Martina colocó una copa en mi mano. ¿Qué era aquello? Di un pequeño sorbo y cerré los ojos, estaba demasiado fuerte, buaaaag. Pero para qué iba a engañarme yo no estaba acostumbrada a beber y puede que aquello no fuera tanto como para ponerse así. Miré a mí alrededor para comprobar que nadie se reía de mi inexperiencia y continué siguiendo a la pareja perfecta algo más tranquila.
El local de Héctor estaba a rebozar, la gente se movía alegre a mí alrededor. Bailaban, bebían y reían como si hubiesen dejado todos sus problemas aparcados fuera de este lugar. La música estaba tan alta que para poder comunicarme con mi amiga tenía que acercarme a su oído y gritarle. Ella me hablaba de sus conocidas y criticaba su aspecto. Yo solo podía asentir porque mi criterio al respecto no estaba muy trabajado, por no decir que no tenía alguno.
Nos sentamos en un reservado, Héctor enseguida tuvo que marcharse para trabajar, allí la música quedaba algo más lejana y podíamos hablarnos sin tener que acercarnos tanto. El lugar me resultó muy elegante. Las paredes y la moqueta eran de un color oscuro, negro a mi parecer aunque todo a mí alrededor lo parecía debido a la escaza luz. Unos grandes sillones rojos se disponían alrededor de unas mesas con forma de hoja de un tono más claro, blanco o puede que beige.
-¿Qué te parece?- me abordó mi amiga con su copa en la mano. Despertaba tanto glamour que me sentí totalmente fuera de lugar.
-Me gusta- dije sin más y miré a mi alrededor – parece que ha venido mucha gente, Héctor debe estar contento-
-Seguro que sí, aunque yo no lo estoy tanto. No me gusta que trabaje en el mundo de la noche- me confesó ella algo cabizbaja.
La miré preocupada -¿no confías en él?-
-No es eso... En quien no confío es en todas esas chicas desesperadas que van asaltando a los hombres-
Solté una carcajada y ella me miró seria. Noté como se había molestado por mi reacción así que paré –Vamos Martina... No puedes ser tan insegura-
No entendí como podía decir aquello cuando ella era sencillamente perfecta, tampoco comprendí como podía desconfiar de esa manera de él a pesar de aquella negativa suya. Una pareja se basaba en la confianza, ¿no? Tampoco es que yo entendiera mucho de aquello porque nunca me había lanzado a una relación formal, pero al menos eso era lo que se decía.
-Tienes razón, además yo ligo más que él- su gesto cambió totalmente, ahora parecía la Martina de siempre.
Reí ante aquel cambio y ella se puso en pie. Extrañada me quedé observándola. Soltó su copa y salió del lugar. Se volvió hacia mí y me hizo un gesto con la mano para que me reuniera con ella.
-Vamos a bailar, voy a demostraros a todos quien es Martina Reus-
Enseguida volvimos a estar entre la masa de gente que ocupaba la pista. Martina comenzó a bailar y yo imité sus movimientos, aunque no tan efusivamente. Me di cuenta que iba a necesitar más de una copa para poder aguantar aquella noche. Me sentía tan incómoda que cualquier movimiento a mi alrededor me asustaba. –Vamos Alex no es para tanto- me decía una y otra vez a mi misma.
Un chico se acercó a mi amiga y esta aceptó su conversación, ¿en serio? Aproveché para volver a por mi copa. Le di un buen trago hasta vaciarla y volví a la pista. Cuando llegué Martina continuaba hablando con aquel chico. La verdad es que era bastante mono. Alto, moreno y bien arreglado. Martina me lanzó una mirada furtiva y luego le imitó aquel chico. De algún modo me sentí amenazada.
-¡Alejandra ven!- no pude oírla, pero pude leer en sus labios aquello que tanto estaba temiendo.
Me acerqué temerosa.
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Veintitantos
DragosteAlex es una chica que intenta comenzar una nueva vida alejada de su pasado, su madre muere repentinamente y ella tendrá que enfrentarse sola a una vida que no le dará más que problemas. A pesar de todo, el pasado volverá a ella sin remedio de la m...