Recuerdo cuando empezamos a tener pequeños momentos. Simplemente íbamos al mismo instituto, y tú me acompañabas de regreso a casa. Podíamos pasar horas y horas hablando en la esquina de mi calle. A veces tenía que bajar mi madre a decirme que subiese ya. Las horas pasaban volando. ¿Te acuerdas como ponía esa cara de enfado de: "señorita, en subir hablaremos"?
¿Sabes qué? Nunca me reprochaba nada porque me veía feliz.
Echo de menos esos momentos.