Aday permanecía sentado a una mesa de su club con una copa en la mano, charlando animadamente con sus dos mejores amigos: Álex y Eric.
— Así que ya se ha publicado el primer fascículo de las Memorias... —dijo como si el tema no fuese con él, sonriendo con arrogancia mientras giraba la copa lentamente.
Eric soltó una risita maliciosa.
— Efectivamente. Según el editor, se vendieron todos los ejemplares durante la mañana. Veo que la gente quiere saber todos los pormenores de cómo es Charlotte en la cama. Podían preguntarte a ti, acabarían antes…
Álex lo golpeó en las costillas con el codo, recriminándolo con una sonrisa divertida.
— Eric, no le recuerdes cómo es esa mujer en la cama cuando el pobre hombre está sufriendo de abstinencia sexual…
Los dos soltaron una sonora carcajada y Aday los fulminó con la mirada en el mismo instante.
— No sabéis lo mucho que me voy a reír el día que paséis por lo que yo estoy pasando, cabrones —dijo entre dientes.
— Porque tú quieres. Ayer mismo se te ofreció de buen grado aquella rubia. Si no te fuiste a la cama con ella fue porque no te dio la gana… — dijo, levantando el dedo índice de forma acusadora.
— Ése es problema mío… —respondió con sequedad.
— Y nuestro también, que somos los que tenemos que aguantar tu carácter endemoniado —replicó Álex.
— Ummm —Eric se tocó la barbilla pensativamente—. Que hayas rechazado a la chica de ayer me preocupa. Hace un mes no habrías perdido semejante oportunidad. A no ser…
Aday lo miró con suspicacia.
— A no ser… ¿qué?
— A no ser que tengas problemas de impotencia…
Álex casi se atraganta con el vino mientras Aday apoyaba la copa en la mesa para incorporarse en la silla con los ojos muy abiertos.
— Como vuelvas a decir eso te retuerzo los huevos con unas tenazas, Eric. ¡Yo funciono perfectamente en la cama! ¿Con quién te crees que estás hablando?
Eric se rio ante la agresiva amenaza de su amigo.
— Está bien, está bien. Me olvidaba de que estás casado… —dijo guiñándole un ojo a Álex.
— Aday, tu mujer está a kilómetros de distancia —comenzó Álex—. No deja que te metas en su cama, es fea, viste como una vieja y aún por encima te engañó como la zorra de Astrid… ¿Qué te pasa, hermano? Hay miles de mujeres esperando por tres tipazos como nosotros. Piensa en ellas, ¿no? Pobrecitas… —sonrió con picardía.
Aday sacudió la cabeza con una sonrisa.
— No me interesan…
— ¿Me estás diciendo que aún piensas en esa mala mujer? Aday, Astrid jugó contigo. ¡Despierta hombre! ¡Disfruta de la vida! —dijo Álex.
Aday sonrió con arrogancia.
— ¿Quién te ha dicho que Astrid tiene algo que ver? Simplemente he dicho que no me interesa ninguna de las que se me echan encima. Tengo especial interés en la que me niega la entrada a su cama… —levantó la ceja derecha.
Eric y Álex soltaron una carcajada.
— Típico. Siempre vamos a por la fruta prohibida… —murmuró Eric.
— ¿Quién te ha dicho a ti que mi esposa es prohibida? Es probable que tenga que esperar y aguantar dos meses más, tragarme mi orgullo, y si se presenta la ocasión acostarme con otra. Pero ten por seguro que en cuanto regrese a la costa, Attenery será mía.
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Sedúceme
Romance**** UN HOMBRE FRÍO CON UN PASADO QUE QUERÍA OLVIDAR. UNA BODA PACTADA. TRES CONDICIONES QUE ÉL ACEPTÓ CUMPLIR. PERO CUANDO SURGE LA PASIÓN... **** Tras un tormentoso matrimonio, Aday Loarte se ha convertido en un hombre frío y de corazón duro e imp...