! Ella me agradeció, ¡la escuchaste!
—Anna, no me hagas esto. ¿Vale? No tengo la capacidad.
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Un Dolor Imperial
FanfictionMi nombre es Anna. Tengo dieciséis años y tengo cáncer. Pero no te preocupes por mí, estoy perfectamente bien. Deberías preocuparte, al contrario, por mi madre obsesionada con los tulipanes, por su amante misterioso, El Tulipán Holandés, y por mi...