Capítulo 7 : "Te abrazaré hasta que el dolor pase"

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- Descuida, no tienes que darme explicaciones, solo quería agradecerte. – sonrió ligeramente.

<<DIOS, SU SONRISA ES PERFECTA>>

...

- No hay de que...

Y cuando iba a terminar la oración, un fugaz relámpago se lucio en el cielo, la lluvia comenzó a caer con tanta fuerza que nos mojamos por completo al segundo.

- "Vamos a la biblioteca" – grite con fuerza.

Ella asintió con la cabeza, y comenzamos a correr hacia el gigantesco edificio.

En ese instante las calles estaban reinadas por un profundo silencio, el cielo era sombrío y la lluvia decoraba la naturaleza como una intensa cortina.

Corrimos hacia aquella construcción, pero las puertas estaban cerradas, la lluvia comenzaba a volverse mucho más violenta, tanto que las callas se encontraban inundadas de agua.

-"Debemos entrar, la tormenta está avanzando" –hablo ella.

Asentí con la cabeza, y señale una pequeña puerta que se encontraba al fondo del edificio, nos echamos a correr nuevamente, patee con brusquedad aquella puerta, que al instante se abrió, sostuve nuevamente la mano de Ayra.

Avanzamos por un largo pasillo, el agua chasqueaba en los mosaicos del patio, el impresionante resplandor de un relámpago nos hizo descubrir una garita (refugio) de madera, cuya puerta de tablas permanecía entre abierta.

Entramos por esa pequeña abertura, y suspiramos de alivio, al observar el interior de la descomunal (inmensa) biblioteca.

Majestuosos libros añadían un decoro severo a lo sombrío, y se pobló la atmosfera de olor a papel viejo, altas estanterías barnizadas de rojo, hacían lucir aquel ambiente como una antigua película.

Ayra comenzó a tiritar de frio, su rostro se había tornado lívido (pálido).

- "Ven, sentémonos aquí." – indique en uno de los cómodos sillones que se lucían en sala.

- ¿Nos quedaremos aquí?, - pregunto observándome fijamente.

- Al parecer si, la tormenta se volvió salvaje y no podremos salir, hasta mañana.

- De acuerdo. – suspiro tristemente.

- Oye ¿Qué tienes?- cuestione sentándome junto a ella.

- Nada, lo que ocurre, es que no quiero meterte en problemas por culpa mía. – susurro con la cabeza hacia abajo.

- Oye, no digas eso, me alegra que estés bien. – sonreí mientras levantaba suavemente su mentón.

Ella curvo ligeramente los labios, regalándome una preciosa sonrisa que se formaba en el suave lienzo de su rostro.

- Gracias...

Y luego no pude reaccionar cuando ella me envolvió en un profundo abrazo.

Quede impactado, y extendí mis brazos alrededor de su espalda, sintiendo un cálido sentimiento en el pecho.

Al separarnos ella se dedico a explorar mi rostro con sus intensos ojos grisáceos.

- ¿Puedo decirte algo? – argumente algo incomodo.

- Claro...

- No quiero que te asustes, ni que pienses que soy un psicópata.

- Anda dilo... - rio alegremente.

- Pues... tienes unos ojos hermosos. – exclame incomodo.

Ella me miro incrédula, como si estuviera esperando a que fuese una broma.

- ¿enserio lo dices?

- Si, ¿Por qué preguntas?

- Pues, porque todos siempre dijeron que mis ojos eran como una "clase de maldición"

<<¿QUE MIERDA?>>

- ¿Espera que?- dije sin poder creerlo.

- Si, decían que eran muy pocos comunes, y que estaba maldita por eso. – volvió a suspirar.

- Oye, no creas esas estupideces, el que te dijo eso es un completo imbécil que carece de neuronas.

Note como volvía a sonreír.

- ¿sabes?, eres la primera persona que me saca una sonrisa, en tantos años. – declaro.

- Y tu igual...

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