-Su alteza, El Infante de Castilla y Su buen amigo el hijo del Duque Iglesias, le esperan en el descansillo que da a los jardines– dijo el mayordomo dirigiéndose a un joven que se encontraba firmando unos documentos.
-Enseguida bajo Tomás, gracias y envía a alguien a que baje mis maletas y las ponga en mi auto- dijo el joven levantándose del escritorio en un enorme despacho.
-Enseguida señor– contestó amablemente el mayordomo retirándose del salón.
Jóse Leonardo Black, heredero al trono de Louvell. Atractivo, rico, guapo, presumido, egocéntrico, etcétera, alguien que puede resultar verdaderamente insoportable. Leo era un auténtico dolor de cabeza para sus padres, todo lo contrario, a lo que debería ser un príncipe heredero de un reino. Le importaba bien poco su pueblo, sus súbditos o los problemas que estos pudieran tener, a él solo le importaban sus amigos, las fiestas hasta altas horas y las chicas, su gran debilidad. Se le iban los ojos cada vez que veía a una chica con unas largas piernas y un buen cuerpo y para su suerte no se le resistía ninguna.
Primero las conquistaba enviándole regalos y flores, según Leo, tonterias que les gustan a todas las mujeres, luego las invitaba a cenar a un lujoso restaurante, para más tarde ir a un hotel de lujo, y después se cansaba de ellas. Pero pese a toda esa mala fama, era querido por todas, no solo por su imponente, atlético y atractivo físico, o sus ojos verdes esmeralda sino también por su dinero y su titulo. Pero solo una mujer seria dueña de todo eso: Su futura Reina y esposa.
-Su alteza– saludo un joven rubio con una sonrisa perfecta en el rostro.
Ya en el descansillo, un joven de la misma edad que el príncipe, 23, hizo una exagerada reverencia, ganándose una risotada por parte de Leo.
-Sea Bienvenido "Infante" y Futuro Rey de Castilla, ¿sabe que se ve totalmente ridículo haciendo reverencias?– dijó el joven príncipe siguiéndole la broma a su joven amigo.
-Al igual que tu cambiando pañales– intervino sonriendo el otro chico.
-No me recuerdes eso Cristóbal, fue un completo trauma para mí– fingió estar dolido.
-¡Ah si! La vez que tuviste que cambiar los pañales al pequeño Maximiliano– rió el infante Fernando recordando el episodio –Debio haberse considerado proeza histórica para el príncipe heredero- .
-De hecho, debimos haber llamado a los escribanos del Reino para levantar un Acta, ¡o mejor aún a Mario Testino! Para que inmortalice su gran momento, la imagen de Leo cubierto de Talco fue, sin exagerar, magnífica...- dijo Cristóbal reviviendo el momento.
-Para ya Cristóbal– Leo lo amenazó.
-Ciertamente creo que los tres recordamos perfectamente esta escena, pero tengo la ligera sospecha de que Leo no la disfruta tanto– río Fernando.
-Tu sospecha es cierta, al parecer – concluyó Cristóbal.
Cristóbal y Fernando, eran los mejores amigos de Leo. El primero de ojos avellana, pelo castaño y atado en una discreta coleta baja, guapo e hijo del Gran Duque de Louvell, agraciado y codiciado por las mas bellas doncellas del pais; y el segundo era nada mas que el Infante de Castilla, hijo menor de la Reina Violeta, y hermano del futuro heredero a la corona, el príncipe Sancho, Fernando de Castilla, de ojos marrones y cabello rubio oscuro y ensortijado, de preciosa sonrisa galante y traviesa que se dibujaba cada vez que andaba de "cacería", un buen partido para cualquier jovencita por su atractivo y su título. Se conocieron en una de esas tempranas presentaciones en sociedad, fiestas llenas de protocolo y glamour, cuando apenas contaban con 7 años, fueron presentados por sus madres Reinas y Duquesas. Desde ese momento, se volvieron inseparables, A pesar de lo traviesos que eran, los reyes tanto de Louvell como de Castilla, asi como los Duques de Louvell, adoraban a este trio, a pesar de su fama ganada a pulso, pues en los dominios de Louvell, que eran bastante grandes, y en todo él, era conocida la fama de moviditos, coquetos y fiesteros del príncipe y sus mosqueteros.
-Sera mejor que nos vayamos– les dijo el joven príncipe Leonardo.
-Yo creo que tendremos que ir por la puerta trasera, la entrada principal está llena de periodistas, además, he dejado mi auto detrás, y podremos salir sin ser vistos– comento Fernando asomándose por la ventana.
