Capítulo 30

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Jayson no se quedaría, tenía asuntos que atender en la empresa, por lo que solo estaría un par de minutos más en el piso antes que Eth regresara, si es que se dignaba a regresar.

Había esperado sexo de reconciliación, pero no lo hubo, lo que resultaba bastante extraño, pero aunque ni siquiera me tocó, no despegó la mirada de mi cuerpo.

Examinaba cada uno de mis movimientos desde la cama, mientras cambiaba mi ropa, cepillaba mi cabello y quitaba mi maquillaje. Sus ojos recorrían mi cuerpo desde mis piernas, hasta mis manos como si quisiera grabarlas en su memoria.

-¿Por qué me observas tanto?- Sonreí desde el espejo tocador.

Dio un largo suspiro mientras acomodaba una mano detrás de su cabeza y le dio una rápida mirada a mi trasero.

-Es placentero.- Se limitó a decir con una ligera sonrisa melancólica.

Casi había amanecido, y aunque ciertamente la charla de hace unas horas me había agotado, me sentía increíblemente ligera y de buen humor. Definitivamente me había quitado un enorme peso de encima, y no podía ignorar el hecho que Jayson era el único responsable de ello.

No volvimos a hablar de ello, y aunque su semblante sombrío no desapareció, contuvo su evidente necesidad de continuar investigando.

Por mi parte, solamente podía pensar en las cosas buenas que vendrían ahora en adelante. Sin secretos, ni mentiras, ya no podía existir razón que logre distanciarnos y eso me tranquilizaba.

Habíamos permanecido abrazados las dos horas siguientes a la turbia conversación. Ni siquiera intentó quitarme la ropa, lo que resultó inusual pero para nada incómodo. En su lugar, se limitó a acariciar mis brazos y mi rostro, haciendo promesas y asegurándose que estuviera bien.

Le necesitaba, siempre lo había hecho, y el parecía responder a cada pedido de mi cuerpo y mi mente como si estuvieran sincronizados con los suyos.

Me hubiera gustado saber que era lo que pensaba, porque yo también había estado observándolo, pero su mirada martirizada por asumir una culpa que no le correspondía y una sonrisa tranquilizadora que surtía su efecto en mi eran lo único que podía ver, o lo único que el me dejaba mirar.

No pensé en Jeff o en mi madre, o los problemas corporativos que acechaban fuera de la habitación. En esos instantes eran la menor de mis preocupaciones, y se lo agradecía, Jayson era el único que lograba despejar de mis recuerdos esos tortuosos días.

-¿Seguro que no quieres quedarte?- Pregunté una última vez observándolo a través del espejo mientras se ponía de pie y anudaba su corbata.

-Quiero, pero tengo que irme.- Dijo al tiempo que tecleaba en su teléfono y miraba el reloj.

Imaginé que aún estaba sumamente estresado por haber tenido que lidiar conmigo la noche anterior, pero se había portado increíblemente comprensivo, aunque su impotencia no había pasado desapercibida, y eso era algo que debía de agradecerle apropiadamente. También sabía que tenía asuntos pendientes en Miller's INC y el problema con Devon que debía solucionar.

-Gracias por lo de hoy.- Dije encogiéndome de hombros mientras sostenía la puerta. Jayson se detuvo antes de atravesar el umbral y volteó a verme.

Antes de darme cuenta se abalanzó sobre mi uniendo nuestras bocas velozmente, con ferocidad y sin cuidado, como si llevase años conteniéndose. Sus brazos rodearon mi cuerpo y me aproximaron a él aún más casi como si intentara unirnos en un solo cuerpo.

Un fogonazo ardientemente familiar me atravesó mientras él presionaba mi cuerpo con fuerza contra el suyo.

Rápidamente le rodee con mis brazos y hundí mis dedos en su cabello, rubio y sedoso, despeinándolo.

Al borde del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora