-Jared! – me quejé – Suéltame, Jesús!
-No. – enredo más su cuerpo al mío – Así me gusta más.
-Obviamente te gustará más. – gruñí y lo escuche reír – Vamos suéltame.
Tocaron el timbre y trate de moverme desesperadamente.
-Sigue moviéndote así, sigue. – se burló Jared y no pude evitar reír –
-Vamos Jar, ven conmigo entonces. – lo escuche murmurar algo y después sus brazos y piernas estaban lejos de mí –
-Ya yo bajo. – camine fuera de la habitación y baje las escaleras –
Cuando abrí la puerta encontré a un señor, un poco alto, cabello café, ojos azules.
-Umm...¿Qué desea? –pregunté –
-¿Se encuentra Jared? – preguntó –
-¿Quién lo busca? – volví a preguntar –
-Dígale que su papá. – sonrió –
Mierda. Eran igualitos.
-Que parte de no quiero verte más, ¿no entiendes? – gruñó Jared a mi espalda –
-Yo quiero arreglar las cosas, nada más. – respondió el hombre –
-Deberías estar pudriéndote en la cárcel, escoria. – dijo - ¿Cómo saliste?
-Contactos hijo mío.
-Que no soy tu hijo! Perdiste ese derecho en el momento en que me dejaste casi muriendo. – gritó Jared – Lárgate de aquí!
-Eres un cobarde, siempre lo fuiste.
-¿Yo soy un cobarde? Aquí el único cobarde eres tú. – gruñó Jar acercándose a él, el hombre se intimidó; Jared era más alto - ¿quién golpeaba a su hijo y a su esposa hasta morir? ¿Quién huyó cuando nos encontraron? Si tu quieres que no te mate a golpes, maldito hijo de perra, te largarás de aquí y no te voy a ver nunca más, si te vuelvo a ver, o sé que viste a mi madre, juro que te haré pedazos y haré que te pudras en la prisión, hijo de puta, ¿te quedo claro?
-Mejor no digas nada. – espeté yo – Cállate y lárgate, es lo mejor. – jalé a Jared dentro y cerré la puerta –
Lo miré un momento y me acerqué a él, no me miró.
-¿Jar?
-Ahora no Ángel. – murmuró y subió las escaleras –
Me crucé de brazos bufando y fui a la cocina, agarré un tazón, le eché helado de chocolate y de mantecado, destroce unas oreos y las lancé por todo el helado. Me senté en el sofá comiendo de mí heladito y encendí la televisión.
A los minutos Jared apareció por las escaleras y se sentó a mi lado.
-¿Estás molesta? – preguntó escondiendo su cara en mi cuello, haciéndome cosquillas –
-Nha. – me llevé una cucharada de helado a la boca y Jared me miró – Ni te creas que te daré.
-No seas pichirre. – se quejó –
-Jared, es que tus porciones son extremas. – hice pucheros y el sonrió –
-Dame tú entonces. – asentí y llevé una cucharada de helado a su boca, cuando estaba cerca y Jared casi que babeaba, la llevé a mi boca y me reí al ver su cara – Ah, tu eres mala.
-Mucho. – sonreí divertida – Te encanta.
-Vamos a ver qué tan mala eres. Dame esa mierda ya. – exigió y me reí dándoselo, se trago una mega cucharada de helado y casi lloré - ¿Quién es malo ahora? ¿Ah? ¿Quién es malo? – a medida que hablaba se acercaba más a mí –

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¿Again?
Genç KurguHanna y Jared tienen una historia, una que solo ellos dos saben. Luego de ese verano decidieron olvidarse totalmente. Pero al momento en que Hanna vaya a vivir con su hermano Daniel, y ambos descubran que serán compañeros de apartamento, sus planes...