-¿Las maletas?– pregunto el príncipe.
-Están en su auto, alteza– respondió el mayordomo.
-Gracias Tomás– le sonrió Leo al mayordomo –Dile a mi madre que ya le llamare... dentro de... no se... puede que unos 10 años jaja– río.
El mayordomo sonrió. Conocía al Joven Leo desde que nació y siempre había tenido un cariño especial hacia ese chico. Podría ser revoltoso, caprichoso, incluso un poco loco, arrebatado y sinvergüenza, pero en el fondo, tenía un gran corazón. No sabía porque, pero tenía un buen presentimiento. Algo sucedería en ese viaje que cambiaría la vida de su alteza y esperaba que fuera para bien.
.:.:.:.
-¿Y este es el apartamento que has alquilado?– Preguntó horrorizada Abigail -¡Parece el cuarto de los criados de mi casa!-
-¡Hey! Es todo lo que pude encontrar– se defendió Lú –Además, en esta época del verano, estaba todo lleno– dijo con cara de frustración.
Lucía había alquilado para un mes un pequeño apartamento en la playa. Constaba de solo tres habitaciones, una salita de estar y un pequeño comedor - cocina, separados por una barra como las del bar. Solo había un baño, donde había un pequeño plato de ducha, indispensable, el lavabo y el W. C. Pero lo mejor de todo, era la inmensa terraza que había, con unas impresionantes vistas al mar.
Abi vio con un gesto despectivo toda la casa con los muebles tapados con sábanas y todo lleno de polvo y saco su móvil.
-¿Que crees que haces?– preguntó Lú.
-Estoy llamando a mi casa para que vengan y hagan la limpieza- le respondió Abi con el móvil en mano.
-Nada de eso– Lú alzó la voz -Nosotras podremos con esto-.
-No sé tú LUCÍA– mala señal, Abi nunca la llamaba por el nombre completo, sólo cuando estaba realmente enfadada –Pero YO no pienso mancharme limpiando esta inmundicia-.
-No seas así, nos la pasaremos bien– Lú la intento convencer –Además ¿no eras tú la que decía que había que probar cosas nuevas?-
-En eso tiene razón, Puede que nos lo pasemos bien– la animó Sophie.
-Pleeeeeease...- rogo Lú con cara de niña buena.
-Está bien, está bien– se dio por vencida Abi, aunque no muy convencida.
-Entonces decidido, bajaremos por el equipaje– dijo Lú entusiasmada.
Habían estacionado el auto abajo, mientras subían a ver el apartamento. Sacaron el montón de maletas del auto y las dejaron en la puerta.
-Bueno, lo más fácil ya está– dijo Sophie mirando hacia arriba –Ahora sólo queda subirlas al último piso-.
-Para eso esta el ascensor– sonrió Lú.
-Me temo que eso no podrá ser, Srta.– Dijo un hombre bajito, de unos 50 años –Soy el Sr. De Luis, el dueño-.
-Un placer Sr. De Luis– sonrió Abi –¿Cómo es eso de que no podremos subir al ascensor?-
-Está averiado– Contestó sin mas el dueño.
-¿Y no se puede reparar?- preguntó Lú.
-A estas alturas todos están de vacaciones y es imposible llamar a un técnico hasta la siguiente semana– se excusó el Sr. De Luis.
-Me esta queriendo decir, Sr. De Luis, que tendremos que subir las maletas nosotras– pregunto molesta e indignada Lú.
-Sería para mí un honor ayudarlas Señoritas– Las chicas sonrieron –Pero sufro de la espalda y el médico me ha mandado reposo, con permiso-.
Y sin más, el hombre entro en su apartamento, dejando a las tres chicas con la boca abierta y con una expresión de incredulidad en la cara.
-¡Esto es increíble!- soltó exasperada Lucía.
-Es bueno probar cosas nuevas– comentó Abi burlándose.
-¡Ni una sola palabra!– Contesto molestísima la joven -¡Esto no puede estar pasándome a mí!-
-Podemos ayudarles en algo?– pregunto un chico detrás de ellas.
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Tu & Yo? Ni En Tus Sueños!!!!
Fiksi RemajaSINOPSIS Él, un príncipe Heredero. Ella, una joven de Alta Sociedad. Están comprometidos desde pequeños y ni siquiera se conocen. ¿Qué pasará cuando descubran Que la persona con la que van a casarse Es aquella que le ha hecho la vida imp...