Encontrábamos cualquier excusa para discutir. Deportes, asignaturas, si esa camiseta era verde o azul, etc. Daba igual sobre lo que fuese, nos lo pasábamos bien. Discutir contigo se convirtió en mi afición favorita. Todavía recuerdo cuando estábamos peleando un día y me dijiste:
-Pero no te enfades-mientras te reías.
-¡Qué no me enfado pesado!-me estaba riendo tanto que no podía casi ni hablar.
-Pues a mí me encanta la cara que pones cuando te enfadas.
-Pero si según tú me paso el día enfadada.
Y me respondiste con una sonrisa.Quisiera volver a aquellos días.