Pasados ajenos.

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Después de que entraran al cuarto, me senté nuevamente en el sillón, estaba un poco aburrida por lo cual miraba solamente hacia el techo, entonces Lucius salió y se puso delante de mí, provocando que lo viera a él.
-Acompáñame, vamos a comprar varias cosas para ver si aún te acuerdas de cómo cocinar.- Sonrió.
Era cierto, les había dicho que antes de que muriera yo era muy buena cocinera, pero no sabía si aún me acordaba de cómo hacer las cosas. Me levanté.
-Está bien, ya es de noche, así que no me perjudica.- Me adelanté a la entrada.- ¿Y Adalla?- Quería saber si el vendría con nosotros.
Lucius suspiró.- Cayó rendido en la cama, tal vez le cansó el cambio de ambiente, yo la verdad ando un poco acostumbrado, me ha tocado venir por pacientes hasta estos rumbos y al principio si era pesado.- Dijo a la par de cambiar el saco que traía por un suéter, la combinación era extraña, pero al parecer a él no le importaba como le vieran.- ¿Vamos entonces?- Se dirigió a mí.
-Ah, claro.- Me dirigí a la entrada.
-¿No sentirás frío?-Abrió la puerta.
Toqué su rostro y lo sentí muy cálido, de inmediato entendió el mensaje de que realmente tener frío o no, no importaba, desde que estaba muerta mi piel era fría y lo único que podía sentir era el calor.
Salí, como nuestro departamento estaba en el segundo de los 5 que constaba el edificio, bajamos las escaleras y entonces, abrí la puerta principal y pude contemplar mejor la calle, no era ni la ciudad, ni un pueblo, era... Realmente no tenía palabras, salí y Lucius salió después de un minuto.
El edificio en el que estábamos era de color carmesí rojizo, con algunas rejas de las ventanas color blanco, y en algunos pisos colgaban ciertas macetas con plantas que hacían lucir vivo al edificio.
A los lados de este había casas de diferentes alturas y colores, con diferentes diseños, con dos ventanas, con cuatro o incluso solo una, casas grandes, pequeñas, altas, bajas, de dos pisos, de uno solo, con macetas o sin estas, había bastante variedad, pero era visible el edificio donde vivíamos, así que no me preocupé si tuviera que ubicarlo, y en frente de este lado de la calle, más casas, pero con varios negocios al parecer, en la esquina de la calle, al lado izquierdo una peluquería de nombre "La Ramona", retuve una leve risa, casas, casas, casas, y más casas, y después un pequeño edificio, de, por lo que yo vi, tres pisos, pero se dividía en dos, donde arriba ocupando dos terceras partes del edificio era la vivienda y en la parte de abajo era un café, era de noche y aún no cerraba.
-Supongo que ya viste el café... Ahí trabajarás, no está lejos de donde vivimos, eso nos agrada a todos, además de que la gerente que está en ese lugar es muy amable, me dijo que si te podría dar empleo, quizá sea bueno ir a saludar y presentarte.- Sonrió.
Yo accedí y cruzamos la calle sin cuidado, era noche, no pasaba ya alguna alma penando, algunos coches estaban estacionados a un lado de la banqueta, y la noche era un poco desierta. Caminamos hacia a la derecha donde estaba el café. Había unas lonas cubriendo el espacio de afuera, donde habían unas cuantas mesas para quienes les gustaba el ambiente fresco o incluso disfrutaban el fumar, la entrada eran puertas de cristal bastante gruesas, pero obviamente delante de estas había una cortina de metal desplegable para evitar los robos.
El café era bastante bonito, acogedor a mí parecer, alumbrada por luces color amarillas y el delicioso olor del café correr por todo el lugar, entramos, obviamente primero Lucius para que la señora lo reconociera.
-Buenas noches.- Dijo Lucius amablemente, a la par de agregar esa sonrisa.
-Buenas noches.- Dije por amabilidad.
-Oh... Buenas noches.- Respondió una voz un poco anciana.
Y así era, la gerente era una mujer de edad avanzada, con una apariencia humilde, cabello canoso por completo, ojos hermosos de color azul, las arrugas se mostraban mayormente alrededor de los ojos, en la sonrisa y un poco en el cuello y en su tez clara se resaltaba unas pecas.
-Si mal no recuerdo tu nombre era Lucius ¿cierto?- Se acercó a nosotros.- ¡Oh! ¿Y quién es esta bella dama?- Volteó a verme y me regaló una de sus dulces sonrisas.
-Ah, es de quien le hablaba, ella es Ib Kirsch, mi hermana, es muy buena cocinera, pero como le comentaba, sufre de migrañas usualmente en la mañana, y debido a un accidente que tuvo recientemente tiene amnesia temporal por lo cual ando en su cuidado, sin embargo saliendo y distrayéndose es la única manera en que puede recuperar sus memorias, y claro, en que no desconfíe en su hermano.- Me abrazó pasando por mis hombros su brazo.
-Mucho gusto jovencita, ¿cuándo podría empezar a trabajar?- Dijo contenta.
-Mañana... ¿Le parece bien?- Seguía sin soltarme Lucius, me incomodaba un poco.
-Claro.- Agregó, en ese momento entró un cliente.- Lo siento chicos, por mi fuera hablaba más con ustedes pero ha llegado un cliente.- Sonrió nuevamente.
-Discúlpenos a nosotros que hemos venido sin avisar, entonces nos retiramos.- Le guiñó Lucius un ojo a la anciana.
"Qué era eso... ¿Era su forma de ligar? Si era ese el caso... Lucius tenía un gusto bastante..."
-Vamos.- Me jaló un poco hacia a la entrada.
-H-Hasta luego.- Pude agregar antes de que Lucius me llevara casi arrastras a la entrada por el abrazo falso que me había dado.- ¿Me puedes soltar?- Le dije cuando habíamos salido de la carpa y estábamos en la calle.
Sacudió un poco mi cabello con una de sus manos tibias y me soltó después de esto. Intenté acomodar mi cabello, y entonces el avanzó, retomando el camino.
-¿Dónde compraremos para la comida?-
Señaló una tienda a la esquina izquierda, estaba cerca, memoricé: A la esquina de la derecha de nuestro departamento se encuentra una tienda.
Caminamos y cruzamos nuevamente la calle, la entrada estaba doblando la esquina, entramos y realmente era muy grande, tenía verduras y frutas, así como comida rápida, frituras, bebidas, objetos de limpieza y aseo personal, e incluso un pequeño apartado de entretenimiento.
Nos dirigimos hacia a las verduras, había brócoli, col, zanahoria, chayote, jitomate... Me quedé observándolos y entré en mis recuerdos.

La verdadera muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora