Sensaciones de más

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Los días transcurrían, dándole espacio a todo lo que había pasado, tan solo mis marcas en las muñecas me recordaban lo anterior, casi lejano, pero aún atormentaba cada noche. Y es que vivir sola no ayudaba, llamaba a Eva todos los días e intentaba despejarme, pero sobre todo saber de ella. La echaba mucho de menos.

Por supuesto, había llevado mi vida hacia la normalidad, de vuelta al trabajo y a las obligaciones. Otra vez, Martina y yo nos entendíamos, de hecho ahora me hallaba caminando hacia su encuentro. Habíamos quedado para hacer unas compras, bueno más bien era ella quien necesitaba hacer cambio de armario, yo solo iba por pasar la tarde acompañada.

-¡Alejandra!- gritó mi amiga mientras alzaba su mano y la agitaba emotivamente, tras verme.

Me apresuré y le dediqué una sonrisa -¿preparada para arrasar en las tiendas?-

-Siempre, amiga- me dijo ella feliz.

Nos adentramos en las calles más céntricas de la ciudad en busca de las mejores boutiques, la verdad era que a mi no me intersaba demasiado aquel tipo de establecimientos, eran demasiado caros para mi bolsillo, yo preferiría ir a Zara o HyM.

Martina salió de un probador y me mostró el look, ¿número trenta y cinco? Había perdido la cuenta, llevaba horas observando todo lo que se probaba mi amiga.

-Te queda genial, en serio- le dije haciéndole ver que estaba cansada de sus dudas.

-Es que mira...- se señalaba la cintura -me hace más gorda-

-Pues eres tonta si piensas eso, te queda genial, en serio- insistí.

La verdad es que aquella chica era bastane insegura, demasiado diría yo. Tenía un cuerpo estupendo y lucía unas curvas fabulosas, no entendía como podía criticarse tanto a sí misma. Martina era la típica chica que le gustaba llamar la atención, se cuidaba e iba al gimnasio cada día, es decir, todo lo contrario a mi.

-¿Me lo compro?- volvió a dudar frente al espejo.

No contesté porque sabía que con aquella inseguridad no iba a sentirse bien con aquella prenda, así que opté por resignarme a aquella actitud suya y terminamos saliendo de la tienda con las manos vacía. Después de horas todavía no había encontrado nada que le gustase lo suficiente, si yo hubiera sido ella habría comprado hasta no poder cargar con las cosas por mi misma.

-¿Te apetece ver algo más?- me miró Martina preocupada.

-Por mi bien- le dije.

-No te has probado nada, ¿qué pasa? ¿No te convence nada?- me dijo ella.

-No es mi estilo, yo soy más sencilla- le sonreí cálidamente.

-Entiendo, pero... No sé, hay ocasiones que merecen este tipo de ropa- me dijo ella señalando otra boutique. En el escaparate lucía un vestido de satén negro. Demasiado llamativo, dije para mí misma.

-No me veo con nada de eso puesto- intenté que me entendiera, aunque sabía que ella no lo comprendería.

Entonces, lo vi. Caminaba junto a una chica de cabello castaño. ¿Quién era ella y qué hacía con Víctor? Iban a paso apresurado, ¿tenían prisa o es que no quería que nadie los viera juntos? Si, juntos, ¿por qué estaba tan histérica? Quería que aquello no me afectase, pero no podía evitarlo.

Estuve mirándo hasta que desaparecieron entre la gente.

¿Qué había sido aquello?

Había pasado casi una semana desde que me despedí de él en la puerta de casa, el recuerdo se había clavado en mi mente, tanto que desearía que no fuese así, sobre todo después de ver lo que había visto. Era una completa imbécil, pues estaba claro que aquel Víctor que yo había conocido estos días solo había sido un espejismo creado ,exclusivamente, para obtener mi ayuda. ¿Cómo había podido ser tan tonta? ¿Cómo?

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