Pego mi espalda a la pared y suspiro. Es difícil tenerle tan cerca y no poder hacer nada. Me doy cuenta de que me está mirando y le miro yo también. Bien, ya no aguanto más. Respiro profundamente.
-Tengo que irme- y sin mirarle siquiera giro la calle.
Bien Sandra, sigue así. Sé una cobarde toda tu vida. Pero que puedo hacer, es uno de mis mejores amigos y llevo enamorada de él dos años y medio. Y si sigo así tendré que conformarme con ser solo eso: una chica enamorada de su amigo, el que por supuesto piensa que me gusta otro chico.
-¡Espera Sandra!-grita girando la esquina-Quédate un poco más.
-Ya llego 10 minutos tarde y sabes como se pone mi madre.
-Oh, venga, deja de ser la niña buena al menos por un día-me dice poniendo ojitos de pena.
-¡Mierda Javi! Vale vale, pero solo diez minutos más.
-Bien-sonríe abiertamente, y vuelve a girar la esquina de mi calle.
Le sigo y nada más girar me lo encuentro mirándome, y sin decir nada más me abraza. Lo agradezco, pues en diciembre a las doce de la noche hace bastante frío incluso con tres capas de ropa. Además, no se siente nada mal estar así de agarradita a él.
-¿No muerdo sabes?-Me dice mientras me abraza más fuerte. Coge mis manos y las coloca sobre su pecho.
Pero, ¿a qué viene esto? ¿Por qué está tan cariñoso? Mierda, mierda y mierda. Se me va a notar, estoy demasiado nerviosa.
De pronto empiezo a sentir cosquillas en el cuello, mi punto débil. Con tanto hablar conmigo misma no me había dado cuenta de que ha escondido su rostro en el hueco entre mi cuello y mi hombro. Respira fuerte, aspirando mi colonia mientras roza la punta de su nariz con mi cuello, provocándome un mar de sensaciones increíbles.
-¿Qué haces?-susurro sonriendo.
En realidad no quiero que pare. Pero entonces pienso en todo lo que he pasado estos dos años y medio, esas ilusiones que me hacía yo sola y esas noches consiguientes llorando desconsoladamente.
-Va, Javi.
No contesta, solo sigue apoyado en mi cuello.
-¿Cuánto tiempo ha pasado?-preguntó refiriéndome a los diez minutos que me quedaban para subir a mi casa.
-Tres años...
-No, va, en serio.-digo inocentemente.
-Es verdad, dos años y medio.Hoy me he despertado después de tener este sueño. Ahora más bien es una pesadilla. Y ha sido exactamente tal y como ocurrió aquella noche.