Uno

182 11 2
                                    

-¿Qué es lo que pretendes decirme?

- Se que puede ser complicado pero....

-¿Pero qué? ¡Quieres hablar claro de una puta vez!

-No lo hagas mas difícil...

-¡Pero que coño quieres decirme!

-¡No grites!-dijo con lágrimas en los ojos- no quiero que sufras...

Me acerqué a ella para poder mirarla a los ojos, esos preciosos y tristes ojos verdes. Ella no estaba por la labor de mirarme a la cara y jugaba nerviosa con su pelo, ese pelo castaño y lacio que en su día tenía un brillo y suavidad increibles pero que ahora había perdido toda su magia. La agarré de la barbilla para que me mirara a la cara pero me esquivó y siguió mirando al suelo. Una gota. Dos gotas. Tres gotas. Iban cayendo de su cara poco a poco acabando en aquel frío y sucio suelo.

-No quiero que te sientas mal, enserio. Solo quiero saber porque me has llamado tan alterada para luego no decirme nada.

Silencio.

Levantó la cabeza y sonrió levemente. Se acercó a mi y me dio un beso para luego decirme que no era nada preocupante y que no sabía porque lo había echo, que era una tontería y acto seguido salio por la puerta de aquella mierda de casa abandonada a las tantas de la noche donde me había dicho que quedáramos hacía un rato dejandome solo.

Ella siempre fue muy impulsiva pero esto iba a otro nivel, me había asustado muchísimo con todo ese royo que me soltó sin sentido, o al menos yo no le veía sentido.

Seguí caminando sin rumbo ya que me había perdido y vi de lejos un puente, como no tenía nada que perder me acerqué para ver si por debajo había agua. Algo muy estúpido por que era de noche y no se escuchaba agua. A medida que me iba acercando veía con mayor claridad una silueta subida al muro de piedra del puente, me fui acercando mas y vi que se trataba de una chica, llorando. La silueta de esta se dio la vuelta y segui caminando sin poner creer de quien se trataba, sin aceptarlo. La silueta se empezó a balancear acercandose al bordillo, y con una media sonrisa dijo:

-Te quiero.

Salí corriendo sin poder evitar lo inevitable, escuche como impactaba contra el suelo y perdí los nervios. No veía nada. No escuchaba nada. Estaba en medio de la nada. Corrí atravesando el puente buscando algún tipo de bajada por la cual pudiera llegar a ella, vi un árbol caído. Un árbol que había atravesado el puente rompiéndolo. Mi único deseo en ese momento era que la copa del árbol llegara hasta el suelo para poder ir a por ella. Me subí al árbol y fui bajando poco a poco. Un crujido. Me quedé quieto sabiendo que la había cargado. Otro crujido. Me cago en la puta. Otro crujido.

Abrí los ojos y me encontré con un techo blanco. A un lado tenia una camilla vacía y al otro lo que parecía ser una puerta o de salida o para entrar en un baño. Un hospital, estupendo. No recuerdo nada...

Mientras no digas nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora