Capítulo V

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Capítulo V: Aquel chico feliz.

Me despierto.
- Axel... -susurro.
Escucho mi estomago rugir, tengo hambre, así que me levanto para comenzar a buscar comida, pero entonces recuerdo que ayer encontré latas de comida que no llevaba demasiado tiempo pasada de fecha. Abro una de las latas, en su interior hay algo que creo que es atún... ¡está muy rico!
Después de comer me levanto, cojo mis tesoros (la foto de Erik y Boby, la de Axel y Julia y la prueba de mi promesa con Axel), lo pongo todo a buen recaudo en una mochila que me dio Axel y me la cuelgo de los hombros. Para evitar que los perros o los gatos se lleven mi comida, hago un agujero en el suelo y entierro bien las tres latas de que me quedaban, dejando el balón que me regalaron mis amigos para marcar el lugar, todo escondido tras la hierba más alta de debajo del puente.
Me marcho de la rivera para dar un paseo por la ciudad y los recuerdos de mis primeros días en la calle inundan mis pensamientos.
Voy sin rumbo fijo, mirando a mi alrededor, los adultos ya no me insultan ni me rehuyen, ¿será porque ya no soy una niña pequeña? ¿o porque ahora mi ropa no está tan sucia o rota y no me queda pequeña? ¿o quizás por las dos cosas? Bueno, realmente eso no me importa nada.
Mis pasos me llevan a esa casa, aquella casa en la que vive ese chico que siempre envidié, donde comía las sobras que dejaban en la puerta y miraba por la ventana. Hace unos años que no he pasado por aquí... Me acerco más a la puerta, no escucho nada y entonces decido volver a la ventana para recordar viejos tiempos.
- ¡Adiós!- escucho la voz de un chico.
Me pongo nerviosa y corro fuera del jardín justo a tiempo, una puerta se cierra y no puedo evitar girarme.
Al ver quien es, me sonrojo levemente. Es él, es ese chico al que llevo observando desde pequeña, lo tengo delante y el rojo de mis mejillas aumenta, ahora me parece lindo.
Él se da cuenta de mi presencia y me observa durante unos eternos segundos.
- Perdona, ¿Nos conocemos?- lo dice dudoso.
- E...- no puedo decirle la verdad, miro al suelo- no creo...
- ¡Claro!- exclama acercándose a mí- ¡Tu eres esa niña!
- ¿Cómo?- es imposible que sepa quién soy.
- ¡Sí! ¡Vamos, te pareces demasiado para no ser ella!- se acerca más, creo que demasiado y me hace inclinarme hacia atrás- Tu eres la chica de la ventana.
- ¿Q-q...?- ¿¡¡QUEEE!!? mi cara se vuelve completamente roja y me alejo de él chocando con el muro que rodea su casa- ¿QUE? ¡¡Yo no... No he mirado por tu venta!!
- Yo no he dicho nada sobre mirar por una ventana- dice con una sonrisa insinuante.
- P-pero...- mierda- Yo n-no...
- ¿Por qué te pones así? Ni que te fuesen a encarcelar- se ríe.
Yo le miro, no se que hacer.
- Soy Mark Evans, ¡encantado!- se presentó ofreciéndome su mano.
Yo le estrecho la mano.
- ¡¡Mark!! ¿Que haces aquí todavía? ¡Necesito esas verduras! ¡Venga!-una mujer acaba de salir de su casa y lleva una escoba en la mano.
- ¡SI!- Evans sale corriendo. Se frena en mitad de la calle y retrocede andando hacia atrás y cuando llega hasta donde yo estoy se detiene.- No te muevas de aquí.
Dice justo antes de salir corriendo otra vez y desaparecer tras girar en un cruce.
Yo me quedo pegada al muro, intentando asimilar lo sucedido, sin moverme. La mujer de antes me mira y se ríe, supongo que se ha dado cuenta de mi cara roja. Me tranquilizo un poco y el rubor se queda solo en mis mejillas, ahora no se que le voy a decir a Evans y... ¿Por qué me ha dicho que espere aquí? Y lo más importante... ¿por qué le hago caso?
Al cabo de unos diez minutos le veo aparecer corriendo.
- ¿Ya has llegado? Que rápido has sido Mark- le dice la mujer al verle.
- Sí.. ¡Toma!- Evans le da una bolsa llena con distintas verduras.- Voy a dar una vuelta mamá.
- Mm... Pero no estés fuera mucho tiempo, ya casi es la hora de comer.
- Claro.
La madre de Evans ya ha entrado en casa y él se da la vuelta y me mira, noto como el rubor vuelve a aparecer.
- ¿Damos una vuelta y hablamos?- me pregunta.
- Bueno...- accedo resignada pero por otra parte estoy ilusionada, ¡voy a dar un paseo con el chico al que he envidiado desde pequeña!
Él comienza a caminar y yo le sigo. No habla en un rato, pero sonríe.
- Bueno... ¿Entonces si eres esa chica que miraba por la ventana?- me pregunta mirándome.
- Yo...- ¿por qué no puedo evitar ponerme nerviosa? Continuo ruborizada.- perdona.
- ¡Aah, no! No quiero que te disculpes, pero no se por qué hacías eso- me mira interrogante, supongo que tendré que contarle todo.
- Es una historia muy larga...- digo, pero parece no importarle y sigue mirándome, esperando que continúe.- Te aburrirás escuchandola- le advierto.
- Pues si es larga- dice subiendo una cuesta hacia la torre que era el emblema de la ciudad- tendrás que contarmela en un buen lugar.
Me indica que le siga y lo hago, comienzo a tranquilizarme un poco, gracias a su amabilidad y su sonrisa, pero el rojo de mis mejillas aparece cada vez que me dirije una mirada. Llegamos a la torre Inazuma y se dirije a las escaleras. Ya he subido allí otras veces, es mi lugar favorito en el mundo.
- ¿Qué tal?- me dice al llegar arriba, refiriéndose a las vistas.
- Me encanta subir aquí
~Es mi lugar favorito en el mundo- decimos a coro.
Nos miramos durante un momento y justo depués comenzamos reir.
- ¡Ja,ja! ¡Qué bien, ya tenemos algo en común!- me dice.
- Sí- digo y sonrío.
- Bueno, ya me puedes contar esa larga historia.
- No quiero aburrirte...- quizás sea mejor no decirle nada, estoy cansada de que me miren con lástima.
- Y no lo harás- insiste.
- Yo...- le miro y veo su cara y su mirada de perrito abandonado, no puedo decirle que no a esa cara- ¡Está bien! ¡No me mires así!
Volvemos a reirnos y comienzo a contarle todo.
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La Historia De Melany (Inazuma eleven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora