¡A movernos!

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Cuando menos nos dimos cuenta ya había amanecido por lo cual todos fuimos a dormir. Lucius y Adalla durmieron en la misma habitación, yo en la que me correspondía.

~Sueño de Ib...~
Se observa un jardín enorme que contenía en su mayoría flores de crisantemos blancos y los demás eran rosas de diversos colores.
Una pequeña niña jugando entre las flores cuando sin querer ella tropezó y cayó al suelo causando su llanto descontrolado.
Inmediatamente el llanto de la niña alarmó a un niño que rápidamente fue a auxiliarla.
-Señorita Ib... Cálmese.-
-Ya te dije que solo Ib.- Contestó entre sollozos.
El niño miró hacía donde Ib mantenía apretando sus manos.
-Tenemos que curarla de inmediato.-
Cargó a la niña y esta dejó sus sollozos y su cara tomó un color rojizo.
-Gracias _________-

Me desperté justamente cuando la niña, quien resultaba ser yo de pequeña, iba a decir el nombre de aquél niño en el sueño pero me desperté... Gracias mente... Aunque realmente lo que me había despertado fue la sed, o bien dicho el hambre.

Percibo un olor dulce aunque un poco fuerte, levanto la vista y estoy tan sólo a unos centímetros de la cara de Lucius.

-Me alegra que al fin hayas despertado-

Me sonrojé hasta las orejas y grité.

Entró inmediatamente Adalla a la habitación todo alarmado.

-¡Lo hice de nuevo!- Me fui calmando poco a poco.

Lucius estaba sonriendo plácidamente, yo me paraba de la cama mientras se me bajaba el color del rostro.

-E-entonces... ¿Q-qué hora es?- Tartamudeaba mientras trataba de sostenerme en pie.

-Son las 7:12 pm. Un poco tarde...- Dijo Adalla al ver su reloj de mano.

El olor de la sangre recorrer sus cuerpos era tentador, pero no quería herirlos, entonces caminé hacia la entrada de la habitación y justo cuando traté de abrir la puerta me caí, supe de inmediato que no iba a ser un día bonito.

Sentí que unas manos tocaban mis hombros y me giraban lentamente, y noté que Lucius me abrazaba pero no era por cualquier signo de afecto, él sabía bien que lo que necesitaba era sangre.

-No se resista, simplemente beba.- Dijo Lucius con un tono amable pero extraño que hizo recorrer por todo mi cuerpo un escalofrío.

Lo empujé.

-N-no quiero morderte de más.- Recordé a los dos hombres que había asesinado en el cementerio.

-Si ese es el caso...- Extendió su brazo.

-Esperen, esperen, esperen... ¿Qué carajos están jugando?- Interfirió Adalla poniéndose entre nosotros con sus brazos en signo de "alto".

Lucius solo se dio un golpe en la frente, yo olí el aroma de la sangre de Adalla, la sangre de ambos era rica, pero la de Adalla era extraña, me llegaba un sentimiento, pero no tenía idea de cuál era.

-Adalla... Tengo hambre y Lucius lo notó, sólo es eso-

Le miré evitando atacarle.

-¿Y por qué no lo dijo antes? Yo le puedo dar de mi sangre.- Respondió con celos.

Antes de que pudiera hablar Lucius se adelantó.

-Adelante, solo tú puedes decidir de quién beber.- Lucius sonrió de forma fría.

Estaba indecisa, no sabía a quién elegir, entre el celoso de Adalla o el frío de Lucius. La tensión me estaba matando y sorpresivamente tomé mi brazo y me mordí, no sé cuál fue el motivo de mi reacción, no me ayudó en mucho, pero por lo menos la sensación de querer beber sangre se fue junto con el ardor de mi garganta.

La verdadera muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora