Capítulo III

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Sara solo tuvo unos instantes para poder reaccionar, cómo podía decirle algo así e irse. Pero en realidad lo que necesitaba era una ducha o un baño en la tina, algo relajante. Se tomó su tiempo en desvestirse, quitarse cada prenda y dejarla tirada a su paso.

Ya de una vez en la bañera solo pudo cerrar los ojos, no había recordado cuando fue la última vez en bañarse así. En un momento del pasado amo con locura al hombre que estuvo en su habitación hace unos minutos. La verdad no sabía que pensar, por un lado quería creerle al segundo instante no podía. Todo fue muy rápido aquella vez, por lo que la salida más fácil fue correr, huir de lo que le asustaba.

Lo que pareció un letargo en el tiempo, salió de la bañera, tomo una toalla se la puso alrededor y se despidió de esa mágica agua con gel de flores que tanto le gusto.

Estaba muy cansada, quería dormir y no levantarse jamás. Pero ahí estaba él, al lado de su habitación a tan solo unos metros de distancia, como podía dormir así.

Simplemente se metió debajo de las sabanas, mirando hacía el techo. Comprendió que no tenía sentido seguir luchando contra lo que se quería. Dio tantas vueltas en la cama hasta que cayó en una profunda oscuridad.

Al levantarse vio que era muy temprano, así que reviso su bolsa de viajes con el fin de encontrar una sudadera y un mono, se cambió y se fue a caminar con la esperanza de poder pensar mejor que la noche pasada.

No se arriesgó a irse muy lejos, pues no conocía el lugar. Contemplo la belleza que le rodeaba. Montañas de un frondoso verde, árboles llenos de fruta fresca, el cielo tenía un azul pálido ya que se acercaba un hermoso amanecer.

Llego hasta lo que parecía ser un sendero, pero en realidad era otra cosa. Era un lago inmenso y la idea de caminar no le parecía tan tentadora, que un baño ahí. En esa maravilla.

Poco a poco se fue desnudando, no le importó que fuera tan temprano. Y aun así se metió en el agua abrazándola de la manera más fría pero no desagradable.

Andrés se levantó más temprano de lo normal y al notar que su sueño no regresaba, se vistió con la idea de quemar toda la energía que tenía desde el día anterior por no poder tocar a Sara. Fue al pequeño gimnasio que tenía en el sótano, no supo si pasaron horas pero eso no le sirvió de nada. Sin saber que afuera se iba a encontrar con un espectáculo de mujer, se dirigió al lago a ver si con un baño se sacaba de la cabeza a la persona que se encontraba al lado de su habitación.

No podía creer que la tuviera allí. Tal vez su plan de convencerla de las mentiras que le dijeron y de lo que vio, quizás no fuera en vano.

Pero tenía que hacerle ver la verdad de las cosas y de que él no era culpable. Andrés paro en seco esos pensamientos cuando la vio desnuda en el lago, aquel que le había servido para pensar, calmarse cuando se le presentaba un problema.

Se acercó en silencio, observando a la mujer que lo cautivaba pero también la que se ha vuelto fría y segura de sí misma. La que no tenía miedo de expresar lo que piensa y lo que siente, la que se detiene para no herir a nadie. Estaba hermosa, su piel blanca y su pelo negro hacían un perfecto contraste.

No se percató que al dar un paso en falso y caer vestido al lago. Sara por el contrario se llevó un gran susto. No tuvo necesidad de taparse pues la lejanía y lo oscuro que podía ser el lago a veces podía ser una ventaja.

- ¿Qué haces aquí?

- Creo que lo mismo que tú, supongo que ejercicio. Estas hermosa.- no pudo contener el pensamiento.

- No te creo. Me has seguido.

- Cierto ya tú no crees en nada. La verdad simplemente te vi, no lo pude evitar. Para que te doy explicaciones si para nada me crees.

Entre Tú y Yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora